Capítulo 4: Lluvia

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Hoy mi día será perfecto. Nada de madres que salen de sus hogares dejando a sus hijas mayores a cargo de los menores mientras se van a fiestas de bienvenida de la oficina de su nuevo esposo. Definitivamente eso no me iba a afectar. En absoluto.

La guerra que hubo entre mi madre y yo sólo se limitó a una demanda de ella, una queja mía, doble demanda suya y mi silencio.

Me tocaría quedarme en casa cuidando a Tim mientras mamá y Jake se iban a parrandear. La segunda demanda era que yo debía ir a buscar a Tim después de clases. No tenia ni la menor idea de como iba hacer eso.

Salia de la escuela a las cinco treinta y Tim salia a las cuatro. No podía salirme de la escuela antes así por que así. De igual forma mis razonamientos no convencieron a mi madre. Tenia la sangre hirviendo cuando salí de casa.

Al menos no llegué tarde a clases. Justo a tiempo para la clase de matemáticas con el amargado de O'Connel. Lo único que hacía más llevaderas las dos horas con él, era poder hablar con Harriet en los pequeños laxos de tiempo en los que el volteaba a ver quien sabe qué. Pero este día era diferente. No había señales de Harriet. Había tenido que aprender por pura necesidad de no aburrirme hacer ecuaciones lineales.

En el primer receso busqué por todas partes a la pelirroja sin tener éxito alguno.

Llegó la hora de biología en la que tuve que concentrarme de veras. El señor Walker espero a que todos nos acomodaramos en nuestros asientos. Cuando todos estamos sentados, entró Spencer. Me mira y camina hacia mi. Se queda parado unos segundos, tal vez comprobando el clima o solo esperaba mi reacción. Odiaba que hiciera esos juegos conmigo. Lo hacia a propósito. Tenía ganas de golpear sus pelotas y quitar su sonrisa arrogante.

-Esperamos por usted, señor Spencer - El señor Walker no era muy paciente.

-Lo siento, Sr. Walker- y con su sonrisa habitual se sentó a mi lado.

Traté con todas mis fuerzas de no mirar hacia él. Era capás de pensar que estaba loca por él igual que todas las chicas. Si es que ya no lo pensaba.

-Para la clase pasada teníamos programado un paseo por el interior de unas ranas pero...

Alguien tocó la puerta interrumpiendo al maestro quien no disimuló su mal humor. Éste abrió la puerta dejando ver a la chica ganadora del odio del profesor por interrumpirlo.

-¿Se puede saber por que llega usted a esta hora, Señorita Taylor?

La chica lleva una sudadera gris que ocultaba la mayoría de su rostro. A penas se veían los mechones de pelo negro que le caían en la cara. Tenía los tirantes de la mochila a cada lado de los hombros. Sujetaba el final de estos con fuerza. Parecía querer golpear algo.

-Lo siento, Sr. Walker. Estaba...

-No necesito más excusas. Ya es la quinta vez que llega tarde a clases en este mes y siempre con una historia nueva. Vaya a su asiento por favor.

La chica dio media vuelta hacia nosotros y así pude ver bien como era. Era una chica de nariz respingona y mejillas pálidas, al igual que casi toda ella. La chica tenía heterocromia*. Un fenómeno que siempre me había parecido increíble. Tenía el ojo izquierdo gris con pequeñas gotas de dorado y el ojo derecho turquesa. No había rastro de maquillaje o de algún químico en toda ella. Me agradaba.

La chica caminó sin mirar a otro lado que a su asiento hasta llegar a el. Una mesa de laboratorio para ella sola cerca de la ventana.

-Bien. Como les decía, teníamos que diseccionar unas ranas pero desaparecieron sin dejar rastro.

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