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Lo que pasó el 2 de febrero con Krul

Queen's dinner [Restaurante de Krul]
Abrimos de 7:30 a.m. – 9:30 p.m.

El reloj marcaba las 10:46 p.m. y Shinya seguía limpiando la cocina. Krul se sentía apenada; había pedido a su único empleado que se quedara un poco de tiempo extra porque habían rentado el servicio del restaurante hasta las 10 en punto, aunque terminó de arreglar el pago con el cliente a las 10:20 p.m. y aunque Mika era de mucha ayuda al momento de limpiar las mesas, era tarde y el niño estaba cansado y fastidiado, sobre todo después de tener que quedarse en la oficina por tanto tiempo (usualmente estaba en una de las mesas dibujando o haciendo alguna otra cosa).

No hubiese aceptado la renta si no hubieran ofrecido una buena cantidad de dinero. Dinero que necesitaba para poder seguir moviéndose. No podía quedarse más en esa ciudad, tenía la sensación de que solo prosperaría en una más grande. Quizá se equivocaba, pero se sentía estancada y quería demostrarse a si misma —y quizá también a su ex, aunque no iba a volver a verlo jamás— que podía crecer económicamente, quizá también a nivel personal.

Se nada encargaba del corte de caja cuando escuchó a su hijo suspirar después de un bostezo. Conocía eso, él estaba demasiado cansado y esperaba poder terminar antes de caerse dormido. Nunca le había exigido nada, solo guardar sus juguetes y encontrar los pares de sus calcetines en la ropa limpia; sin embargo, el niño ponía toda su energía al final del día para ayudar a du madre a limpiar mesas. Debía agradecerle pronto, de alguna manera. Quizá llevarle de vacaciones podría ser bueno, quizá también podría hablar con él sobre lo buen hijo que era y que no era necesario que se esforzara tanto. A veces a Krul se le olvidaba decirle que intentara dormir mientras terminaba de cerrar.

—Mika, recuéstate en el sillón —le dijo sin levantar la vista de la caja—. Es tarde, ve a descansar.

No hubo respuesta, así que alzó la vista. Había olvidado que ya no tenían ese sillón; el niño estaba juntando un par de sillas para acostarse sobre ellas. Sonrió la madre con cansancio.

Shinya terminó de limpiar la cocina y continuó con las mesas que habían faltado. Suspiró con una sonrisa al ver al pequeño rubio, se quitó el suéter y lo cubrió con él.

En cuanto escuchó a Krul cerrar caja y suspirar con alivio, volteó a verla. La pelirrosa lo observaba cansada.

—Hora de irse —dijo él.

—Lamento haberte hecho quedar tanto tiempo y de sorpresa. Son más de las once —se disculpó Krul.

—No es nada. No puedo dejártelo todo a ti, sé que es...

—Aún así, el lugar es mío —interrumpió—, debería haber...

—Tranquila, tranquila —fue el turno de Shinya de interrumpir—. Amo estar aquí... amo estar contigo y Mika. Son muy especiales, me siento afortunado de poder estar cerca de ustedes. Hacen que me olvide de todo.

—Gracias, Shinya —la sonrisa de la chica era cansada, sus ojos estaban algo enrojecidos y el peliplata no estaba seguro de que dejarla conducir fuera una buena idea.

—No es nada, jefa —le guiñó un ojo y ella se rió negando con la cabeza. Se acercó a su hijo y antes de poder levantarlo, Shinya ya lo estaba sosteniendo—. Mejor cierra todo, te ves muy cansada y... los cuatro años de Mikaela ya pesan.

Si aún no es muy tarde [GureShin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora