Julián había logrado vender su departamento a un buen precio, ya habían pasado tres meses y se estaba desesperando, de Laura no quiso volver a saber nada, comprendió que intentar hablar con ella era tan solo perder el tiempo, y aunque enfocó su atención en su pronto viaje, cada cierto tiempo se dejaba caer y pensar en ella, en lo que le había hecho sentir, y la amaba... sí que la había amado de verdad, se proyectó con ella y se prometió defenderla del imbécil de Alfredo y de todo el mundo si fuera necesario, pero ella no lo quería. Ella no era capaz de verse a sí misma y salir de ese maldito círculo vicioso de violencia y agresiones que no merecía.
― ¿Entonces, cuando hacemos la despedida? ―Preguntó Rodrigo golpeándole la espalda mientras lo veía observando el mar y fumando un cigarrillo.
― ¿Te acuerdas que Luz amaba esta playa?
―Claro que me acuerdo, esa mujer amaba el mar.
―Tengo listo los pasajes para dos semanas más, lo aplacé un poco para buscar bien el lugar donde voy a vivir y todo eso. El contrato de trabajo ya está listo, ayer tuve la última reunión vía Skype con el Gerente del gimnasio, quedó encantado con la propuesta para este verano... deberías venirte conmigo Rodrigo, nos iría genial.
―Si no estuviera Catherina en mi vida, me iría hermano lo sabes, pero ahora quiero hacer las cosas bien, de verdad ella me interesa. ―Se excusó.
―Está bien hermano, te mereces a esa mujer.
― ¿Y tú? ―Preguntó con cautela, sabía que el tema de Laura aún era delicado para Julián.
―Yo nada, al parecer lo que menos necesito en estos momentos es tener enredos amorosos.
―mmmmm. ―Musitó Rodrigo pensativo.
―Sabes que aunque estemos lejos por un tiempo siempre estaré aquí.
―Tranquilo, no te pongas sensible hombre macho recio. ―Ambos sonrieron y volvieron al lugar en donde ambos se encontraban arbitrando uno de los partidos del campeonato de Voleibol de la escuela Naval.
***
― ¡No me interesa cómo! Necesito que Laura quiera volver a estar conmigo, o a caso ¿se le olvidó al vejete que le salvé el restaurant de la quiebra absoluta? O peor aún... se le olvidó lo que...
―Está bien, no es necesario recordarlo... voy a hablar con ella una vez más.
―No me sirven tus conversaciones, ¡me la traes y ya!
―Alfredo, no es tan fácil, te recuerdo que mi hija ya es una mujer y sabe perfectamente tomar decisiones para su vida.
― como se nota que no tienes idea de la hija que tienes, a tu hija le chispeo los dedos y la tengo en mi puerta temblando ¿sabías?.
― ¿Entonces porque no la traes tú?
― Porque para algo que sirvas tú viejo de mierda.
El padre de Catherina y Laura, no tenía otra alternativa más que estar a la merced de lo que Alfredo decía, era uno más de sus perros falderos, después de la gran cantidad de dinero que invirtió en el negocio familiar que era el restaurante convirtiéndose en socio capitalista, y así poder tener a toda esa familia colgando de un hilo. Durante el proceso de intentar conseguir un corazón para Laura, el padre gastó lo que no tuvo en tratamientos, clínicas, etc..., hasta que apareció este buen hombre. Lo que no sabía era el precio que tendría que pagar por cada uno de los favores, sobre todo por el corazón de su hija.
―Está bien, veré que puedo hacer.
―No me interesa como lo hagas, ah... y toma. ―Le dijo tirándole las llaves de su auto por el aire. ―Me lo traes a las 5 de la tarde, lo quiero impecable por dentro y por fuera... tu sabes que me gusta pasear a mis putas con el auto bien limpio.
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Corazón, Ven a Mí
Romansa¿Qué hacer cuando un accidente se lleva al amor de tu vida? ¿Qué se puede hacer cuando solo queda el recuerdo? Julián Díaz, ha pedido al amor de su vida en un accidente de motocicleta. ¿Se puede vivir con la culpa? Luz Serrano ha partido al mundo de...