Los Sakamaki Son Reales?!!

2a temporada: No podéis matarme!

-Quién eres?- pregunté.

Pero cuando me quise dar cuenta, el chico ya no estaba.

No tenía ni la más mínima idea de qué demonios estaba pasando

-¿Qué hago?- no cesaba de preguntarme.

Estaba en un estado en el que llegas a estar tan triste que ya no siente ni dolor, ni alegría, ni tristeza, simplemente tu cuerpo está como muerto, y así era como me sentía yo.

No podía soportar todo lo que estaba ocurriendo a mi alrededor, y debía pensar rápido una opción a elegir: quedarme o irme.

De repente oí pasos acelerados acercarse a mis espaldas, cuando me giré vi a los sakamaki y a Kou.

-Los demás estarán junto al cuerpo de azusa- pensaba.

Cuando me fijé más, me di cuenta de que no tenían el aspecto habitual de todos los días, y no solo estaban enfadados, sino que tenían cara de asesinos en serie.

-Akari!!- me gritaron enfurecidamente.

Estaba segura, iban a matarme, iba a morir allí mismo, ya no me querían, debía irme lo antes posible.

Me levanté del suelo con todas las rodillas llenas de tierra, el cuerpo me dolía y no paraba de temblar, así me era casi imposible moverme, no iba a conseguir nada, pero por lo menos tenía que intentarlo y eché a correr, podría haberles explicado que no era culpa mía, pero no me habría dado tiempo, no estaba nada segura de quedarme a explicárselo delante de unos vampiros sádicos que te pueden hacer de todo.

-Akari, a dónde crees que vas?!!- me gritaban casi a punto de quedarse sin voz.

Las lágrimas salían cada vez más fluidamente y eso no era nada bueno mientras corría, porque cada vez me faltaba más el aire y respiraba muy fuerte.

-Dejadme!- dije mientras miraba hacía atrás

Cogí una piedra del suelo y se la lancé, sé que le dio a alguien porque se oyó un gran estruendo. No sabía a ciencia cierta si lo que había hecho me iba a ayudar en algo, o solo había empeorado las cosas.

-Ahh- jadeaba intentando coger aire.

Ya casi no podía más, y el camino se acababa, así que me adentré en el bosque para que fuera más difícil encontrarme, pero a punto de esconderme en una cueva, Ayato me cogió del hombro y me echó hacia él ferozmente .

-Sueltame, Ayato!- le grité poniendo mis manos en su pecho para alejarlo de mí.

-No te dejaremos ir, nos debes una explicación!!!- me gritó.

Los demás se acercaban lentamente haciendo un circulo que me rodeaba, ya no sabía que demonios hacer, hasta que a mi cabeza llegó una idea, un arma de defensa ancestral que no había querido usar hasta ahora, pero que había llegado el momento de utilizar.

-Lo siento... Echate vaselina  o algo después de esto- le dije agachando la cabeza.

-Ehh?- preguntaron extrañados

Me posicioné, tomé aire y le di una patada en toda la entrepierna con todas mis fuerzas, en el fondo no me sentía tan mal porque le había dado un consejo