Capítulo 13

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Se giraba una y otra vez en la cama, se quejaba, transpiraba y su respiración era cada vez más rápida. En sus sueños Julián revivía una y otra vez el accidente.

―Te gustó la tarde en la playa.

―Sabes que adoro la playa cariño.

―Hoy nos vamos a mi departamento, tengo algo que enseñarte.

―Andas muy ansioso Julián, ya dime de una vez, no soy buena para las sorpresas quiero saberlo ya.

―No, no, por algo es una sorpresa, y espero sorprenderte.

―Está bien, entonces ya vámonos pronto.

―Aférrate a mi llegaremos pronto.

―Siempre estaré aferrada a ti.

Aquel dialogo se repetía una y otra vez en el sueño que estaba teniendo Julián, y pronto pasaba al momento del accidente, sintió como Luz, lo apretó con sus brazos y el soltó el volante de la moto para sostener sus brazos, sin embargo la vio volar sobre él, pero ahora se percataba del auto gris, mientras el giraba en el aire vio la ventana del copiloto a medio abrir, en su interior dos hombres, agitados, el copiloto un muchacho joven, sin embargo quien conducía un hombre más adulto, de tés blanca y cabello negro, no pudo ver su rostro sin embargo vió su anillo mientras se aferraba al volante, cuadrado con una piedra azul en el dedo meñique. Luego sintió estrellarse contra el piso, avanzando varios metros de Luz, intentaba levantar la cabeza pero el peso y el dolor eran insoportables, mientras caía inconsciente vio a su compañera muchos metros lejos de él, sin el casco, ni sus zapatillas, esparramada en el frio cemento, pero esa vez, era Laura.

Y despertó de golpe, se sentó en la cama ya no le dolía la culpa, ni el corazón se le estrechaba de tanto extrañar, más bien aquel sueño lo hizo pensar en que realmente él jamás había leido, ni se había interesado nunca en como fueron los hechos, estuvo tan inmerso en su dolor que nisiquiera supo si la persona que los chocó fue a carcel, si pagó el haberse pasado un disco pare, o si simplemente tenía licencia de conducir, nisiquiera sabía el nombre del asesino de Luz.

Laura se encontraba en el comedor, llevaba su desayuno como todos los días, no era mucho lo que podía hacer en casa más que ser una simple dueña de casa, el idiota de su novio se había deshecho de todos sus implementos para trabajar prohibiendole así que tomara pacientes, simplemente un día llegó y no estaba ni la camilla. Por lo que sus actividades diarias eran muy monotonas y aburridas, sin embargo, no tenía las agallas para pedir su vida de vuelta.

―¿Qué haces? ―Preguntó a Catherina al verla esparramada en el sofá, mirando las particulas de polvo invisibles en el aire. ―¿Cathe...? ―Esperó unos segundos pero esta no le respondió. ―!Catherina te estoy hablando!

―!Qué te pasa idiota! No ves que estoy meditando.

―¿Meditando? Jajaaj por favor, eso se llama estar en la estratósfera.

―me acabo de despertar, no me pidas más.

―Voy a tomar desayuno ¿Quieres?

―no gracias, no tengo hambre.

―¿mmm que te pasó? Son apenas las 9 de la mañana de un día sábado, estas "meditando" y no tienes hambre... cuentamelo todo ahora, que hiciste, alguna embarrada te mandaste, te conozco Catherina.

―!Ya callate! La unica que se manda embarradas aquí eres tú, ¿ya viste que tu novio desalojó tu habitación para las terapias?

―No quiero hablar de eso.

Corazón, Ven a MíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora