Creo firmemente en el karma, en que, si haces cosas buenas, cosas buenas te pasarán, y que a las personas que hacen el mal, les espera un ajuste de cuentas, que en algún momento llegarán los vientos de justicia cual verdugo para equilibrar las cosas.
Sin embargo, hay muchas veces en las que siento una necesidad inmensa de presenciar ese sufrimiento en las personas que me han hecho daño de manera deliberada, hay veces que no puedo ocultar este obscuro sentimiento de clavar mi dedo en la llaga, de verles retorcerse conmocionados y sin poder comprender de dónde ha llegado toda esa desgracia, porque estoy convencida de que más de la mitad de estas personas que se dedican a aprovecharse de los demás, no llevan ni siquiera la cuenta de los daños que han hecho, y que cuando el destino las alcanza se llevan las manos a la cabeza y son tan hipócritas como para levantar la mirada al cielo y preguntarse: "¿por qué a mí me pasa esto?"
Siempre procuro dejarle todo a Dios, o al cosmos, o al karma, o a esa energía como quieras llamarle, del ajuste de cuentas, pero no puedo negar que me causa cierta impotencia el no hacer justicia por mi propia mano, el no reírme cuando las veo pasar por las mismas cosas que ellos hicieron a los demás, esto me hace sentir hasta cierto punto malvada y retorcida, pero prefiero aceptar esta condición, que ir por el mundo vendiendo una imagen de mosca muerta que no me queda, "soy humilde como para recibir la bofetada, pero no tan pendeja como para poner la otra mejilla", tengo un amor propio que no se sobrepone a la existencia de los demás, pero lo suficientemente fuerte como para no postrarme ante nadie, quiero que se me trate como una igual, me repugnan las personas sin emociones, sin la capacidad de amar o de empatizar en lo más mínimo con las personas que les rodean.
Muchas veces me encuentro con tanta ira reprimida por el maltrato recibido, que no puedo negar mi arrepentimiento por no haber sido más hija de puta con esas personas a las que ciertamente no les importó hacerme daño, me arrepiento de no haber tocado sus puntos flacos como ellos lo han hecho conmigo, aprovechándose de la confianza que en un momento se les tuvo y después utilizando esa información que tuvieron de manera privilegiada para darme dónde más me dolía, quizás me hubiera sido terapéutico el desquitarme también con ellos utilizando todo lo que aprendí, y que sabía que les hubiera hecho mucho daño.
No pienso desquitarme con alguien solo porque las cosas no se dieron, o si es que siendo él sincero nos damos cuenta de que no somos el uno para el otro, tampoco de aquel que se enamore de mí y yo de él, y por caprichos del destino nuestra historia tenga un punto final.