Perdidamente...

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Cuando me di cuenta que estaba perdidamente enamorada entré en shock, me faltaba el aire y me sofocaba, me temblaba el cuerpo y creí que convulsionaba, pasaba las horas pensando cómo había pasado, en qué momento sucedió, ¿cómo era posible que mi corazón se sintiera ardiendo y mi panza se retorciera con tanto cosquilleo? ¿Cómo había pasado, si no lo estaba buscando?, no lo vi venir, no lo estaba esperando. 

Pasé una semana en trance, rebobinando, mirando en detalle lo que ya había pasado y ni así encontré el momento exacto. Sólo sé que se reveló un día y supe que estaba hasta las manos. 

Todo mi ser se quemaba y burbujeaba de encanto, de ansias, de nervios, al enfrentarse a esa revelación que paralizó mi razón. Y no tuve otra que reaccionar, negociar con el amor para que me deje respirar, para que se mantenga latente pero sin llegar a dañar. Le pedí que me diera tregua con una bandera blanca, que sabía no iba a durar. Y prometí disfrutar de la sensación y soñar con el amor, poniéndolo en palabras para perpetuar la sensación, para que otros lo lean y sepan que no hay nada que se compare con el amor, con la sensación de estar enamorado y perder la razón.

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