Capítulo 5: El Mar Logebro.

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Estaba todo oscuro. Tal como si tuviese los ojos cerrados. Recuerdo haber escuchado el resonar de la bala en la recamara de la pistola, indiscutiblemente había disparado, pero... no sentía ninguna diferencia entre el antes y el después de haber disparado. Es mas, ni siquiera había sentido dolor alguno. –Todo termino... al fin.-.Pensé.

-Fran... abre los ojos...- Dijo una voz idéntica a la de Ana.

Fue entonces cuando abrí los ojos y la vi. Estaba tomando el cañón del arma, haciendo que la bala desviase su trayectoria e impactara en la pared.

-Ana... ¿Qué haces aquí..?

-Supe que pasaba algo... tuve un presentimiento... entonces vine y te vi...- dijo un poco seria.

Entonces las lágrimas empezaron a caer por mis mejillas.

-Pero... ¿Cómo?- dije comenzando el llanto.

-Bueno... Dicen que las personas que se aman de verdad están conectadas en alma... que sienten lo mismo... que sufren por igual... que lloran por igual... es allí donde uno de los dos tiene que ayudar y sacar al otro de este oscuro y horrible abismo de tragedias que llamamos mundo... Tú... Tú eres el amor de mi vida Fran... estamos conectados... siempre sabré que te pasa y estaré allí, para cuando me necesites... nunca te dejaré... porque te amo.

Al oír sus bellas palabras la abracé fuertemente y rompí en llanto. Entonces ella me llevó a mi habitación y nos acostamos, uno al lado del otro, abrazándonos y alimentándonos de nuestro calor.

-Dime, ¿Qué pasó?- Preguntó con un tono muy calido.

Entonces yo precedí a contarle todo el violento suceso, a lo que ella respondió:

-Dios... ¿Estaba ebrio?- sabiendo de sus adicciones, ya que yo le había contado.

-No... esta vez era droga... y creo que, por la mancha blanca que tenía en la nariz, era cocaína...- respondí de forma desanimada.

Ella solo me miro con horror al oir mis palabras y tras un rato, Ana rompió el silencio diciendo:

-Vamos a domir y olvidemos todo esto ¿Sí mi vida?

-Claro, mi cielo- Dije sonriéndole con cariño.

En ese momento apagamos las luces de mi habitación y nos acomodamos para dormir abrazados. Recuerdo que aquella noche pude sentir su calor, recorriendo por todo mi cuerpo. Estaba abrazada a mi y me sentía la persona mas segura del mundo, sentía que nada ni nadie podía hacerme daño. Ana era como mi ángel protector, siempre estaba ahí para cuidarme, siempre venía a casa para hacerme compañía cuando estaba solo, Nunca habíamos estado con mas personas cuando ella venía a casa. Por otro lado, yo nunca había ido a su casa, pues ella decía que era muy caótica por los conflictos entre sus padres. Era una extraña relación, pero era la relación mas hermosa que podía pedir.

-Es la primera vez que la notó tan calida, su tacto siempre fue, mas bien, frio...- Pensé, sin embargo, no podía quejarme. Una hermosa chica me estaba abrazando mientras estábamos acostados. No podía pedir nada mas. Cedí ante el sueño cuando Ana empezó a hacerme caricias en el pelo.

Recuerdo que aquella noche había repetido la pesadilla que había tenido dos meses antes. Me encotraba en un lugar oscuro, esta vez con un poco mas de visibilidad, podía distinguir algunas luces y sombras. Parecía ser que estaba en el medio del mar, y que mis pies podían caminar por el agua, cuyo color era idéntico al del alquitrán. Comencé a caminar sobre el océano negra y tras avanzar unos pocos metros, me encontré con la silueta, difusa, de una chica llorando que estaba atada de pies y manos, que estaba sentada sobre las aguas negras.

-¿Hola?- pregunté con un poco de miedo.

Pero ella no contestó.

-¿Necesitas algo de ayuda?- dije acercándome un poco mas.

Pero ella solo siguió llorando.

-Hey... ¿estas bien?- pregunté apresuradamente tomándola del hombro y dándola vuelta.

Al hacer esto, pude notar que la chica, que estaba atada de pies y manos, era Ana. Se veía mucho mas flaca, con algunas lastimaduras y moraduras.

El impacto y el miedo fue tanto al verla que esto hizo que retrocediera bruscamente saltando hacía atras, haciendo que me hundiera por entre las aguas oscuras y profundas. Rápidamente quedé sumergido en la negra sustancia. A pesar de que estaba completamente sumergido, aun podía escuchar el llanto de aquella chica, idéntica a Ana.

Cada vez me sumergía mas y mas y conforme a esto, mi desesperación aumentaba. Sentía que el aire se acababa rápidamente. Podía escuchar también el rápido latir de mi corazón, parecía que iba a estallar. poco a poco la vista se me iba nublando, casi no podía distinguir lo poco que veía en aquel oeano siniestro. Pero justo antes de que quedara totalmente inconsciente, una mano de apariencia femenina, con un anillo idéntico al que usaba mi madre, me tomo de la mano. Haciendo que saliera rápidamente de las oscuras aguas. Tras apenas salir completamente da las aguas, desperté. Miré a mi lado, justo en donde estaba Ana. Pero no estaba.

Ana.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora