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Cualquier día de enero, 2017.

Para mi,
Ni para nadie más.

Ha pasado el tiempo.

Las aves siguen entonando las mismas melodías y aquellos amigos de secundaria siguen cometiendo algo irreparable: continuar sus vidas.

Y siguiendo el diálogo dentro de mi mente, ¿que he hecho yo?

He pausado el tiempo cada vez que me ponía a pensar sobre lo que pasaba en mi alrededor, sin interactuar de manera física o emocional.

Solo estando con los ojos perdidos en el espacio ilimitado de una vida solitaria, acompañada de amigos extrovertidos que sacaban aquel lado curioso que debía suprimir en cuanto me sintiera mal.

En cuanto los momentos ficticios de morbo se convirtieran en algo de todos los dias.

Donde no tendría que hablar más por mensajes de texto que por conversaciones orales.

Al segundo en que sabía que lo que hacia estaba mal, y no porque alguien conocido lo dijera, sino porque yo mismo sintiera que lo que intentaba alcanzar era una meta estúpida.

Poner a una persona como meta no es alcanzable, ni real. Solo te haces adicto a lo que en ese momento te hacia sentir bien, no a lo que realmente te satisface.

La habitación de un chico es muy pequeña para colgar fotos de todo lo grandioso que uno ha hecho en su vida, pero si muy adecuada para encerrar a alguien que está repleto de sueños y aspiraciones por medio del internet y la ilusión.

Si uno quiere llegar a cumplir sus sueños, primero debe salir al mundo para proveerse de inspiración.

Hasta luego, diario inacabado.




Las reglas de un soñador #PGP2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora