Capítulo 3: Paranoia

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Entre a casa con el abrigo de Ana en la mano y debido al dia tan agotador y raro, decidi dormirme en el sofá, ya que aún no había instalado del todo mi cama y mi habitación. No tardé en ceder ante el sueño, por lo que me dormí rápidamente, abrazando el delicado abrigo gris.

Recuerdo haber soñado que estaba en un lugar completamente oscuro y que voces, provenientes de distintos lugares, me insultaban, criticaban y reian a carcajadas. Algunas de estas me susurraban en el oído, otras preferían gritarme. El ambiente se volvió inmediatamente fastidioso y tétrico, al punto de que empecé a sentir nauseas. No sabía que significaba esto, -¿Me estoy volviendo loco?- me pregunté. Las voces seguían, pero no podía ver a nadie. Fue entonces, cuando la oscuridad se volvió en un silencio absoluto, que duró pocos segundos. Entonces todas las voces empezaron a repetir reiteradas veces 'No es real'. Esto ya era una locura, quería que el sueño terminase. Tapé mis oídos y solo pensé en Ana. 8:00 a.m., esa era la hora en la que me había despertado. La pesadilla se había esfumado cuando comencé a pesar en Ana. Y al parecer, su abrigo también había desaparecido. Lo busqué por todo el sofá, pero no estaba. Un poco confuso, deje la búsqueda del abrigo de lado y comencé a notar que h acia mucho frio en el living, a pesar de que no había ninguna ventana abierta. Mi padre aun no había llegado, seguramente tenia cosas mas importantes que hacer, antes que estar conmigo.

Trate de dejar todo eso a un lado y empece a pensar en el sueño. -¿Qué significaba?-. Me quedé así por varios minutos, hasta que resonaron los golpes de alguien en la puerta.

Me paré y acercándome a la entrada, pregunté:-¿Quién es?- pensando que respondería mi padre.

-Soy yo Fran, ábreme, traigo algo para desayunar.

Abri la puerta y vi a Ana que traía Café y comida recién comprada.

Al verla sonreí y dije:- Buenos días Ana, ¿quieres pasar?

-Claro que quiero pasar niño tonto- dijo en un tono alegre y cariñoso.

Me hice a un lado y deje que pasara. Ella entró y puso el desayuno sobre la mesa.

-No era necesario que compraras esto- dije de forma amistosa.

-Claro que era necesario, es mi manera de darte las gracias y pedirte perdón por lo de anoche.- dijo acercándose hacia mi.

Yo solo la mire, estábamos muy cerca uno del otro. Tanto, que si nos movíamos solo unos centímetros, la cercanía se convertiría en un beso. Podía sentir su respiración, cálida y fría a la vez. Entonces ella corrió su cara, para darme un beso en el mejilla. La repentina acción de Ana hizo que me sonrojara y que me quedara totalmente duro. Acto seguido, ella se hizo hacia atrás y mientras me miraba sonriente, dijo:

-Eres un bobo Fran, solo fue un beso en la mejilla. Vamos a desayunar antes de que el café se enfrié.- dijo sentandosé.

-Claro.- dije mientras también me sentaba y seguía ruborizado.

-Y dime.. ¿Cómo dormiste anoche?- preguntó ella indagando.

-No muy bien... tuve una pesadilla, donde voces me decían cosas...- Dije cansado mientras le ponía azúcar al café.

Entoces ella me miró seriamente y dejando el café de lado, dijo:- Yo soñé lo mismo... ¿Significará algo?

-No lo creo... debe ser una simple coincidencia...- dije mientras me llevaba el café a la boca.- Está un poco frio el café. – Agregué.

-El mío esta caliente. Mira, prueba un poco.- Dijo extendiéndome el brazo con el café en mano.

Tome su café y lo probé. Estaba a la misma temperatura que el mio. Era raro que una persona considerase esa temperatura como caliente, ya que ni se acercaba a dicha sensación.

-Esta igual de frio...- dije devolviéndole el café.

-Que raro... Yo lo siento bastante caliente...

La conversación siguió durante unas horas. Hablamos de distintas cosas, que eran de interés mutuo. Aproximadamente a la 10:15 a.m. ella decidió irse Fue entonces cuando ella se paró y se dirigió a la salida. Pero antes de que pudiera abrir la puerta, me detuvo diciéndome:

-Espera. ¿Tienes mi abrigo gris que tenía ayer?

- Recuerdo haberlo visto anoche, pero esta mañana lo busque y ya no estaba...

-Pero... yo lo estoy viendo. Esta ahí, sobre el sofá- Dijo con una sonrisa burlona.

Entonces volteé y vi que sobre el sofá, en el mismo lugar donde había buscado, estaba el saco. Sin dar mas vueltas, tomé el saco y se lo di. Acto seguido la salude con un beso en la mejilla y cerré la puerta. Tras hacer esto, me senté en el sofá y pensé: -¿Estuvo ahí todo este tiempo?-.

Ana.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora