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La limusina avanzaba ligera y sin ruido por las calles del centro de Seúl.

Los cómodos asientos de cuero se adaptaban perfectamente a mi, el champán era exquisito, el día estaba soleado. Todo era perfecto...

O lo sería. Lo sería si Park Jimin no estuviese frente a mi sentado mirándome fijamente con los mismos ojos de un asesino macabro que planea como descuartizará a su víctima.

Suspiré cansado.

-Te has puesto literalmente la blusa más horrenda que encontraste, ¿cierto?

Miré mi blusa violeta con estampados lunares verdes y rosas chillones.

-No sé en que momento la compré, para ser sinceros, supongo que estaría borracho o algo así, pero me viene de miedo para estas ocasiones especiales en las que debo, o más bien debes, impresionar a alguien. Seguro que lo conseguimos, Park.

Jimin tensó su mandíbula.

-No me respetas.

-Es fácil no hacerlo.

-Voy a castigarte un día de estos, Jeon.

-Estoy deseándolo.

De nuevo pensé demasiado tarde el doble sentido oscuro de mis palabras, y Jimin sonrió, provocando mi sonrojo.

-Sólo tienes que pedírmelo, lo sabes,¿no?

-Cállate.

Miré por la ventana. Nos acercábamos de nuevo a aquel imponente rascacielos que Jimin había comprado.

Los malos recuerdos me invadieron, provocándome un escalofrío.

-Hey -apoyó su mano en mi rodilla- No va a pasarte nada malo, estoy aqui, y no pienso dejar que te escapes de nuevo. Es más, he pagado a todos los taxis de Seúl para que se nieguen a llevarte a ningún lado si te subes en uno de ellos.

-¿Bromeas? -dije algo asustado, pero por la seriedad de sus palabras, me di cuenta de que hablaba en serio. Park Jimin no era un hombre de muchas bromas, y su dinero, mucho menos.

El largo vehículo se detuvo con suavidad y elegancia. El mayordomo del rascacielos nos abrió la puerta del coche, primero a Jimin y luego a mi. Su rostro inexpresivo y profesional cambió al ver mi llamativa blusa, creando una pequeña mueca en su boca, pero sin decir nada al respecto, por supuesto.

Entramos al edificio. Un hombre y una mujer mayores y perfectamente vestidos y peinados nos esperaban en el recibidor.

Noté como el cuerpo de Jimin se tensaba ligeramente al verlos.

-Papá, mamá, os presento a mi asistente, Jeon Jungkook.

Me tendieron la mano en silencio y yo, algo atontado, la agité sin muchas ganas. Miraban mi blusa algo asqueados, lo que me hizo sentir realmente arrepentido de mi "acto rebelde" de desobedecer a Jimin.

-Y bien hijo, ¿has pensado ya que harás respecto a lo que te dije?

-Si. He tomado una decisión. -Jimin me miró una milésima de segundo por el rabillo del ojo- Me iré yo solo a Estados Unidos.

Pricey《Jikook Lime》#KpopAwards2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora