Capítulo II

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—Era verdad —mentí con toda la seriedad que pude—. ¿Puedes salir un momento? Necesito cambiarme.

—No soy estúpido, Jimin. —Le había dado la espalda y ahora no podía ver su expresión, pero no era necesario, el tono de su voz me dio una clara idea de la expresión que debe tener Namjoon.

Genial. Hice enojar al líder. Bien hecho, Jimin.

Mi regaño personal se vio interrumpido por el sonido de pasos seguidos de un portazo. Esa actitud no es normal en Namjoon, huir y dejar una discusión pendiente; él siempre afronta a las personas hasta el último momento, suele ser la otra persona quien desea huir de su mirada desafiante, justo como yo quise hacerlo antes.

No podía dejar las cosas así. Si realmente Namjoon decidió irse sin más las cosas debían estar muy mal. 

Ignoré por completo el hecho de que estaba semidesnudo y me di media vuelta para salir de la habitación y seguir a Namjoon, que en realidad no fue necesario. Me detuve en seco al ver su profunda mirada clavada en mí. Estaba recargado contra la puerta de mi habitación, con los brazos cruzados y una mirada desafiante.

—Sabes que puedes contarme lo que sea, Jimin —dijo en tono amable pero su mirada era la misma—. ¿Lo dirás por las buenas o por las malas?

—¿Qué es lo que quieres que te diga, Namjoon? —suspiré ya cansado. No tenía intenciones de hablar sobre aquel tema. Sólo quería terminarlo pronto y fácil para dormir y olvidar mi patética vida.

—La verdad —sentenció cambiando de posición. Impulsó su cuerpo hacia adelante para terminar el apoyo que ejercía sobre la puerta, pero sus brazos permanecían recios sobre su pecho.

¿Tenía caso ocultarlo todo ahora?

Dada la situación, mi secreto era sólo una bomba de tiempo que tarde o temprano explotaría. Ha estado creciendo estos últimos tres años y ya no le queda más que liberarse y explotar en mi cara. De alguna forma, sería un peso menos en mi vida; eso, o perdería mi trabajo.

—¿Tienes un debate mental? —Escuché que preguntó. Pero su voz sonaba extrañamente más cerca. Cuando elevé la mirada, Namjoon estaba a sólo un paso de distancia, con una mirada más relajada que hace unos segundos y sus brazos libres el uno del otro, por fin. 

Asentí con la cabeza de forma pausada y temblorosa, con miedo de admitir por lo que estaba pasando. Las buenas y malas razones para confesar se estaban acumulando en mi mente haciéndome temer por los resultados. 

—Está bien... —bufó Namjoon y colocó sus manos sobre mis hombros desnudos. Justo cuando me había convencido a mí mismo de contarle todo—. Si no quieres decirlo, no importa. Pero no vuelvas a preocuparme de esa forma ¿sí?

Ya tenía la excusa perfecta, la razón incuestionable para hablar sobre ello de una vez por todas, la persona perfecta en la que confiar para sentirme libre de nuevo; libre de mí mismo, o de lo fingía ser para encajar, libre de hablar abiertamente y, sobre todo, ser libre de los prejuicios que yo mismo pongo sobre mi persona. Y ahora esa oportunidad se estaba alejando para salir por la puerta, justo como Namjoon.

—Si te lo digo... —Detuve su andar. No volteó a verme o hizo alguna señal para que continuara, pero el sólo haberse detenido me daba la palabra—, ¿no me juzgarás?

—No lo haré —sentenció, pero aún era su espalda lo que veía de él.

—Tú... —Me arrepentiré de esto—, ¿sabes lo que es hipoxifilia?











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No me maten por dejarlo ahí :)

Me costó mucho escribir este capítulo. La verdad es que no sé narrar en primera persona, no estoy acostumbrada. Pero como quiero aprender a hacerlo y no me gustaría cambiar la narración a la mitad, voy a seguir esforzándome.

Gracias a los que leen ♥



PD: No podría haber mejor pareja para esta temática. Mientras mas busco encuentro más conceptos de Jimin que me recuerdan a la hipoxifilia, y ni qué se diga de Namjoon :v

No sé, me gusta como queda.

H I P O X I F I L I A || NamMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora