Dulce

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La luz entraba por la ventana, pero no estaba amaneciendo. Nada más despertar, recordó lo que había pasado, y su cuerpo volvió a tensarse. Tenía ganas de vomitar. Se sobresaltó al ver a Derek en la silla, se le había olvidado que estaba allí.

-No tenías que quedarte.

-Si tenía que quedarme.

-Tienes ojeras.

-Los hombres lobo también duermen... y tú te has echado un sueño de... 13 horas casi.

-Uhm...

Notó que tenía ganas de ir al baño. No quería reconocerlo, pero apenas podía moverse. Le dolía un poco el culo, y era algo vergonzoso. De hecho, recapacitando, saber que Derek le había visto haciendo aquello con el profesor, y que luego le había duchado, le hizo sonrojarse. Era bastante humillante.

-¿Te ayudo?-Derek vio sus intenciones.

-No... estoy bien...- utilizó la poca fuerza que tenía en los brazos para incorporarse, y luego se apoyó en la mesilla para tomar impulso y ponerse en pie. Pero Derek ya estaba a su lado agarrándolo.

-Vamos.

-No... no vas a ver como meo.

-Te he visto todo lo que te tengo que ver, y en peores situaciones.- Stiles bajó la mirada avergonzado.- No debí decir eso. Tú solo acepta la ayuda, no seas terco.

Y si, era más fácil con él porque prácticamente solo le faltaba llevarlo en brazos. Se sentía como un niño pequeño con su hermano mayor. ¿Por qué estaba siendo tan amable? Siempre pensó que le odiaba. O simplemente daba tanta pena que hasta Derek se sentía mal ignorándolo.

-Date la vuelta.

-Si insistes...

No quería que siguiera viéndolo desnudo, ya era suficientemente raro ahora, no quería empeorarlo.

-No te lo he dicho... pero... gracias... por todo. Yo... ¿podrías no decirle nada a Scott?

-No diré nada a nadie.

Derek se quedó mirando a Stiles de espaldas. Sus ojos se centraban en su espalda, hasta que poco a poco fueron bajando hasta su trasero. Al llevar pantalones de chándal, se dejaba ver un poco. Era bonito. Y no solo eso... Stiles lo llevaba... ¿depilado? Eso era una sorpresa. Sus dos nalgas eran redondas y de color porcelana, muy bonitas.

-No creo que te guste que te diga esto.. pero ayer sangrabas por... ya sabes.

-Creo que me di cuenta.-dijo señalando los pantalones que estaban en el baño del día anterior.

-Bien. Pues tienes que curarlo.

-¿Eh?

-Tendrás una herida ahí, y por lo que veo no vas a ir al hospital.

-¿Cómo me curo una herida en el culo?

-Puedo hacerlo yo.

-¿Estás loco? deja de decir eso. Es... raro.

-Bueno. Si se te infecta ya me dirás qué excusa pondrás en el hospital.

En eso tenía razón. Se llevó lentamente la mano al trasero. Ya no sangraba, pero notaba algo de escozor dentro. Posiblemente un desgarro, aunque no parecía muy grave. La idea de lo hubieran violado así era terrible, pero tenía que afrontarlo de alguna manera. Los recuerdos le venían lentamente a la memoria. Era como si pudiera revivirlo perfectamente.

Sus ojos se empezaron a llenar de lágrimas una vez más. Su cuerpo le daba asco. Estaba usado y tirado como un juguete roto. Le habían robado su primera vez. Su virginidad, su dignidad, sus ganas de tener sexo y disfrutarlo. No era como lo había pensado.

El lobo y el corderoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora