Capítulo 14: Te lo prometo

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- ¿Qué desean, chicos? - una mujer se encontraba frente a nosotros. Tenía el pelo teñido de varios tonos de rubio. Sus ojos eran color café. Tenía un vestido ceñido al cuerpo color rojo vino y zapatos altos que le hacían juego.

- Mm... ¿Está Blade? - pregunté algo nerviosa.

- ¿Blade? - giró sus ojos hacia el techo y luego hacia nosotros - oh, si. Blade. Bueno, ella no está. ¿Quieren té? - abrió la puerta en su totalidad, dio media vuelta y entró a la casa - Tengo te de menta, de tilo, de manzanilla... En fin - se volteó hacia nosotros otra vez. Ninguno de nosotros se había movido de su lugar - ¿Qué esperan? Vamos, entren.

Brennan fue el primero en entrar. Luego le siguió Blake y Harriet, y luego yo. Todos estábamos nerviosos. Especialmente por el lugar en el que nos encontrábamos. La casa era de un blanco inmaculado. Todos los muebles se encontraban increíbles. El sofá blanco estaba cubierto con plástico para evitar el polvo. La mujer nos llevó a la parte de atrás de la casa. Era un pequeño jardín con una mesa en el centro. Había narcisos y margaritas por todas partes.

- Tomen asiento, por favor. Yo iré por el té.

Desapareció de mi vista.

- Soy yo, o ¿a ustedes también le da escalofríos esa mujer? - Dijo Brennan.

- Algo no me cuadra - dije más para mi misma.

- Si Blade no está aquí, ¿Dónde está?

Harriet miró hacia la puerta por donde había entrado la madre de Blade, y luego a nosotros.

- Blade está aquí.

- ¿Qué? - dijo Blake mirando a su hermana con confusión.

- se tocar 17 instrumentos. De niña tuve que ir a muchas clases de música, gracias a mi padre. Desarrollé un sentido auditivo excepcional. Al entrar escuché golpes que venían desde abajo.

- ¿Te refieres a un sótano? - dije en un susurro - no vi ninguna puerta de acceso a un sótano.

Harriet se mantuvo en silencio mientras pensaba. Escuchamos los pasos de la mujer que se acercaba con una bandeja con tazas con diseños de flores en azul y plateado, al igual que la tetera. Puso la bandeja sobre la mesa.

- Tu, cariño, ayudame con los panecillos que tengo en la cocina - dijo refiriéndose a mi.

- Yo...

- Está siguiendo el pasillo a la derecha.

Me quedé inmóvil un momento. Esta era la oportunidad perfecta para buscar a Blade. Encontrar la puerta del sótano. Me levanté y fui a la dirección que me indicó. En el recorrido vi fotos de la señora Taylor y un hombre. Supuse que era el señor Taylor. Era realmente escalofriantes el contraste entre los dos. Ella sonreía de oreja a oreja y él... Bueno, él no. Tenía el pelo castaño y los ojos color miel. Parecía aburrido, o fastidiado. Eso en todas las fotos. Llegué a la cocina y vi los panecillos, todos bien arreglados sobre una bandeja. Al tomarlos y darme la vuelta para volver, me percaté de la presencia de un fuerte olor a cloro. Dejé la bandeja donde estaba y busqué el origen del olor. Caminé por toda la cocina y el olor más fuerte venia de detrás del refrigerador. Lo abrí, pero sólo había comida perfectamente guardada. Cerré la puerta y decidí mirar detrás.

- ¿Por qué te tardas tanto? - escuché la voz de la señora Taylor en la puerta de la cocina.

Me tiré al suelo y fingí estar buscando algo.

- Lo siento. Es que creí escuchar ratas por aquí - me paré y desarrugue mi ropa.

- ¿Ratas? - la señora Taylor puso una cara de espanto - eso es inaceptable. Dame un momento. Debo llamar al mata plagas - se alejó mientras marcaba su celular.

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