Piensa

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Notas de autor al final, favor de leer.

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Ϟ ~ Piensa ~ Ϟ

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La temporada de patinaje había acabado, y con ella su tiempo de espera y largos viajes. No esperó ni un día para volver a Detroit, añorando volver a los brazos de su amado, ser recibido con besos, lengüetazos y un caliente tazón de cerdo recién preparado. Llevaba ya más de tres años comiendo ese delicioso platillo, más de tres años desde que había conocido a ese joven en la escuela de danza de la ciudad.

En aquel tiempo se le había solicitado una presentación para un evento de caridad, aunque no se tratara de una competencia Nikiforov quería sorprender a la gente, deslumbrarlos y dejarlos deseosos de más. Fue así como decidió seguir el consejo de Chris y conocer a su amiga, Minako, una joven maestra de danza y dueña de una pequeña escuela allí en Detroit, muy amable pero temible, alguien que claramente congeniaba con su amigo. No tardaron en hacerse amigos cuando el alcohol se hizo presente, la mujer —aparentemente japonesa— le dijo que algunos de sus alumnos le podrían ayudar, pero que les tendría que dar tiempo suficiente para que aprendieran a dominar los patines, y que si alguno de ellos se llegaba a lesionar conocería su verdadera furia.

Así lo conoció, joven y tímido, confundiéndose entre los adolescentes de la clase, deslumbrando por la delicadeza y gracia en sus movimientos. No dudó ni un segundo cuando lo seleccionó junto a otros dos jóvenes para comenzar a practicar su presentación, tenía meses para ello, y les enseñaría a patinar hasta que sus pies sangrasen. Y así lo hizo.

La primera vez que probó ese tazón de cerdo fue una noche en la que la práctica finalizó pasadas las nueve de la noche, se ofreció a llevarle a casa en su auto para que no caminara bajo la lluvia, ignorando el hecho de que la llanta de su vehículo estaba pinchada. Pasaron casi una hora bajo el agua, intentando arreglar el problema antes de pensar en llamar a una grúa. Para suerte de ambos la casa del menor estaba cerca, un pequeño apartamento que compartía con su hermana, la cual no se encontraba allí esa noche; le prestó ropa y le permitió ducharse, así como utilizar su teléfono, cuando volvió un cálido plato de comida le esperaba. Es el platillo especial de mi madre.

Desde esa noche había frecuentado la casa del estudiante, así como otorgado mayor atención a la hora de las prácticas —a pesar de que antes ya era a quien más atención le dedicaba—. Ese joven de cabello oscuro y rasgos asiáticos logró conquistarle por completo, convirtiéndolo en un niño caprichoso, haciéndole desear tenerlo entre sus brazos por siempre. Sin duda alguna el gran Viktor Nikiforov, medallista de oro y representante de Rusia en el patinaje artístico, acabó enamorándose de un "don nadie", un simple joven de veintidós años el cual estudiaba danza y participaba en unas cuantas competencias menores. No se podía explicar cómo era que ese joven aún no estaba en competencias nacionales o internacionales, la forma en que se movía y hacía música con su cuerpo le encantaba. Su baile era como una droga, su cuerpo entero era una droga. Yuuri era su droga.

Tras la presentación tardó dos meses en recuperar la comunicación con el japonés debido a que tuvo que volver a Rusia, tuvo que recibir ayuda de Minako y un chico de su escuela que parecía ser su mejor amigo. No dudó en buscar apartamentos en Detroit, pasando por alto los reclamos de Yakov e ignorando los lloriqueos de Mila; luego de seis meses se mudó a Estados Unidos. Tardó tres meses en lograr que ambos salieran en una cita, tres más para lograr que el menor aceptara un beso de su parte. Dos veces recibió un rechazo de su parte, insistiendo en que no sabría llevar una relación, buscando huir de Viktor y al mismo tiempo rogando por sus caricias. Luego de nueve meses de lucha obtuvo el que tanto esperó.

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