Capítulo 1

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Despertó con el sonido del despertador martilleándole los oídos de forma cruel, gruñó frunciendo el ceño estirando el brazo para apagar el maldito aparato tentado en estamparlo contra la pared y se acurrucó de nuevo, contra aquel cuerpo caliente que dormitaba bajo el suyo, más pequeñito y que desprendía un calor agradable, consiguiendo que se adormilara poco a poco.


- Jensen...- Escuchó que susurraba.- Cariño despierta o no llegarás a trabajar...
- No quiero...- Protestó como un niño pequeño, escondiendo el rostro en el cuello de su esposa.- No quiero ir a trabajar...
- No seas crío.- La escuchó reír de manera amortiguada por estar apoyada contra la almohada.- Sabes cómo se pone tu jefe cuando llegas tarde por culpa de tu mujer.


Se lo pensó, de veras estuvo debatiéndose si levantarse o que le dieran al trabajo y divertirse un poco con su mujer hasta que ella misma tuviera que irse a trabajar. Finalmente suspiró dándose cuenta de que no podía escaquearse de sus obligaciones y besándola en la nuca se levantó caminando aún dormido hasta el cuarto de baño.

Dejó el grifo de la ducha abierto para que el agua fuera regulándose a la vez que él se despejaba un poco y se desnudaba.
Jensen Ackles era un importante empresario de 34 años. Trabajaba en una empresa de publicidad en Dallas, su ciudad natal. Estaba casado con Danneel Harris desde hacía tres años y realmente no podía pedirle mucho más a su vida.

Llegó al trabajo saludando a varios compañeros en la puerta del edificio, cabeceó con una sonrisa y subió a su planta. Al salir del ascensor pudo ver al director de la empresa hablar tranquilamente con otro compañero de la planta, que también era amigo.



- No me puedo creer lo que mis ojos me muestran.- Rió el hombre junto con su empleado.
- Mi mujer me ha castigado.- Se encogió de hombros.
- Sé lo duro que es eso.- Hizo una mueca de dolor su amigo, Misha haciendo que los tres rieran.
- Venga, a trabajar, que no os pago para estar hablando y tomando café, voy a seguir con la ronda.- Sonrió golpeándoles amistosamente la espalda a ambos y se alejó.
- Cada día empiezo a creerme más las leyendas urbanas de que es un poco bipolar.- Le dijo Misha sonriendo.



Jensen soltó una suave carcajada echándose un poco hacia atrás y le alzó la mano para que las chocaran. El moreno clavó sus ojos azules en él removiendo su café.



- ¿Todo bien?
- Claro, ¿Por qué no?- Alzó una ceja.
- La verdad es que sí es un poco raro que llegues puntual.- Se hizo a un lado para no recibir el golpe de su compañero que lo miraba fingiendo enfado.
- Es que Danneel, no me ha dejado quedarme más rato.- Hizo un puchero mientras caminaba hacia su despacho seguido por el otro.- Y mira que sé cómo persuadirla.- Misha rió detrás suyo sorbiendo del café.- Pero bueno, es lo que hay.


Abrió la puerta de su despacho y le dejó pasar dejando el maletín y las carpetas que llevaba en la mano sobre el enorme escritorio.
El despacho era bastante amplio, con el escritorio al fondo de madera oscura, lleno de papeles, un par de ordenadores y una impresora, un sillón cómodo para poder trabajar y con un amplio ventanal a sus espaldas. En las puertas tenía varias estanterías repletas de antiguos trabajos y proyectos, alguna maqueta inacabada porque el proyecto finalmente no se pudo concluir o era demasiado ambicioso para la compañía, pero a él no le importaba demasiado.
Eran recuerdos, casos que le mantenían en mente que era un hombre de negocios y que su trabajo no era fácil, que necesitaba esforzarse al máximo cada día aunque a veces sus planes fueran demasiado descabellados.

Misha se quedó en la puerta, apoyado en la misma terminándose el café de su vasito de plástico. Jensen lo miró de reojo alzando poco la cabeza, dispuesto a sentarse en su sitio esperando a que él volviera a decir algo, pero este sólo se encogió de hombros con una sonrisa. El rubio correspondió a ella negando con la cabeza y encendiendo el ordenador a la vez que sacaba su pequeño portátil de su funda y también lo encendía.
Como manía casi imposible ya de quitar cogió el bolígrafo y mordisqueó el tape mientras esperaba que el ordenador arrancase de una vez.


- Odio este cacharro.- Resopló.- Cada día le cuesta más ir decentemente.
- Es porque es viejo y tú no tienes paciencia.- Le picó ganándose que le lanzase el bolígrafo que se estaba comiendo. Lo esquivó milagrosamente haciendo que golpease en la pared de enfrente llamando la atención de algún empleado ajeno.- Mira que eres bestia.
- Por tu culpa, sólo sabes provocarme.- Gruñó soltando el aire con fuerza por la nariz.
- Ya, por cierto ¿A qué hora tienes la reunión de la nueva campaña?
- Pues...- Se quedó un momento callado y mirándose el reloj dio un bote.- ¡Mierda, no llego!- Se levantó deprisa cogiendo su portátil y salió del despacho arrollando al otro.


La reunión había sido un asco. Con todas las malditas letras. La nueva campaña de publicidad era un fiasco, sin imaginación y sin apenas presupuesto. Y él tenía la cabeza llena de brillantes ideas, pero todas parecían demasiado descabelladas, la siguiente más que la anterior, no podía permitirse fracasar esta vez, tenía que esforzarse en aquel nuevo trabajo y conseguir que progresara.
Sin embargo esa era la menor pega que podía ponerle al proyecto, lo peor era que el compañero que le habían asignado no llegaría hasta pasado mañana, debido al ingente trabajo que le había causado la anterior campaña en San Antonio, no podía movilizarse más pronto. Por lo tanto tenía que empezar él solo el proyecto y joderse si a su compañero de las narices no le gusta o le obligaba a hacerlo de nuevo, juntos.


- ¿Y bien?- Escuchó a Misha que entró detrás de él.- ¿Cómo ha ido?
- Un asco, estoy hasta los huevos de las idas de olla de esta empresa, de verdad.- Resopló sentándose en el sillón de nuevo, sobándose las sienes.
- Ni que te hayan hecho hacer un anuncio de vibradores.- Rió ante la idea.
- Seguramente no hubiera sido tan malo.- Lo miró de reojo, sonriendo un poco más tranquilo. Realmente Misha tenía esa cualidad especial de conseguir que siempre se tranquilizara. Su simple presencia lo calmaba.
- Vaya, entonces sí que debe ser retorcido.
- Me obligan a trabajar con un compañero nuevo.- Anunció con voz quejosa, como un niño.
- Ajá...- Alzó una ceja esperando que siguiera.- ¿Ya está? ¿Este berrinche sólo por esa mierda?
- No sé quién es, ni cómo se mueve en la empresa, al parecer lo designaron a San Antonio hace unos años y va a volver ahora después del éxito de su última campaña.
- Bueno, si tuvo éxito quizás sepa dónde se está metiendo. Jensen, sólo es una manía tuya, odias trabajar con alguien, todos lo sabemos, pero hay proyectos que te van grandes y necesitas una mano, así que compórtate y trata al chaval como se debe.
- Ni siquiera ha vuelto. Vendrá el miércoles y yo para entonces ya tendría medio proyecto hecho si lo hiciera solo...
- Pues hazlo, empiézalo si no puedes estarte quieto y después cuando él llegue lo ponéis en común.
- ¿Y si me manda a la mierda y se empecina a hacer él otro?
- No seas imbécil, tú llevas más tiempo en la empresa, eres su superior, como mucho dará su opinión sobre tu proyecto, pero no lo cambiará por completo o hará otro él mejor, deja de decir tonterías y poner excusas. Sólo conseguirás cabrear a Jim.
- Lo sé.- Suspiró rascándose la mejilla mirándole de reojo.- Gracias.


Misha se encogió de hombros, sonriendo y restándole importancia al asunto que tan de cabeza estaba llevando al rubio.

Unas horas más tarde, cuando ya empezaba a anochecer, Jensen salió del edificio canturreando una canción de Metallica se acercó a su coche, un Chevrolet Impala de 1967 que su padre le regaló cuando apenas sabía afeitarse. Era uno de sus bienes más preciados y que mimaba con sumo cuidado. Muchas veces Danneel le había amenazado con divorciarse si no dejaba de cuidar tanto al vehículo.
Abrió la puerta y se subió en él, dejó las cosas en el asiento del copiloto y arrancando puso la música para que le acompañara en el trayecto hasta casa.


Continuará...

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