Recuerda

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Perdón por la tardanza, no tengo una excusa. ;;

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Ϟ ~ Recuerda ~ Ϟ

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Se removió entre las sábanas de su cama al escuchar la alarma de su celular, sentía como si la misma le taladrara los tímpanos, aumentando el dolor de cabeza que ya le había durado bastante tiempo. Se sentó apresurándose a tomar el aparato, deslizando el dedo en la pantalla y desactivando la alarma, soltando un largo suspiro que fue seguido por una tos a la cual la acompañó la flema. Se apresuró a levantarse y correr al baño, tomando papel y tosiendo en este, pudiendo ver aquella secreción verdosa que lo único que logró fue aumentar las náuseas que ya traía. Se sentó lentamente en el suelo del baño, con la respiración agitada, algo tan simple como el recorrido desde su cuarto al baño le había causado fatiga; posó una mano en su pecho, intentando respirar de forma profunda, sintiendo ese dolor agudo que le hizo imposible seguir con la acción, volviéndole a provocar un ataque de tos.

Se levantó luego de un tiempo, posicionándose frente al lavabo y mojando su rostro para retirar el sudor que cubría su frente. Se sentía fatal, como si un camión le hubiese pasado encima, peor que cuando cayó del escenario a media presentación cuando tenía siete. Se secó con su camisa, caminando hasta volver a su habitación y tomar su teléfono, buscando entre sus mensajes hasta encontrar el nombre que necesitaba. Tecleó de forma rápida sobre la pantalla, cubriendo su boca con el cuello de su camisa al momento que volvió a toser.

Dejó el teléfono sobre su cama, buscando entre su armario la caja de chocolates que Viktor le había regalado tras volver de Lyon, los había estado comiendo de forma muy lenta para su gusto, el sabor dulce luego de un tiempo lograba aumentar sus náuseas, llegando hasta a provocarle arcadas y haciendo que corriese al baño. Sacó uno de los pequeños chocolates, pasando su dedo por el blanco que lo cubría, llevándolo hasta sus labios y metiéndolo completo a su boca.

— Hey, bello durmiente. —Mari tocó dos veces la puerta abierta antes de entrar, llevando entre sus manos un plato hondo, Yuuri frunció la nariz ante la idea de volver a comer sopa. — Te traje la cena.

Volvió a dejar la caja en su lugar tras cerrarla, tomando asiento en su cama y recibiendo el plato, dejándolo a un lado sobre su mesa de noche. — Gracias, pero no tengo apetito.

— Vamos, enfermo que come no muere.

Yuuri soltó una pequeña risilla, no podía negar aquello; tomó nuevamente el plato con una mano debajo, y con la libre sujetó la cuchara, revolviendo un poco las verduras antes de llevarse una cucharada a la boca. Insípido.

— Tuviste esa alarma sonando todo el día, estuve tentada a venir a apagarla, no dejabas de posponerla. —Mari caminó hasta el pequeño escritorio que estaba en el cuarto de su hermano, sacando de una cajita un termómetro, tomando del bolsillo de su suéter un pequeño frasco de alcohol y un algodón. — Ya me había desesperado.

— Perdón, ni recuerdo haberme levantado a posponerla.

Posó el dorso de su diestra sobre la frente de su hermano, luego en sus mejillas y cuello para finalmente posarla sobre sus labios, indicando con un pequeño gesto que la besara. — Aún tienes fiebre.

Le permitió comer otro poco mientras humedecía el algodón con alcohol, pasándolo por el termómetro. Yuuri dejó el plato nuevamente sobre la mesita cuando comió la mitad, las náuseas seguían presentes y la tos no le permitía masticar tranquilamente. Mari chequeó el plato, notando que la mitad seguía allí, viendo a su hermano con una ceja arqueada, a lo cual este solo respondió encogiéndose de hombros. Ya no tenía apetito.

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