CAPÍTULO 2

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 Tenía mucho sueño, pero Ander no podía dormir, estaba muy nervioso. Llevaban ya casi dos horas de viaje, y donde él estaba sentado no había ventanas. No sabía a dónde iba ni en que lugar se situaba. Encima le resultó bastante raro que fuese él sólo en aquella aeronave. El Coronel estaba sentado frente a él, con un dispositivo parecido a una tableta en la mano, manejándolo con bastante concentración. De pronto se lleva la mano a la oreja.

- Sí, de acuerdo.

   Y después de decir eso, se levanta y guarda el dispositivo en el bolsillo interior de su chaqueta. Mira atentamente a Ander.

- Vamos, Ander. Hemos llegado.

   El chico nota una fuerte sacudida y los motores del deslizador se paran. Habían aterrizado por fin. La compuerta de la nave se abre, el Coronel lo invita a bajar y el joven lo hace. Observa el lugar, una sala enorme, un gran hangar. Las paredes eran de un metal bastante liso y tenían un color blanco. En el techo había una gran compuerta cerrada, seguramente por donde había entrado el aerodeslizador. No había ninguna ventana y había luces por todas partes. Al fondo del sitio se encontraba una puerta automática con varios soldados esperándole. Vestían el uniforme oficial del ejército, un ajustado traje de algo parecido al cuero de un verde bastante pálido, y un cinturón metalizado con el símbolo del ejército en el centro. El chaval sigue al Coronel hasta donde están los soldados que, en cuanto llegan, se colocan firmes y se llevan la mano a la frente haciendo un saludo oficial.

- ¡Descansen! -indica el Coronel Suárez y los soldados bajan la mano y se relajan.- ¡Nuñez! Lleva al nuevo recluta a su respectivo dormitorio de pelotón.

- Toma, Ander, -se dirige al muchacho.- esta es tu identificación. Llevas escrito el número de tu pelotón en esta tarjeta. En tu dormitorio encontrarás el resto de cosas que necesitarás. Nos vemos a la hora del almuerzo en el comedor.

   Ander asiente con la cabeza y el Coronel le coloca la tarjeta con el enganche en la camiseta, en el lado izquierdo de su pecho. Al instante el chico se la mira y lee: 

                                                        "PELOTÓN 10"

Al momento el soldado le indica que le acompañe.

   El lugar era impresionante. Andaron por pasillos del mismo color y estilo del hangar y por el camino observo muchas puertas y gente por todas partes. Muchos niños le miraban, y otros algo más mayores simplemente hacían como que no les importaba. Poco a poco iba relajándose al ver más niños como él, se sentía como en el colegio, solo que sin sus amigos. Mientras recorrían el lugar Ander se fijó en el soldado que le escoltaba. Era bastante joven, podría tener entre diecisiete y diecinueve años, aunque no sabría decirlo con exactitud. Pero se le interrumpen sus pensamientos cuando el soldado le indica que entre en una sala. No era una habitación muy grande, había una silla en el centro y dos hombres con batas blancas. Junto a la silla había una mesita de metal, con muchos cachivaches de a saber para qué.. -"Dios, ¿qué demonios van a hacerme?"- Ander tenía pánico a ponerse enfermo por lo mismo. Le daba pánico el hospital. Y ahora va y se encuentra aquello.

- Por favor pasa. -le indica uno de los médicos, a lo que el chico responde entrando en la habitación.

- Si eres tan amable de desnudarte y sentarte en esta silla. Gracias.

   Genial, encima tenía que desnudarse. Empezaba siendo un infierno del que esperaba poder librarse pronto, aunque sabía que no iba a poder hacer nada. Así que sin rechistar, se quita sus viejos vaqueros que le encantaban, y su camiseta del último vídeojuego que había salido al mercado. Una vez desnudo, se sienta en la silla, y siente el frío del acero de la silla en sus nalgas desnudas. Estaba pasando mucha vergüenza, nunca se había desnudado por completo delante de nadie. Los médicos le atan a la silla con unos cinturones de acero, y da un respingo por el frío, al colocárselos en la barriga y en las piernas. Le colocan ambas manos en los reposaderos y sale unas abrazaderas que le retienen también las manos. Ander cada vez tiene más miedo, pero no quiere echarse a llorar. Tan pronto no.

- Esto no va a dolerte nada, ¿vale? Tranquilo.

-¿Para qué es esto? -le pregunta el chaval.

- Tenemos que hacerte unos análisis, además de coger las medidas de tu ropa para tu uniforme. También cogemos una muestra de ADN para registrar tu ingreso en el ejército, y te colocamos un chip con tu información personal y todos tus datos.

   "Qué mal suena todo esto, por favor, no quiero que me duela."- Piensa mientras intenta mantenerse sin moverse, aunque tampoco es que pueda mucho. Ve como uno de los médicos coge una jeringuilla, se la coloca en el brazo derecho al chaval y le saca dos tubos de sangre, mientras que el otro está preparando una especie de aparato parecido a unas pinzas. Entonces se acerca con el aparato.

- Tranquilo, sólo duele un poco, pero no te muevas.

   Y coloca las pinzas sobre el muslo izquierdo del chico. En ese momento pulsa un botón del aparato y las pinzas se introducen a un velocidad de vértigo en la piel, soltando el chip, y saliendo de nuevo. -"Que no iba a doler dice" Ander mete un grito que suena en toda la habitación, y seguro que se podía oír desde fuera. Cuando ya terminan de hacer todo, el chaval se baja de la silla, y uno de los médicos le trae un uniforme azul océano, también de una especie de cuero. Entonces lo dejan vestirse y se coloca la ropa interior nueva que le dan y el uniforme. Lo nota bastante cómodo y se ajusta a la piel a la perfección. Es como si fuese una segunda capa cutánea del cuerpo. Una vez vestido por completo, le dan unas botas y un cinturón metálico, que tiene un círculo en el centro con el número diez en él. Se lo coloca y el soldado le dice que pueden seguir.

   Avanzan de nuevo por las instalaciones hasta que llegan a un ascensor y entran. Al menos subieron veinte plantas cuando el ascensor para y se abren sus puertas. Otro pasillo igual, pero esta vez con ventanas. Unas ventanas alargadas con forma rectangular que dejaban ver un enorme jardín interior y permitía ver la altura del edificio, que aparentemente tenía forma circular. Tenía un techo que parecía cristal y dejaba ver el exterior, un manto azul y muy soleado que lo iluminaba todo. A la derecha de Ander había un cartel y este, al observarlo descubre que sólo hay diez pelotones. -"Estoy en el último pelotón." A cada pelotón le pertenecía una de las últimas diez plantas del edificio y él se encontraba en la planta veinte, la última planta, correspondiente al pelotón diez. Continúan por el pasillo y giran varias veces a derecha e izquierda. Ander va analizando el lugar conforme va avanzando, trazando poco a poco un mapa mental de la zona. Tenía una facilidad tremenda para hacerse a una zona y a su distribución. Su orientación era ejemplar. El soldado vuelve a pararse frente a una puerta, y esta se abre.

- Este es tu dormitorio. En él encontrarás las reglas de las instalaciones. Tienes el resto de la mañana libre. Se come a las 14:00h, hasta luego recluta. Y después de decir eso, me hace un saludo oficial y se marcha. 

   Dos chicos estaban en la puerta de un dormitorio vecino, y no paraban de mirar a Ander fijamente, con cara de extrañeza. Este los ve, pero pasa de ellos y entra en su dormitorio.

   Era bastante bonito y acogedor. Esta vez las paredes eran del mismo color que su uniforme. Había una cama, un escritorio amplio que sobresalía de la pared y unas estanterías de metal grisáceo brillante. Observa que su maleta está colocada en una esquina. Un lector de huellas se encontraba en una pared, el chico se acerca y desliza la mano sobre él. Al momento suena una voz femenina y robótica por unos altavoces situados en alguna parte del techo:

-"Analizado. Sujeto, Ander García. Miembro de pelotón diez. Registrado.."

   Inmediatamente se abren unas compuertas frente a él dejando ver un ropero, como el de su casa, solo que el interior parecía más bien una taquilla grande. Colgando había otra muda limpia del uniforme que llevaba. También había unos papeles en los que se podía apreciar en grande que ponía "Instrucciones". 

   "Ya las leeré luego, estoy muy cansado y aún quedan cuatro horas hasta el almuerzo." Y sin pensarlo más se quita las botas y se deja caer en la cama quedando profundamente dormido.

   Se despierta y mira el reloj y de pronto da un brinco. -"Mierda. Son las 14:05h. Genial, el primer día y ya llego tarde."- Y automáticamente se levanta de la cama, se coloca las botas y sale de la habitación corriendo. Encima no tenía ni idea de dónde se encontraba el comedor. Todo iba de mal en peor.

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