Capítulo 10: Confusión.

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Casi dos semanas habían pasado desde que tuve aquel sueño. Y para entonces, las cosas se habían normalizado bastante. Ana había recuperado su forma de ser tan fría y a la vez cálida que la caracterizaba tanto, no había vuelto a ver a Sara, los sueños y sucesos extraños habían desaparecido casi por completo. Todo parecía ir bien... aunque en realidad, nada nunca había ido bien; mi padre me había abandonado, no tenía a nadie mas que a Ana, era rechazado por mis compañeros de clase, no tenia a mi madre y poco a poco el dinero de la casa se iba. Si, definitivamente todo iba normal, como lo fue desde que llegué a aquí.

Era martes por la tarde. Recuerdo que aquel día Ana se había ido a su casa, para tomar un pequeña ducha, mientras yo me quedaba en casa, esperándola. Aproximadamente una hora había pasado desde que Ana se había ido y fue en ese entonces que alguien toco la puerta. Confiado de que era la chica de al lado abrí la puerta, esperando ver su rostro. Pero no fue así. La persona que vi tras abrir la entrada de mi casa no era nadie más y nadie menos que mi madre. Se veía exactamente igual que en aquel sueño. Solo estaba ahí, parada observándome; sin decir nada. En ese entonces mis ojos solo se cerraron y caí sobre el suelo.

. . .

Recuerdo que todo estaba negro y que poco a poco, una luz iba invadiendo mi pupila. Recuerdo que estaba recostado en el sillón, también podía ver solo unas piernas muy bonitas que estaban sentadas cerca de mi y sentía algo frio sobre mi frente. Lentamente fui abriendo los ojos y acto seguido, me incorporé, sentándome en el sillón.

-Hugh...-Dije tomándome la frente, por el dolor.

-¿Te duele?- Preguntó.

Mi vista aún estaba un poco nublada, así que no podía reconocer a la persona que estaba frente a mi.

-¿Quién eres?- Pregunté.

-Soy yo...

En ese momento mi vista se normalizó y pude ver quien estaba frente a mí.

-Sara... ¿Qué haces aquí...?

-Bueno... fui a ver mi buzón, que está en el lobby del hotel y junto al mío, había uno que no tenía nombre. Entonces, simplemente por curiosidad, abrí el buzón y vi esto... Creo que eres el único Fran Miller.- Dijo extendiéndome una carta.

"Úsalos bien", decía en el sobre y dentro de este, había dinero, el suficiente como para lo que yo necesitaba día a día.

-¿Cuánto hay?- Preguntó curiosa.

-Mucho.- Respondí un poco animado y confuso.

-¿Quién lo envió?

-"Para Fran Miller... Úsalos bien..." solo dice eso y la dirección de entrega. No dice quien lo envía...- Dije aun mas anonadado.

-Que raro... la gente no suele enviar dinero por que sí...

-Tienes razón... Auch...- Me quejé tomándome la frente

-¿Aun te duele?- preguntó.

-Sí... un poco... ¿Qué pasó?

-Toma... póntelo en la frente.- Dijo extendiéndome un pañuelo mojado, y continuó. Creo que te desmayaste.. cuando llegue a aquí para darte la carta, te encontré tendido en el piso, supongo que al perder la consciencia te golpeaste fuerte la cabeza... ¿Qué recuerdas por última vez?

-Bueno, recuerdo que alguien toco la puerta, cuando fui a abrir, vi a mi madre...- dije con la cabeza gacha.

-Y eso... ¿Qué tiene de raro?- preguntó confusa.

-Mi madre murió...

En ese momento Sara solo se quedo callada. Su mirada parecía perdida, miraba hacia la nada. Se había quedado sorprendida al escuchar mis palabras.

-Lo lamento...- Dijo ella muy apenada.

-No lamentes nada, son bonitos recuerdos los que tengo con ella.- Respondí sonriendo mientras se me caían algunas lágrimas, tratando de evitar su angustia.

En ese momento ella empezó a llorar también.

-Sara... No llores... No quiero que lo hagas...

-Es que, conozco tanta gente que piensa en el suicidio, sin ni siquiera tener al menos un problema grave.- Dijo entre llanto y rabia.

-Si...

-Pareciera que la personalidad depresiva se convirtiera en una moda y la gente de nuestra edad está tratando, cada vez más, de parecer atractiva intentando parecer una persona con problemas.

-Sara... Calma, por favor.

-No puedo calmarme sabiendo que tienes problemas... siento que si tú los tienes... yo también los tengo.- Argumento con lágrimas en sus mejillas.- Y sé que nos conocemos hace poco y que solo nos hemos visto una vez.

-Sara...

-Pero siento que te quiero mucho... y me gustas.-Continúo.

En ese momento solo la pude mirar sorprendido, no comprendía como podía decir algo así.

-Lamento ser tan directa, pero tengo que decirte lo que siento por ti. Aquel día que te conocí, me quedé pensando en la tarde que habíamos pasado juntos, en ese momento me di cuenta de que me gustabas. Los días pasaron y trataba de sacarte de mi mente, pero no podía... no podía dejar de pensar en lo misterioso que te veías y por qué estabas solo debajo de la lluvia.

En ese momento ella solo paró de hablar y miró hacia abajo.

-Lo siento...- Agregó.

-Descuida.- Respondí.- Es normal que te atraiga alguien y no tienes que lamentarte por eso.- le dije sonriendo de forma amable y calida.

Entonces, ella sonriendo, respondió.- Tienes razón... Creo... creo que debería irme, tengo cosas que hacer.- dijo un tanto apurada.

-Claro, déjame abrirte la puerta.

En ese entonces, nos paramos, fuimos hacía la puerta y yo, como gento amable, le abrí la puerta.

-Gracias.- Dijo atravesando la entrada.- Entonces... Adiós.- Continuó mientras se paraba en frente mío.

-Adiós Sara...- respondí sonriente.

Pero ella no se iba y yo tampoco. Ambos quedamos mirándonos mutuamente a los ojos. El tiempo parecía detenerse. Nunca me había dado cuenta de la belleza de sus ojos, los cuales eran difíciles de describir por su complejidad. Pero eran tan hermosos que podían llegar a lo mas profundo de tu corazón.

En ese momento, sin previó aviso, Sara se abalanzó sobre mi, besándome. Recuerdo perfectamente como se sintió. Sus labios ásperos y carnosos tocaban los míos, podía sentir su calidez, era algo raro pero agradable. Y de tal forma que se abalanzó sobre mi, retrocedió.

-¡Perdón!- Dijo con su rostro ruborizado.

Yo solo pude mirarla, las palabras no salían de mi boca, aunque intentara. Sara también se me quedó mirando, esperando una respuesta mía, pero al ver que no reaccionaba, se largó con paso apresurado. Entonces volví a entrar y tras cerrar la puerta, me apoyé en ella de espaldas. –"¿Por qué había hecho eso Sara?", me pregunté.


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⏰ Última actualización: Mar 24, 2017 ⏰

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