XV

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Hola, vuelvo con dedicatorias. A mi gemeli, que llegó con algo que me alegró bastante hace unos días. Siempre me ha apoyado, llevo tres años en esto y ella continúa a mi lado, dándome ánimos. A mi hermanito, porque es mi hermanito y lo quiero mil millones de veces. Y siempre me manda imágenes de Guren y Shinya, para llorar y disfrutar. (El sufrimiento que ellos dos me causan es muy inspirador y lo disfruto, no te preocupes). Y a la chica que le recomendó a mi hermanito que leyera esta historia (Dan dijo que te llamas Sofía, así que, para ti, muchas gracias). Lo vi en el muro de él en fb y me dio vergüenza meterme y decir: hey, ese fic es mío... Jajaja... Muchas gracias, de verdad. El ver que alguien lo recomienda a pesar de que tardo siglos en actualizar me hace sentir feliz y con ganas de continuar pronto.

¡Muchas gracias por la paciencia que me han tenido hasta ahora todos! El que haya gente aún por aquí, nuevos y viejos, me mantiene con la cabeza trabajando. Ah. Gracias.

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"Quererte a ti...
es querer ganar el cielo por amor,
es haber perdido el miedo al dolor,
es luchar contra nadie en la batalla
y ahogar el fuego que me nace en las entrañas".

Quererte a ti - Kika Edgar
(Me gusta más su versión)

(N/A: Originalmente, el fragmento que leerán a continuación estaba en el capítulo IX, pero, por cuestiones de edición -y luego de modificar y agregar algunas cosas-, lo pondré acá ahora).

Ferid Bathory cepillaba su cabello frente a uno de los muchos espejos en su mansión. Desde la adolescencia temprana, había decidido dejar de cortar su cabello, aunque debía admitir que algunas veces iba a alguna peluquería a que le dieran forma y recortarlo con el afán de mantenerlo bien cuidado.

Normalmente no se veía ese color de cabello, era una especie de lila con plata. No le extrañaba el plata, ya que su familia llevaba aquel tono en su cabello desde generaciones anteriores a la de sus abuelos. Le gustaba, el destello bajo el sol le resultaba bellísimo.

Su padre tenía el cabello de un morado bastante fuerte, aunque su madre tenía el cabello blanco con destellos plateados. Sus tíos, por parte de su madre, lo llevaban de ese color. Por parte de su padre, el plata era el que predominaba, en realidad no sabía por qué su padre era la excepción. No, no era adoptado ni nada por el estilo, tampoco hijo de alguien más.

-Ferid, ¿estás ocupado? -Crowley tocó a su puerta mientras hablaba. No respondió, sabía que de todos modos su amigo entraría-. Respóndeme, joder -dijo entrando.

-Si tocabas de nuevo, lo hubiera hecho -dijo Ferid, sin despegar la vista de su reflejo-. Sabes que no respondo hasta el segundo llamado.

-Eres increíble -se quejó Crowley.

-Lo sé.

Ambos se quedaban callados por un rato. Ferid ató su cabello en una coleta y se levantó.

-¿Cómo está ella? ¿Encontraste a mi exesposa? -preguntó Ferid, volteándose para ver finalmente a su acompañante. Crowley frunció los labios y miró al suelo.

-No encuentro el rastro. Desde que Krul se lo llevó de nuevo, y a pesar de que tengo a gente buscando en Rusia y otras partes de Japón... no he dado con él -respondió el pelirrojo. Pasó una mano por su cabello y suspiró-. Sería más sencillo si me dijeras si ella...

Si aún no es muy tarde [GureShin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora