Capítulo III

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—¡¿Acaso eres idiota?!

Namjoon pasó una mano por su cabello, se veía frustrado y muy molesto. Desviaba sus ojos por toda la habitación pero cuando éstos se conectaban con los míos podía ver una clara mueca de reproche en su rostro. Me estaba juzgando, justo como dijo que no lo haría, me estaba juzgando por mis gustos. Sabía que me arrepentiría de esto y aún así no pude evitar perseguir esa idea de liberación que pasó por mi mente.

—Namjoon —rogué con voz ahogada—, tranquil-

—¿Sabes la cantidad de daño que te puede hacer eso? —espetó con voz firme. Ya no había alzado la voz, pero el tono con el que hablaba ahora daba más miedo, era su tono característico de «líder», ese que te hace sentir inferior a él.

—Dijiste que no me juzgarías —afirmé mientras bajaba mi mirada, no podía seguir viendo sus ojos acusadores, me hacían sentir estúpido.

—¿Sabes cuántas personas han muerto por esa estupidez? —cuestionó de nuevo, ignorando por completo mis palabras—. No puedo creerlo

"No puedo creerlo", llevaba repitiendo esas palabras desde que le conté la verdad. Se mantuvo expectante durante mi explicación, pero, en cuanto terminé, esas fueron las primeras palabras que escuché en respuesta. Sólo eso, después sólo mostró frustración y su obvio rechazo hacia mi persona.

De cierta manera puedo decir que se sintió bien, decir esas palabras en voz alta por primera vez en mucho tiempo, admitir de una vez por todas mis gustos ante mis amigos. Pero, la liberación que sentí en cuanto revelé aquel secreto, fue inmediatamente opacada por un vacío en mi pecho, uno que se posicionó dentro de mí en el momento justo en el que los ojos decepcionados del líder se posaron sobre los míos.

Era un juego de azar, una probabilidad 50-50 y me arriesgué a pesar de eso. Me arriesgué y perdí, eso es lo único seguro, pero ¿qué esperaba?, ¿que me alabara, acaso?, ¿que me aceptara como soy sin poner prejuicio alguno después de tal confesión? Sería demasiado utópico que eso pasara. Ahora sólo quiero correr lejos de la vergüenza y olvidar que alguna vez tuve esta conversación, olvidar que fui rechazado por una persona en la que creí que podía confiar, y olvidar que esa persona ahora está frente a mí, moviéndose inquieto por la habitación sin saber qué más decirme para hacerme sentir mal.

—Promete que no lo harás de nuevo —dijo por fin. Sus movimientos se habían detenido y ahora sólo me miraba con ojos suplicantes. Pero, como si su mirada no fuera suficiente, también alzó sus manos y las posó sobre mis hombros, justo como había hecho hace unos minutos, sólo que con una intención completamente diferente—. Promételo.

—No puedo hacerlo —susurré. 

—¿Por qué? —Su voz cambió, de nuevo. Ahora sonaba más como a un enojo contenido, no un ruego, sólo una furia que estaba intentando maquillar bajo una apariencia comprensiva.

—¿Tú lo harías? ¿Renunciar por el resto de tu vida al placer sexual? —pregunté con confianza. Sabía cuál sería su respuesta, era obvia.

Él, más que nadie en el grupo, debería comprenderme cuando digo que no puedo hacerlo, que no puedo renunciar a ese aspecto de mi vida. Puedo dejarlo en segundo plano, olvidarlo por meses y dejarlo fuera de mis días, pero, no podría sólo abandonarlo por completo. Incluso si lo prometiera, si le dijera al líder que nunca más lo voy a hacer, sería una completa mentira, porque sé que tarde o temprano volvería a caer en la tentación de hacerlo.

Namjoon soltó un sonoro suspiro y desvió la mirada hacia el piso, parecía estarse debatiendo entre si darme la razón o negar rotundamente y mentir para intentar convencerme de lo contrario. Cualquiera de las dos, sólo aumentaría la tensión que ya desde hace unos minutos hay en esta habitación.

—No tendrías que renunciar al placer sexual —susurró pensativo al cabo de unos segundos—, sólo a hacerlo de esa forma.

—Es lo mismo —repliqué—. Las formas "convencionales" no son suficientes para mí, y ni siquiera lo hago tan seguido, ¿cuál es el maldito problema?

—Me preocupas, ese es el problema —El agarre sobre mis hombros se intensificó a la par que decía esas palabras, como si toda su supuesta preocupación se estuviera canalizando hacia sus manos—. He sabido que mucha gente con hipoxifilia muere mientras se masturba, sólo por no ser capaces de detenerse mientras impiden su respiración. No quiero que te pase eso, es todo.

—No voy a morir, Namjoon —dije rodando los ojos. No me gustaba el sentido que estaba tomando la conversación—. Además, si ése es tu problema, entonces no te importará si lo hago con alguien más, ¿cierto?

—No... —susurró bajando la mirada—, pero sabes que no podemos tener relaciones, sería demasiado complicado si comenzaran a salir rumores de que sales con alguien.

—Entonces, ¿por qué no lo haces tú? —bufé sarcástico.

—¿Hacer qué? —Sus ojos nuevamente me encararon, pero éstos reflejaban confusión ahora.

Era increíble la cantidad de sentimientos que habían azotado al líder en tan sólo esta conversación. Y estaba por experimentar otro.

—Hazlo conmigo.







H I P O X I F I L I A || NamMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora