Bonne Nuit, Hanji.

Un nuevo amanecer

La música es opcional

Aquella noche, la lluvia era demasiado copiosa, azotaba el castillo de la legión de reconocimiento sin piedad, y sus alrededores, era de noche, solo se veía el cielo lleno de nubes, nadie en su sano juicio saldría, sin embargo, una silueta se alzaba en el techo del edificio, viéndose esta iluminada al momento de que un rayo hizo su estruendosa aparición en el cielo. 

Era Hanji. La castaña únicamente vestida con la camisa blanca que era parte del uniforme y el pantalón del mismo, estaba mirando perdidamente hacia el frente mientras estaba de pie, descalza en el filo del techo, no llevaba sus gafas, con semejante lluvia, hubiera sido un desperdicio, ya que igualmente no vería nada.

Con inusitada calma, levanto el rostro, sintiendo el agua del cielo caer, esta escurría por sus facciones, al mismo tiempo que lavaba las lagrimas derramadas por sus ojos. Era demasiado, tenia que dejar aquel dolor, aquella sombra que la estaba atormentando. 

  — La vida...jamás será igual de ahora en adelante... nunca me había sentido tan sola— 

No pudo evitar reír de sus propias palabras, Hanji Zoe, quien fue líder de escuadrón y actualmente líder de la legión de reconocimiento, un "espécimen único" en la humanidad, como ella misma solía definirse, quien creía más que nadie en la bondad de los humanos, ya que si los titanes los tenían, los humanos con mayor razón, que equivocación tan grande, el que decía ser el amor de su vida la había traicionado, y la que decía ser su compañera  incondicional, peor aun. La única parte que tenia del que alguna vez fue el dueño de su corazón, había sido arrancado cruelmente de sus entrañas por capricho del destino mismo, pero no se podía quedar ahí.

"—Solo los fuertes renacen una y otra vez de sus cenizas, Hanji. Incluso el polvo, que esta en lo mas bajo, se mueve con forme a la corriente del aire.—"

En su mente, resonaron una y otra vez, las palabras de Mike, el mayor pilar de su vida en aquellos momentos, el que jamás le dio la espalda, y el único que lucho con ella cada batalla.

  — Las personas brillamos más, cuando intentamos comprender el amor que nos respalda...—

Se dijo a si misma, al caer otro rayo, pudo ver el reflejo de una de las cuchillas del equipo tridimencional, inclinándose, tomo esta mirando su propio reflejo ahi. Tan demacrada, tan marchita como una planta en otoño, Pero ¿Qué el otoño no era el signo mismo del renacimiento?

Respiro hondo, tomando aquella cuchilla con la mano derecha, y con la otra mano se hizo una coleta   tomando absolutamente todo su cabello, suspiro y cerro los ojos, pasando esta por sus delgadas hebras castañas en un limpio corte. 

El aire y el agua, se encargaron de limpiar los rastros de cu cabello cortado, representando estos los vestigios de los duros días que había superado, suspiro abriendo de nuevo los ojos, sintiendo como un gran peso abandonaba su alma, dejándola por fin libre, por fin se sentía en paz, jamás lo olvidaría, pero ahora lo había superado, resurgiendo de sus cenizas, y volviendo su luz. 

La radiante sonrisa de la castaña, volvió a tomar posesión de sus labios, comenzando nuevamente a llorar, pero esta vez de alegría, volteo hacia su espalda, no se contuvo, se sentía una niña, comenzó a saltar en los charcos del techo, salpicando agua, sintiendo aquella sensación en sus pies, no le importaba estar completamente empapada, ahora era una nueva mujer, una mejor que la anterior. 

Y como si de un augurio se tratara, el oscuro cielo,comenzaba a teñirse de colores cálidos, un lila y rosa que con el paso de los minutos se tornaba en un naranja que, a pesar de la lluvia, no retrocedía, avanzaba quitandole lugar a estas.
Un bello espectáculo que nadie sabia apreciar, pero ahora estaba la castaña, ahí presente, viéndolo con una radiante expresión de felicidad.

Era un nuevo día para él mundo, pero un nuevo amanecer para su alma que después de días ahogada en sufrimiento y dolor, por fin sentía la tranquilidad y la paz.