¿QUÉ HACER? - PARTE 2

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IX

Hermione miró a sus padres. Incrédula con lo que acababa de escuchar.

¿Desde cuándo sus padres se comportaban de esa forma tan irracional? ¿Por qué eran así y no comprendían nada ni la entendían? ¿Acaso ellos querían morir o algo por el estilo?

Millones de cosa pasaron por su cabeza en un segundo, pero aun así no sabía que hacer.

- ¿Qué? -. preguntó con vos débil.

- Que de la única forma en la que podemos volver a aceptarte en esta familia, sería dejando aquel mundo nefasto al que como unos completos tontos hemos dejado que te unas, pensando que era lo mejor para ti, pero he aquí la prueba: nos robaste nuestros recuerdos, nos mentiste más de una vez, engañaste, te has quedado embarazada a saber de quien... -. Iba enumerando su madre.

- No. No pienso alejarme de mi mundo, porque es mío. ¿Piensan que puedo dejar todo de un día para otro? No puedo. no pertenezco aquí, ya no...

- Bueno, vete. Piérdete con ese feto...

- ¿Feto? Este feto como lo llaman ustedes, es su nieto, mi hijo...

- Lo siento, pero has dejado de ser nuestra hija, y por lo tanto, eso no es nada nuestro.

Hermione los miró por última vez y con lágrimas en los ojos, tomó su valija y la cartera y salió de la casa, la cual había vivido siempre, la casa de su infancia, y dándose cuenta que ya no volvería más dobló la esquina en donde la perdió de vista.

Se detuvo en una parada de colectivo y se sentó en el banco, que se encontraba resguardado de la suave llovizna. omenzó a sentir frío, porque después de todo se encontraba totalmente mojada y había viento, podría sacar su varita y hacer un hechizo para que eso pasara, pero prefirió dejarlo así, no se sentía con ánimos de nada.

¿Qué hacer? ¿Qué hacer? Se preguntaba una y otra vez, como si fuera una cancioncilla de moda. Se levantó del banco y comenzó a caminar de un lado para otro, tratando se calmarse, y encima para empeorar un poco más las cosas, se estaba empezando a sentir mal.

No quería pensar, no quería sentir, no quería nada en ese momento, más que dormir y sentir la calma que sentía como cuando tenía 15 años, y como única preocupación que tenía era aprobar alguna materia importante. Pero eso ya había quedado atrás, ahora, con sus 18 años, las responsabilidades que había estado esperando se agolpaban todas de golpe, y para hacer honor a la verdad, no se encontraba preparada para afrontar nada de lo que le venía encima.

Cansada de todo, tomó sus cosas y se subió al colectivo que se había parado al lado de ella. ¿Cómo puede pasar que las cosas se compliquen tan rápidamente de un momento a otro? Todo se arruinó, era como si ella estuviera maldita, primero la ruptura tan extrema con ron, luego su relación tan alocada con Malfoy, el embarazo, ahora sus padres no la quieren ver ni en una foto.

Se encontraba cansada, cansada y casada. llevó sus manos a su vientre, pensando en lo que iba hacer, y como lo iba hacer.

Malfoy no sabía y eso seguiría así hasta el final, ¿por qué? Uno, porque se iba a casar con aquella, y dos, porque estaba segura de que él no lo aceptaría. Si bien su vientre comenzaba a notarse, había un hechizo que podía utilizar para ocultarlo a los ojos de los demás, cosa que estaba dispuesta a hacerlo. Terminaría sus estudios y desaparecería del mundo mágico, ya no había nada que la apegara a este, a excepción de sus amigos, que bien los podía ver en el mundo maggel. Sí, amaba la magia, adoraba poder hacer de todo con ella, pero no se sentía segura en ese mundo, ¿por qué? Porque en ese momento, sentía que aquel mundo le daba mala suerte. Podría haber renunciado ahora mismo, y quedarse con sus padres, pero sentía que hacer eso no valdría de nada, sus padres dejaron de aceptarla desde hace mucho tiempo, y abandonar la magia sería como un castigo para ella.

No sabía a donde ir, así que prefirió ir al aldero Chorreante, en donde podía llamar a McGonagall para decirle que volvería mañana mismo al castillo. ¿Para que seguir alargando su sufrimiento?

* * *

Aburrido. Todo estaba aburrido y sin vida. Sus amigos estaban en la Sala Común, mientras que él estaba encerrado en su habitación de Prefecto.

Para colmo y horror había recibido un vociferador de parte de su querida suegra demostrando lo enojada que se encontraba por haber rechazado su invitación, pero ni caso le hizo a eso, aunque sí se había divertido un montón engañando a Theo y dándose lo a él para que lo abriera, la cara que puso el otro era memorable.

Pero la diversión se acabó cuando cayó en la cuenta de que la madre de Pansy quería casarlos enseguida... vieja loca, igual que la hija, pero en realidad no sabía si tenía escapatoria...

¿Qué hacer? ¿Deber o sentimientos? Era un Malfoy, y los Malfoy siempre mantenían sus promesas, pero en esta cuestión nada era como esperaba. Nunca había esperado dejarse llevar por sus locuras de pasión y desenfreno, pero eh aquí la realidad... estaba absolutamente atado a ella... y a pesar de que quería olvidarle, no podía, sentía algo demasiado fuerte por ella...

Desde un principio su relación se había basado solo en el sexo, duro y salvaje, pero poco a poco las cosas entre ellos se habían tornado distintas... habían pasado cosas que ni él creían que eran posibles, a menos que tuviera sentimientos por esa persona. A lo mejor él siempre estuvo enamorado de ella, y nunca lo quiso admitir. ¡Eso es! ¡Siempre estuvo enamorado de ella! ¿Cómo es que nunca se había dado cuenta?

Siempre había sentido algo por ella, desde aquella vez en la que ella le había pegado un puñetazo en la nariz, desde ese momento él la había comenzado a perseguir, porque quería saber de ella, quería aprender de ella... siempre ocultó todo eso con insultos y demás, siempre había tratado de ocultar la verdad incluso a él mismo por miedo. Miedo al rechazo, miedo al qué dirán...

Ahora que había descubierto todo eso no quería dejarla ir, no quería perderla. Se olvidó por completo de que era un Malfoy, un pura sangre, un heredero y todo por ella, por ella incluso se iba a olvidar de todo lo que lo rodeaba, pero nunca de ella.

Se rió por sus locos pensamientos, y estuvo a punto de estrellarse la cabeza contra la pared por tanto dulce empalagoso que resbalaba de él... pero por un momento ese sentimiento le gustó.

Así que ahí acostado en su cama, comenzó a ingeniar un plan perfecto para salir ileso de todo eso. Pero nada se le ocurría, nada. ¿Qué hacer?

Hasta que una idea se cruzo por su cabeza, y no, la de matarla y enterrarla detrás del castillo no era, era otra... llevarla acabo iba a acostar un poco, después de todo estaba en juego su libertad.

* * *

Es Más Que Eso... [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora