Positivo

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Ϟ ~ Positivo ~ Ϟ

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La nieve había comenzado a llenar las calles de Detroit, creando una fina capa blanca que cubría las banquetas y los techos de las casas, obstruyendo el paso de las personas y hasta de algunos vehículos al comienzo, dando así la bienvenida a Noviembre. Para Viktor la nieve era como volver a casa, recordar las blancas tardes que pasaba en Rusia, las charlas con su tío frente al ventanal de su casa, observando los finos copos que poco a poco se perdían en las copas de los árboles.

Respiró hondo, posando ambas manos en su cintura, permitiendo que Makkachin correteara a su alrededor, dando pequeños saltos cuando sentía que sus patas se hundían en la pequeña capa de nieve que se había formado, la cual no llegaba ni a cubrirle los pies por completo a Nikiforov. Buscó en su bolsillo la correa negra de su mascota, la cual se detuvo inmediatamente frente a él, meneando su cola de lado a lado mientras el mayor la enganchaba a su collar, dándole un par de caricias en la cabeza y recibiendo dos lengüetazos antes de comenzar la caminata.

El plan era simple, ir a desayunar a algún lugar que tuviese una sección al aire libre —y le permitiese estar con su caniche—, dar una vuelta hasta el parque, ir a visitar a Katsuki y luego volver a casa para leer un libro frente al balcón. Simple, algo normal para Viktor cuando se trataba de un día de invierno en el cual no tenía que ir a entrenar. O lo estaba evadiendo. Aquella temporada había intentado tomarse un descanso, pasar tiempo con Yuuri y su amada mascota, pero luego de las palabras —o gritos— de su entrenador tuvo que participar, y para su desgracia clasificó. Ahora le quedaba una prueba más la cual debía presentar en cinco días, y luego esperar hasta diciembre para ir a la final.

Cruzaría los dedos por no clasificar en la final.

Cuando llegó al restaurante se apresuró a buscar el nombre de su pareja en la lista de chats de su whatsapp, era el tercero debido a que Chris y Mila le habían escrito la noche anterior luego de que Katsuki se hubiese dormido. Le escribió un largo y empalagoso mensaje de buenos días, por el cual solo recibió un visto como respuesta, si es que eso siquiera era una respuesta. Sus mofletes se inflaron de forma infantil mientras la mesera colocaba frente a él una taza de café, y sutilmente dejaba un papel sobre el plato el cual contenía su número telefónico. Viktor murmuró un gracias antes de tomar la taza, y sin endulzarla le dio un largo trago, haciendo una mueca ante el amargo sabor de la bebida sumada a la amargura que le había dejado su pareja.

Le volvió a escribir, esta vez de forma corta y directa, y con escasas palabras le dijo lo cruel que era, rápidamente aparecieron los dos cheques que a los pocos segundos se tornaron azules. Nada.

— Estúpido Yuuri, te odio. —Reclamó en voz alta mientras bloqueaba su teléfono, dejándolo a un lado de forma brusca. Llevó la mirada a su mascota, la cual solo sacó su lengua mientras movía su cola. — Es un tonto, ya no le volveré a escribir, tendrá que venir a rogarme para que le hable.

Bufó, tomando dos bolsitas de azúcar morena y abriéndolas con brusquedad, derramando un poco sobre la mesa antes de voltearlas encima de la taza, dejándolas a un lado junto al papel doblado que la mesera había dejado. Gruñó, ahora captando la atención de Makkachin, revolviendo con fuerza su bebida con la cuchara, derramando un poco sobre el plato que yacía debajo. Chasqueó la lengua, escuchando luego un quejido de su mascota, viendo como la misma mesera de antes colocaba sobre la mesa su comida. Dio unos cuantos golpeteos contra la mesa con sus dedos, y con la mano libre tomó el tenedor, atravesando sin piedad la yema perfecta que conformaba su desayuno, la cual se derramó rápidamente por todo el plato.

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