Después de haber pasado la mejor noche de mi vida junto a él, me recosté en su pecho desnudo, me abrazó y besó mi cabello. Estaba a punto de dormirme cuando noté una lágrima sobre mi mejilla, pero no era mía, si no de Logan.
Lo miré. Me rompía el corazón que me separaran de él, pero mis padres ya me habían dicho que no había nada que hacer.
-No llores…-Le pedí tratando de no dejar lágrimas yo también.
-No estoy llorando-Dijo frotándose el ojo-Es que… Me ha entrado algo-Mintió.
-Ja, claro-Reí-Conmigo no puedes esconder esa faceta de chico rudo. Te conozco demasiado bien, Henderson.
-Sabes que no me gusta que me llamen por mi apellido, y especialmente tú. Para ti soy Logan, tu Logan -Rozó su nariz con la mía.
-Esta es mi última oportunidad para molestar antes de que me vaya, HENDERSON-Terminé con gracia.
-No digas eso-A Logan no pareció hacerle mucha gracia-Vas a tenerme para molestarme siempre que quieras.
Lo miré a los ojos, luego a los labios. Acaricié su mejilla y cerré los ojos.
-Prométeme…-Traté de hablar escondida en su pecho-Prométeme que nunca dejarás de quererme.
Logan me cogió de la barbilla y me obligó a mirarlo.
-Te prometo que nunca. NUNCA -Volvió a repetir con más fuerza-te voy a dejar de querer. ¿Lo harás tú?
-No… Te prometo que nunca dejaré de quererte como lo hago ahora-Me pegué más a él, si es que podía-Te quiero, Logan.
Sentí sus labios pegarse a mi oído, dos palabras” te amo “, y quedé completamente dormida.
Los rayos del sol me despertaron. Tarde, de hecho, ya que Logan llevaba un buen rato con los ojos abiertos, observándome y acariciándome.
-Creo que tus padres ya están despiertos. Tengo que irme-Dijo levantándose y poniéndose sus bóxers.
-Logan…-Lo cogí de la muñeca antes de que se marchara-Recuerda tu promesa.
-Jamás la olvidaré-Se acercó a mí y me besó. …Por última vez.
Volvió a salir con cuidado por el balcón, encaramándose al árbol y bajando para marcharse corriendo a su casa. Le dediqué una última sonrisa desde el balcón y al instante la puerta de mi habitación se abrió, dejando ver a mi padre, arreglado con su esmoquin sus zapatos nuevos.
-________, arréglate. En quince minutos salimos de casa.
-Sí –Respondí melancólica.
Me vestí con unos pantalones cómodos, unas zapatillas, una camiseta morada y cogi mi cabello en una coleta. Cargué la maleta en la que llevaría el móvil, el iPod para escuchar música y un libro. Salí de la habitación y bajé las escaleras rápido.
Sobre la mesa de la cocina había un vaso de leche y unas cuantas galletas. Supuse que eran mi rápido desayuno, así que me senté y me llevé una galleta a la boca. Mi madre apareció vestida con una falda por debajo de las rodillas de color negro y una camisa blanca, sonriéndome.
-¿Has dormido bien?-Me preguntó.
-…Nunca volveré a dormir como lo he hecho esta noche-Respondí con tristeza.
-Se que todo esto es muy duro para ti, cariño. Dejar a tus amigos, a Logan y…
-No. No te haces ni una idea de lo duro que es-Contesté convirtiendo mi tono de voz en uno lleno de dolor-Si lo supieras, me habrías dejado quedarme aquí-Me levanté de mala gana, cogí otra galleta y salí de casa, directa hacía el auto, donde mi padre se encontraba metiendo la última maleta.
Mi madre salió detrás de mí, no podía sonreír después de ver lo mal que me sentí yo.
La casa ya tenía el cartelito de ‘Se vende’ clavado en el césped del jardín. Miré una vez la que siempre había sido mi casa y me metí al auto.
Dos horas más tarde estaba volando. Volando lejos de todo, de mi vida, para empezar una nueva, con gente nueva… Pero a Logan jamás lo reemplazaría. Escuchaba su voz, y no porque estuviera delirando, si no porque llevaba su voz en mi iPod. A Logan le encantaba cantar, y habían sido incontables las veces que me había dedicado canciones, las cuales me permitió grabar para llevarlas siempre conmigo y poder escucharlas en todo momento. Sobre todo en los que estuviera lejos de él… Me puse a llorar, alejándome del resto del mundo con los audífonos puestos. Mi madre me dijo algo, colocó su mano sobre la mía, pero se la aparté y le di la espalda. No quería hablar con nadie. Me habían arruinado la vida.