Capítulo 7: Paseo.

3 0 0
                                    

La misma pregunta comenzó a rondar por mi mente, una y otra vez. No podía dejar de preguntarme -¿Cómo carajos había entrado Ana?-. Eran casi las 18:00 hs. y me había dado cuenta que había pasado casi todo la tarde con la misma incógnita, definitivamente necesitaba despejarme. Así que tomé mi abrigo, mi gorro de lana y acto seguido, salí del edificio. Necesitaba caminar, dejar de agobiarme tanto con la misma pregunta, así que fui simplemente a caminar por las calles de la gran ciudad. El dia se veía gris, grandes nubes tapaban los cielos, la neblina impedía ver mas allá de unos metros de delante mio. Esto hacia que la ciudad se vea perfecta para salir a caminar y pensar. Esta era la primera vez que salía simplemente a caminar, era algo reconfortante. Sentir como la fria brisa de invierno acariciaba tu cara, era como saber que estabas vivo. Tras andar por un rato, comenzó a llover. Las calles mojadas reflejaban el cielo gris junto con las luces de los autos y semáforos, que estaban en la calle. La escena que podía ver mientras caminaba bajo la llovizna, era simplemente hermosa. Nunca había visto algo similar. La belleza de la lluvia se combinaba junto con el paisaje urbano, creando una única, con colores cálidos y fríos al mismo tiempo.

A medida que mas me alejaba del edificio, mas era la lluvia que caía en mi. Rápidamente quedé empapado y ante el intento de querer resguardarme de la lluvia, entré rápidamente en una cafetería. A pesar de que amaba la lluvia y mojarme con ella en días asi, temía enfermarme. Así que decidí esperar a que parase un poco la tormenta antes de volver a casa, y mientras hacía esto decidí tomar algo caliente. Aproximadamente una hora pasé tomando mi café y contemplando el paisaje desde una ventana de la cafetería. Faltaba poco para que comenzara a anochecer, asi que a pesar de que aun seguía lloviendo, decidí salir a dar una pequeña vuelta antes de volver a casa. Asi que despreocupado por llegar a casa salí del café y seguí caminando. La gran tormenta se había convertido en una pequeña llovizna que no disipaba. Varias calles camine hasta llegar a un parque y sentarme en uno de sus asientos. No me molestaba que este estuviese mojado, pues yo también lo estaba. Y mientras estaba allí sentado, empecé a mirar al suelo y mientras hacia esto comencé a pensar en mi madre. Necesitaba su amor incondicional, sus consejos, su ayuda. Me sentía solo. Y a pesar de que Ana siempre me hacía compañía como pareja, a veces sentía que simplemente no estaba. Era una sensación extraña, saber que alguien esta físicamente pero sentir por dentro que... simplemente no está.

Pensamientos y emociones iban y venían mientras yo seguía en aquel banquillo, con la cabeza gacha.

-Te puedes enfermar si sigues así. Toma.- dijo una voz femenina mientras acercaba un paraguas rojo.

En ese momento levante la mirada y la vi. Una chica de mi edad mas o menos, que llevaba el cabello violeta. Sus ojos eran almendrados y de color gris. Una bufanda roja cubría su cuello. Su mirada expresaba amabilidad y alegría, era como un ángel.

-Estoy bien...- respondí luego de admirarla.

-Ahora si lo estas, pero no quiero que mañana te enfermes. Por lo menos ven a aquí abajo conmigo.- dije esta vez, extendiendo su mano.

Tomé su mano, me puse a su lado y comenzamos a caminar a caminar bajo la lluvia.

-Por cierto, soy Sara.- dijo sonriéndome.

-Fran...- dije aun un poco desanimado.

-Y... ¿Qué hacías, ahí, solo bajo la lluvia?

-Nada en realidad, solo... pensaba.

-¿En qué pensabas?

-No importa eso en realidad...

-Entiendo que no quieras decirme...la-lamento si fui un poco entrometida. Es decir, apenas me conoces y... Lo siento.

En ese momento la miré y sonreí, parecía estar nerviosa de hablar conmigo.

-Oye, esta bien. No tienes que lamentar nada. Dime... ¿Por qué lo hiciste?- respondí de forma cálida.

-¿A qué te refieres?

-A lo del paraguas, digo, si me lo hubieras dado te hubieras mojado tú.

-Bueno... cuando te vi, sentí que necesitabas ayuda. Así que sin pensarlo fui y te ofrecí el paraguas.

-Pero... ¿Por qué?

-Bueno... Creo que me atraes...

Entonces solo la miré y sonreí. Caminamos varias calles y mientras las recorríamos, hablábamos sin parar y mientras mas lo hacíamos mas cosas encontrábamos en común. Compartíamos gustos musicales, hobbies e incluso gustos por libros. Para cuando llegamos al edificio, trate de despedirme diciendo:

-Bueno, aquí vivo...

-¿Aquí? – me interrumpió.

-Sí... ¿Por qué?

-Tambien vivo aquí...- respondió sorprendida.

-¿En serio?... Entonces, ¿Tomamos juntos el ascensor?

-Claro- Dijo sonriente

Seguimos hablando hasta que ella bajo 2 pisos antes que yo y me dio un beso en la mejilla. Me ruboricé cuando se despidió de mi, pues era una chica muy bella. Me quedé pensando en aquel beso hasta que llegué al apartamento. Cuando abrí la puerta de este, pude ver a Ana recostada sobre el sillón del living y sobre una mesa de la misma, a una revenada de pastel junto a una nota. "Lamento si esta mañana fui un poco molesta, realmente estaba preocupada por ti, porque me importas mucho. Te amo mucho cariño".


Ana.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora