"El amanecer"

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Ayer cumplí ochenta años, mis seres queridos vinieron a visitarme, pero faltaba ella. Maldigo el destino que me conserva inamovible al paso del tiempo, maldito el tiempo que se la llevo.

Es medianoche y la sombra de ella está a los pies de mi cama, me habla, me dice que me extraña. Yo, al principio me asusto, me aterro ante la extraña presencia. Después me siento perplejo, después embelesado. La imagen conserva su lozanía, su rostro finito, su bella nariz, sus ojos infinitos. La sombra va y viene, me despierta, toco mi rostro, mis ojeras delatan mi cansancio.

He hecho de todo para que se fuera, mas no lo consigo, ella permanece, ¿irme yo?, si, la posibilidad siempre existe, pero no puedo, he pensado en irme en escapar, pero me es imposible, estoy ligado a ella como ella a mí y es seguro que donde yo este, ella, estará conmigo.

Observo el reloj detenido en el tiempo, el segundero me asfixia, prendo la televisión y todo termina, intento dormir, no la veo, pero pasan diez segundos y escucho un murmullo, “te extraño” me dice, la piel se me eriza.
Son apenas las dos de la madrugada y para mi han pasado siglos, me siento en mi cama vacía, ancha y enorme, demasiado espacio para un hombre solo, la invito, pero me rechaza, me dice que no puede, que vaya yo hacia donde esta ella. Tengo miedo, no de ella, miedo al cambio a lo desconocido.
El tiempo sigue pasando, abrazado a mis piernas, trato de rezar, pero no me acuerdo de ningún párrafo, invoco a dios, le suplico, pero ese dios esta distante, mucho más distante que ella.
Ella está frente a mi cama, me mira triste, supongo, sé que no es su intención crear este estado en mí, quisiera llorar, pero no hay lágrimas.

Al final me decido a levantarme, extrañamente, mi estado de ánimo y mis fuerzas cambian a medida que me acerco a ella.

La luz del sol está saliendo, el paisaje comienza a cambiar, el suelo de madera color barniz de mi habitación se transforma en un verde pasto mojado, sus brazos extendidos me dirigen, ya ha salido el sol.

Tengo 19 años, ella 20, su cabello mojado con pequeñas trencitas, su rostro finito y una leve llovizna me llevan al día en que me enamore de ella. Todo ha cambiado, para bien, ya no estoy solo, también sé, que ya no estoy vivo.

Fin. Tal vez....

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