Me levante de la cama un poco aturdido por el sueño y me vestí. Luego de esto me dirigí a la cocina y pude ver a Ana preparando el desayuno.
-Oh... Buenos días bello durmiente ¿Cómo dormiste?- pregunto ella alegre.
-Bien... creo- dije ocultándole el sueño.
-Bueno, mejor asi... ¿Café o Té?
-Té... por cierto... ¿Qué hora es? Tenemos escuela.
-Tranquilo, aun es temprano tenemos tiempo de desayunar y vestirnos. Toma.- dijo acercándose y dándome el té.
-Gracias mi cielo.
Comencé a pensar en el sueño, en la chica y en la mano que me salvó. Tratando de darle algún sentido, pero no pude. Era inútil intentarlo. Seguramente eran apariciones al azar que mi mente había creado. Me dispuse a tomar el té luego de pensar en la pesadilla. Llevé la taza a mi boca y sin interrupción alguna, comencé a beber. La infusión tenia un sabor amargo, no era normal en un té. Tragué con asco el sorbo y mire la bebida. Era negra, idéntica al agua del sueño.
-Ana... ¿estas segura que me diste un té?
Pero ella no respondía, ni siquiera estaba en la habitación. Entonces me paré y comencé a llamarla. Me dirigí hacia la cocina, pero no se encontraba allí. Luego fui a mi habitación, pero tampoco se encontraba. Entonces proseguí con la habitación de mi padre y el baño, pero no estaba. Solo quedaba un lugar en donde revisar. Una habitación que no había sido ocupada. Estaba completamente vacia.
Abrí la puerta dela habitación y pude verla. Estaba allí. Sentada en el piso. Llorando mientras se tapaba la cara.
-Ana.. Ana...- la llamaba horrorizado.
Pero ella solo seguía llorando. Entonces me acerqué lentamente y rodeándola me pare frente a ella.
-Ana, mírame.- dije decidido.
-...
-¡ANA!, ¡MIRAME!- Grité por el miedo.
Pero ella seguía sollozando cubriéndose la cara.
-¡DIOS ANA, POR FAVOR MIRAME!
Entonces ella sacó sus manos de su cara y lentamente levanto la cabeza para mirarme. Quedé horrorizado con lo que con lo que había visto. La cara de Ana se estaba derritiendo en la sustancia negra. Su cara estaba totalmente desfigurada.
En ese momento las voces de la primera pesadilla aparecieron gritos y susurros las acompañaban. Mientras las blancas paredes de la habitación comenzaban a derretirse en la sustancia negra, de la misma manera que lo hacia la cara de Ana. Rápidamente todo quedó cubierto de negro, incluyéndola. Entonces ella se puso de pie y se empezó a dirigir lentamente hacía mi. Yo estaba contra la pared ennegrecida, no podía ir a ningún lado. Solo me preparé para lo peor que pudiese pasar. Cerré los ojos y pude sentir su respiración a mi lado. Las voces macabras se habían ido, pero su respiración seguía. Podía sentir que provenía del lado derecho. Pasaron incluso varios minutos que permanecí con los ojos cerrado y la respiración no cambiaba en absoluto. Fue en ese entonces que abrí los ojos. Estaba en mi habitación, acostado, y la respiración que escuchaba era de Ana, que estaba dormida a mi lado.
Todo había sido un sueño. Nunca me había levantado de la cama y nunca había pasado nada. Miré la hora y eran las 6:30, aun había tiempo. Desperté a Ana y juntos nos preparamos para ir a la escuela.
-¿Café o té?- preguntó ella mientras yo me cambiaba.
-Hmm... nada, no quiero desayunar hoy- dije un poco tenso.
-Bueno.
-¿Tienes que ir a buscar tus cosas a tu casa?
-No, anoche las traje. Algo en mi interior me dijo que me iba a quedar a dormir aquí.
-Genial.
Pareciamos una pareja adulta. Que se ayudaban mutuamente por las mañanas y que siempre estaban apoyándose incondicionalmente. Sin embargo, esto no evito que durante todo ese día no me sintiese alarmado por aquella pesadilla. La cual, no le había contado a Ana, por miedo a que se alarmase demasiado. Por la tarde, cuando llegué a casa con Ana, ella me abrazó, y dijo:
-¿Seguro que vas a estar bien?, si quieres me puedo quedar.
-Sí... estoy seguro. Tú quédate tranquila...
Entonces tras un beso, nos despedimos y cada uno fue a su casa. Obviamente, Ana percibía que algo me pasaba. Estaba actuando raro, algo no cuadraba en mi cabeza. Algo que siempre estuvo ahí, pero nunca lo percibí. Entonces, comencé a pensar, todo lo que había sucedido el día anterior. Fue entonces cuando me di cuenta de que estaba mal. La misma noche que cuando quise quitarme la vida, había cerrado la puerta con llave, por temor a que mi padre volviese. Pero minutos mas tarde, Ana entro por esa misma puerta, sin necesidad de usar una llave. Entonces... ¿Cómo había entrado..?
ESTÁS LEYENDO
Ana.
Ficção AdolescenteFran se muda junto con su padre a un edificio en medio de una gran ciudad. Allí conocerá a Ana, su vecina, con la cual se sentira muy identificado y con la que tal vez, comenzara una relación. Ambos atravesaran muchas circunstancias dificiles, las c...