CAPÍTULO 8

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 Un pasillo que lleva a otra puerta. Se acaba la decoración de las instalaciones, dando paso a unos pasillos fríos y sin pintura, sólo cemento a la vista. Muchas tuberías con escapes de algún que otro gas a presión; muy poca luz, sólo la procedente de unos apliques mal colocados en el muro desnudo; y ni una sola ventana.  Llegan a unas escaleras metálicas llenas de barras que parecía más bien un andamio. Los tres avanzan despacio hacia arriba mientras Marcos estaba pendiente por si venía alguien.

- Tengo miedo, Ander. –comenta Izan. Esta vez es él el que tiene miedo.

- Tranquilo, estoy contigo.

   Los tres continúan por el oscuro pasillo y atraviesan una puerta. Al momento se encuentran en una plataforma de metal a una altura de un primer piso de una sala muy amplia. En el piso de abajo hay una multitud de hombres que están trabajando en lo que parecen unas máquinas. Algunos están manejando unos paneles, otros son soldadores que están uniendo varias tuberías repletas de cables mientras llueven chispas a su alrededor, otros reparan algunas fugas de las tuberías de gases que vieron anteriormente. Algunos llevan unas carretillas elevadoras hasta arriba de cajas y, una de ellas se cae y se abre al estamparse contra el suelo, saliendo de su interior multitud de armas de fuego.

- ¿Dónde estamos? Además, ¿no se supone que estábamos en el último piso? –pregunta Ander.

- Vosotros seguidme y no hagáis ruido. No pueden vernos aquí.

   Continúan por la plataforma ocultándose tras la valla de sujeción agazapados, hasta que llegan a otra puerta. Se encuentran ahora en una pequeña habitación y Marcos comienza a coger cajas y demás objetos para apilarlos con intención de llegar al techo. Ander no daba crédito a lo que estaba viendo. Desde que atravesaron aquella puerta de su planta de dormitorios ya sabía que algo iba mal. Cada vez tenía más dudas que se le sumaban a las ya creadas, y sólo conseguían aumentar su desconfianza hacia el Coronel y hacia los demás superiores de aquel edificio. “¿Qué están tramando? ¿Por qué tantos secretos? ¿Tendrá esto que ver conmigo y con la importancia que se me está dando?”. Las preguntas se le iban acumulando y ninguna recibía respuesta alguna. Pero el instinto impulsivo de Ander no iba a quedarse quieto. Él va a descubrir qué está pasando, e intentará solucionar todos los problemas que se le van presentando. Ahora no tiene claro lo de estar en un lugar seguro como dicen.

   Marcos consigue llegar al techo y levanta uno de los paneles, se introduce un poco en él y a continuación sale y se dirige a los chicos.

- Venga, podéis subir

Uno a uno suben por la pila que marcos ha formado y se introducen por el hueco del techo. Ander es el último. Cuando lo atraviesa ve que se encuentra en otro pasillo, este más cuidado, con las paredes pintadas de negro y rojo. Se da cuenta que han salido por una baldosa del suelo. La vuelven a tapar colocando la baldosa cuidadosamente para no hacer ruido y proceden a seguir a Marcos. Este comienza una táctica militar y con gestos va indicando a los chicos que paren. Cuando ya ve que está despejado les hace otro gesto y continúan la marcha. En un momento determinado tienen que esconderse tras un mostrador mientras pasa un hombre con una bata blanca. “¿Batas blancas? ¿Estamos acaso en un hospital?”. Una vez ha pasado de largo, los chicos salen de su parapeto y continúan por el corredor. Cuando pasan por un cruce en forma de T, Ander observa una cristalera que se encuentra al fondo del pasillo que dejan a su derecha. La ve.

   Una chica. Está de espaldas así que sólo consigue ver sus cabellos rojizos que le llegan hasta los hombros y que más o menos tiene la altura del chaval. Está hablando con un hombre bastante entrado en años, con pelo canoso y una barba igual y abundante. Cuando acaban la conversación ve a la chica salir y entonces consigue apreciar su rostro. Era bellísima, con una nariz de curvatura suave y redondeada, y unos ojos preciosamente oscuros y perfectos. Ander no había contemplado una chica tan bella en su vida, además era la primera que veía desde que estaba en aquel lugar. Y allí se queda él, pasmado, congelado en la esquina del cruce embobado en aquella chica, que desaparece por la esquina del otro extremo del corredor. En la sala con la cristalera ve entrar al Coronel Suárez y comienza a hablar seriamente con el viejo canoso.

- ¡Ander, joder vamos! –susurra fuertemente Marcos mientras coge al chaval del brazo y tira de él hacia su posición resguardada.

- Sí, lo siento.

   Por el momento el chico piensa en no decir nada sobre lo que ha visto, ya que aún no sabe si confiar en marcos. Así que continúan por varios pasillos hasta detenerse frente a una puerta.

- Recordad, lo que veáis dentro no debe salir de aquí. Tenemos diez minutos hasta que venga el nuevo turno.

Y los chicos proceden a entrar.

   Es una sala de control, a juzgar por todos los paneles con botones y pantallas que hay. En el centro se encuentra un gran holograma de lo que parece ser el edificio, pero tiene una forma muy extraña.

- ¿Esto es donde estamos? –pregunta Ander observando aquella reproducción.

- Sí. –responde Marcos.

- Tiene una disposición extraña, es como si... –continúa Ander hasta que Izan lo corta.

- ¡Chicos, mirad! Aquí hay un panel en el que pone: “Selección de paisaje”, y hay un montón de botones con distintos parajes.

- Entonces es cierto, estamos… -vuelve a intentar hablar Ander hasta que nuevamente lo corta, esta vez, Marcos.

- Bajo tierra, sí.

- Entonces, lo que se ve por las ventanas… -inicia Izan.

- Son proyecciones seleccionadas en este panel. –termina de decir Ander bastante asombrado.

- Exacto. –responde Marcos con firmeza.

   Asombrados, los muchachos continúan observando la sala, intentando asimilar la situación. Ander comienza a ver las pantallas que hay en uno de los paneles. Son cámaras de seguridad: el comedor, algunos pasillos, la sala de entrenamiento y… No, no podía ser cierto. En una pantalla se observa su habitación. Ander no daba crédito a lo que veía. “¡Me tienen vigilado! Pero, ¿por qué?”. Marcos se acerca por detrás.

- Parece que eres muy importante después de todo.

- ¿Qué quieres decir con eso? –pregunta el chaval totalmente aturdido por toda la información que estaba recibiendo de golpe.

De repente los interrumpe una alarma de seguridad que comienza a sonar fuerte por todo el lugar.

CONSPIRACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora