EL INCREÍBLE "Experimento Filadelfia"

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A fines de los años 30’, el famoso ingeniero eléctrico y físico Nikola Tesla desarrolló una teoría dinámica de la gravedad basada en una mezcla de ondas electromagnéticas, longitudinales y transversales, que sirvió de base para que un grupo de científicos de la Universidad de Chicago y Princeton intentaran conseguir la invisibilidad de pequeños objetos a través del uso de campos electromagnéticos.

Albert Einstein, el famoso premio Nobel de Física que en la década siguiente se convertiría en asesor científico de la Marina estadounidense, desarrolló a su vez una teoría del campo unificado combinando las ecuaciones que rigen la interacción de la materia, la luz y la gravedad. La idea de Einstein era deformar el flujo de la luz, alterando la relación entre espacio y tiempo, logrando quizás la teleportación o hacer las cosas invisibles, ya que si “vemos un objeto es porque la luz lo ilumina, pero aplicando la teoría del campo unificado se podría desviar la luz, por lo que esta no toca el objeto más, sino que lo rodea”.

El siempre astuto gobierno americano, en concreto la Armada, quiso utilizar estas ideas y teorías para orientarlas a la industria bélica. Mal que mal, el país se encontraba en plena guerra con la Italia fascista, la Alemania Nazi y el imperio japonés, por lo que cualquier nueva y útil tecnología que se aplicara en el campo militar sería bienvenida.

Para echar a andar el experimento que lograría la desviación de la luz y la invisibilidad de los buques se usó el buque de escolta USS Eldrige DE-173, el cual había sido echado a las aguas en julio de 1943. El USS Eldridge fue modificado para transportar en su interior dos enormes generadores de 75 Kilovoltios amperios cada uno, cuatro bovinas montadas en cubierta, tres transmisores de 2 megavatios cada uno, tres mil tubos amplificadores y varios circuitos de sincronización y modulación. Todo este equipo, en teoría, debería generar campos electromagnéticos masivos que, correctamente configurados, serían capaces de curvar las ondas de luz y de radios alrededor del buque, haciéndolo invisible.

El experimento

Las pruebas habrían empezado el verano de 1943 y tuvieron cierto éxito. Una prueba del 22 de julio de 1943 volvió al USS Eldridge casi totalmente invisible, con algunos testigos reportando una “niebla verdosa” (la misma que se reporta en algunas de las desapariciones en el temido Triángulo de las Bermudas). Sin embargo, algunos miembros de la tripulación se quejaron de náuseas. En ese momento, el experimento fue alterado a petición de la Marina, con el objetivo de hacer al navío invisible únicamente a los radares.

El equipo fue recalibrado y el nuevo experimento se llevó a cabo en los astilleros navales de Filadelfia, en el estado de Pensilvania, el 28 de octubre de 1943. Esta vez ocurrió lo inaudito. Tripulantes del barco mercante SS Andrew Faruseth, que también había viajado con el USS Eldrige a África meses antes, relataron que los generadores gigantes del USS Eldrige comenzaron a zumbar mientras el campo electromagnético alrededor de la nave comenzaba a intensificarse. Una niebla verde ascendió alrededor de la línea de agua hacia arriba, y eventualmente envolvió a la nave entera. Cuando la niebla comenzó a disiparse, los testigos quedaron estupefactos: El USS Eldridge había desaparecido.

El USS Eldridge no sólo se había vuelto indetectable para el radar, sino que también era totalmente invisible a la vista, pues de hecho desapareció totalmente del área acompañado de un relámpago azul. Al mismo tiempo, sin embargo, ocurrió otro hecho increíble. Personal de la base naval estadounidense en Nolfork, Newport News, Virginia, ubicada a cientos de kilómetros de distancia, reportó haber visto al Eldridge durante 15 minutos, al final de los cuales desapareció, para volver a aparecer en Filadelfia, en sus coordenadas originales. Al parecer, el supuesto experimento para buscar la invisibilidad habría derivado en un caso accidental de teletransportación.

El marinero Carl Meredith Allen, miembro de la tripulación del barco S.S. Andrew Furuseth, relató posteriormente que “vi que el aire que rodeaba al Eldrige se volvía un poco más oscuro que el resto de la atmósfera. A los pocos minutos vi levantarse del agua una bruma verdosa, similar a una nube muy tenue. De pronto, el barco desapareció completamente y nosotros experimentamos una gran sacudida. Varios de nuestros hombres se desmayaron y a muchos comenzó a salirles sangre de la nariz. En pocos segundos el flamante barco de guerra ya no estaba en su sitio, pero en la superficie del mar podía verse claramente la marca de su peso al desplazar el agua. Sencillamente se había hecho invisible y no quedaban rastros ni de él ni de los hombres que iban a bordo. Antes de que se esfumara del todo vi que uno o dos marineros que estaban en estribor se desintegraban por completo. Todo comenzó con un desagradable zumbido, que fue aumentando de volumen hasta convertirse en un silbido inaguantable, que culminó en una violenta explosión. En el puente en donde yo estaba reinaba una confusión absoluta y las órdenes se sucedían unas tras otras. Uno de los civiles, el que parecía estar al mando de todo, gritó por la radio que apagaran los generadores”.

Allen agrega que “transcurrieron varios minutos cuando aquella bruma verdusca comenzó a dispersarse y sin zumbidos ni manifestación alguna que lo anunciase, el crucero comenzó a materializarse de nuevo, desde la popa a la proa, como había ocurrido en el instante en que se hizo invisible. Pude observar que los hombres que estaban en cubierta sufrían fuertes convulsiones; más tarde supe que varios habían desaparecido y que nunca más se volvió a saber de ellos. Ese instante repercutió negativamente en la mayoría de quienes estuvieron involucrados en ese experimento y muchos perdieron la razón, padecieron alucinaciones o sufrieron horribles dolores y enfermedades. A mí también me afectó ese campo eléctrico que se formó en torno de la nave, ya que cayó también sobre una parte de nuestro barco. Era como una lámina de electricidad pura, con tanta potencia que casi me hizo perder el equilibrio. Fue un momento horrible, y sólo mucho más tarde me di cuenta de que aquel día la ciencia había dado un gran paso, y que la Marina, temerosa de las consecuencias de un experimento que había salido de control y matado a varias personas, trató de ocultar por todos los medios”.

Los terribles daños colaterales del experimento

El mismo Carl Allen, quien bajo el seudónimo de Carlos Allende le reveló en 1956 este experimento, a través de tres cartas, al profesor de astronomía y matemáticas y ufólogo Morris K. Jessup (quien afirmaba que los extraterrestres curvaban el espacio-tiempo en sus naves para cruzar vastas distancias interestelares), agregó que los efectos del experimento en algunos miembros de la tripulación del USS Eldrige fueron gravísimos o fatales. Algunos no sólo sufrieron mareos muy severos, desaparecieron o se volvieron locos, padeciendo esquizofrenia severa.

Lo más terrorífico, según Allen, fue el hallazgo de cinco miembros de la tripulación que fueron encontrados fundidos completamente con la estructura metálica de la proa del buque, mientras que otros tantos sufrieron desmaterializaciones de algunas partes de sus cuerpos (un diario de Filadelfia informó que, pocos años más tarde, durante una pelea de marinos en un bar, varios contertulios relataron a los reporteros que varios marineros desaparecieron del lugar a vista de todos los presentes, como si se hubieran desmaterializado. Supuestamente, eran marineros del USS Eldrige).

La Armada americana, si bien negó de plano la existencia del “Experimento Filadelfia”, no pudo ocultar años más tarde la existencia del denominado “Proyecto Arcoiris”, un conjunto de experimentos bélicos secretos que buscaban la derrota del eje compuesto por Italia, Japón y Alemania en la Segunda Guerra Mundial.

Con respecto al USS Eldrige, lo raro es que tanto las cartas de navegación como la bitácora del barco se perdieron para siempre. El Instituto Naval norteamericano no tiene casi fotos en sus archivos de este barco y los tripulantes del barco se esfumaron de la faz de la tierra, al igual que sus fichas, y 300 toneladas de instrumentos que llevaba a bordo el Eldridge también desaparecieron cuando el barco fue vendido a Grecia en 1951 casi desmantelado (La nave sirvió en la Marina griega bajo el nombre de Leon HS hasta su desmantelamiento definitivo en 1992. La nave fue finalmente destruida para chatarra en 1999).

Morris Jessup, en tanto, quien recibió las misteriosas cartas de Carl Allen, fue encontrado muerto en su auto en Florida en extrañas circunstancias, mientras que el mismo Allen terminó sus días en un asilo de ancianos, declarado como “loco” por sus ex superiores de la Marina.

No obstante, en una noche de verano de 1970, en el Memorial Parks de Colorado Springs, los marineros James Davis y Allen Huse afirmaron haber sido abordados por un hombrecillo con aspecto de mendigo, quien afirmó haber sido un marinero del USS Eldridge. El marinero les dijo lo siguiente: “Trataron de convencernos de que el experimento no había ocurrido, y nos obligaron a jurar que guardaríamos el secreto, a pesar de que nadie iba a creer semejante historia. Nos dieron de baja por incapacidad mental, por si a alguien se le ocurría tomarnos en serio. Así, si alguien iba a la Marina con preguntas, ellos podían decir que era un cuento inventado por un hatajo de chiflados. Hay que reconocer que, desde el punto de vista de la seguridad, era un jugada maestra”.

A siete décadas del increíble “Experimento Filadelfia”, muchas preguntas siguen vigentes ¿Consiguieron los científicos americanos, inspirados por Nikola Tesla y Albert Einstein, curvar el espacio-tiempo y hacer invisible y teletransportar un pesado buque de guerra? Y, si ello no fue así ¿Por qué la nave desapareció de Filadelfia y fue vista simultáneamente por cientos de testigos en Virginia, a cientos de kilómetros durante 15 minutos? Con todos los tripulantes y testigos muertos, y con los archivos del supuesto experimento celosamente guardados por el gobierno americano, sólo queda una certeza. El USS Eldrige se llevó su fabuloso secreto a su tumba.

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