Bonne Nuit, Hanji.

Te quiero de regreso

Especial de san valentin. 

Canción recomendada: https://www.youtube.com/watch?v=TAYbWToqc3s

Un idiota..no era nada más que eso, un idiota que dejo ir a la mujer mas importante y especial de su vida ¿Porqué? Por algo pasajero. Sus pensamientos no eran reflejados por su inexpresivo rostro, que en ese momento miraba a alguien en especifico. 
A la alegre castaña que comía a algunas mesas de distancia de él, lucia tan hermosa...más hermosa que antes con aquel nuevo corte, su rostro lucia mas iluminado, era tan feliz como siempre. Parecía que jugaba con los reclutas de bajo rango, o quizá contaba alguna de sus locas historias, o alguna de sus anécdotas, esas que él podría pasar horas y horas escuchando.

Hace 5 meses

  — Entonces, el brazo del titan cayo sobre el río y ¡Boom!—  Azoto las palmas en el escritorio de su habitación levantándose y siguiendo la historia con un sin fin de ademanes—   El agua de inmediato nos salpico, aunque fue interesante ver como en el agua, los cuerpos de aquellas criaturas se evaporaban menos rápido—

  — ¿Y eso que tiene que ver? ¡Ve a bañarte, Zoe!— Malhumorado como siempre, y mas cuando su pareja se negaba a asearse,  siendo él alguien muy delicado en ese tema.

  — ¡Me niego! ¡Lo hice el lunes!—

— ¡Hoy es Jueves!—  

La batalla campal había comenzado, Hanji,en si intento de huir, subió de un salto a la cama para así poder treparse al viejo mueble que guardaba su ropa, estaba ahí de manos y rodillas, sintiendo el techo en su espalda. 

  — ¡Alcánzame si puedes, enano!—

Golpe bajo, la castaña realmente no se saldría con la suya, salio al pasillo, viendo al fondo una escoba, al menos le seria útil. Tomo el palo de la escoba, y así comenzó a picarla, cual gato para obligarla a bajar.

— Date un maldito baño, es asqueroso que no te hayas dado uno en tantos días.—

Seguía picandola,  al menos hasta que surgió efecto,  en aquella posición, era muy difícil que lograra defenderse, apenas y podía mover sus brazos, sin más opción, tuvo que bajar. 

  — Bien, tu ganas—

Cruzada de brazos, miraba al mas bajo con una mirada de puchero, estado que no le duro mucho, soltó una carcajada antes de lanzarse a sus brazos, siendo sujetada por el azabache; mirándose eternos segundos. Eran como destinados, podía verse en su mirada, estaban perdidamente enamorados. 

Como si estuviesen perfectamente coordinados, se acercaron para besarse de modo apasionado, el tema del baño quedo completamente de lado, aquella noche, se entregarían uno al otro y solo las estrellas serian testigo de ello, lo hacían tantas veces y aun así no era suficiente, con amor de por medio, jamás lo sería. 

Tal como lo prometió, a la primera hora de la mañana, la castaña salia completamente limpia del baño. Su uniforme había sido dejado de manera pulcra en la cama por el más bajo, que también fue a alistarse, tenían junta con el consejo.

  — ¡Yo no quiero desayunar avena!—

— Cállate, siéntate y come—  

Imperioso como de costumbre, más ante la infantil rabieta de la más alta, que sin mas remedio, se sentó, quedando ambos de frente. Levi comía de manera lenta, y pulcra, casi como si fuera una comida de alta gala. 

Todo lo contrario a la castaña, que ahora lo devoraba como si no hubiera un mañana. ¿Cómo era que estaba enamorado de ese desorden con gafas manchadas de avena hervida? 

Ella era su contraparte femenina, era lo que necesitaba para estar completo. La única a quien llego a amar de verdad. 

 "— ¿Levi? Sabes que es el amor?— 

      — Sé que tienes 36 lunares en todo el  cuerpo y 2 de ellos solo los he visto yo— "

Quería recuperarla, obtener aquel amor que era como el de una amante y una madre a la vez, el de la única persona con la cual había obtenido más haya que solo sexo. 

 Todo nos amenaza: 
el tiempo, que en vivientes fragmentos divide 
al que fui 
del que seré, 
como el machete a la culebra; 
la conciencia, la transparencia traspasada, 
la mirada ciega de mirarse mirar; 
las palabras, guantes grises, polvo mental sobre la yerba, 
el agua, la piel; 
nuestros nombres, que entre tú y yo se levantan, 
murallas de vacío que ninguna trompeta derrumba. 


Ni el sueño y su pueblo de imágenes rotas, 
ni el delirio y su espuma profética, 
ni el amor con sus dientes y uñas nos bastan. 
Más allá de nosotros, 
en las fronteras del ser y el estar, 
una vida más vida nos reclama. 


Afuera la noche respira, se extiende, 
llena de grandes hojas calientes, 
de espejos que combaten: 
frutos, garras, ojos, follajes, 
espaldas que relucen, 
cuerpos que se abren paso entre otros cuerpos. 


Tiéndete aquí a la orilla de tanta espuma, 
de tanta vida que se ignora y se entrega: 
tú también perteneces a la noche. 
Extiéndete, blancura que respira, 
late, oh estrella repartida, 
copa, 
pan que inclinas la balanza del lado de la aurora, 
pausa de sangre entre este tiempo y otro sin medida.