Catherina, casi no podía abrir sus ojos de lo inflamado que estaba su rostro, al menos los monitores que seguían conectados a su cuerpo funcionaban con normalidad, y el oxigeno seguía proporcionándole vida a través de esa incomoda mascarilla. Rodrigo no se había querido mover de su lado, había llegado hasta casa de Laura queriendo proteger a Julián y terminó salvándole la vida a Catherina. Acariciaba su cabello y respondía cada cierto tiempo al Whatsapp de su amigo para informar del estado de esta a su hermana Laura.
Rodrigo le entregaba contención a Catherina a través de sus manos, acariciando su rostro y observándola de una manera que ni él mismo entendía, si bien ella le provocaba de manera exótica y divertida muchas cosas, verla de esa forma tan vulnerable le hacía mirarse a sí mismo, y aunque no quisiera debía admitir que le pasaban muchas cosas con la muchacha.
La puerta de la habitación se abrió de pronto, pero no prestó demasiada atención, debían controlar a Catherina, cada cierto tiempo por lo que ni siquiera se molestó en girarse a observar al personal médico, sino hasta cuando oyó una voz familiar.
―¿Quién es ella Rodrigo? ―Preguntó Emilia, en su cargo de enfermera de turno.
Rodrigo la observó un minuto, le tomó tiempo reconocer su rostro demacrado y pálido.
―Si no fuera por tu voz, me hubiese sido imposible reconocer a la que fue mi mujer por tanto tiempo.
Emilia bajó la mirada y continuó en lo suyo como una autómata. Se tomó unos minutos en donde controló el suero de Catherina, como también las pulsaciones, anotó la presión y suministró el medicamento que el médico había indicado, siempre bajo la atenta mirada de Rodrigo.
―¿Y me vas a decir quién es ella? ―Insistió.
―¿Por qué en vez de interrogarme, me dices porque terminaste con lo nuestro?
―No estamos hablando de nosotros Rodrigo, por lo demás no demoraste tanto en suplantarme.
―No sé en qué momento te perdí. ¿Cuándo te convertiste en esto? ―Preguntó, observándola de forma nostálgica.
―No tienes idea de lo que soy.
―Claro que lo sé, eres tan solo la sombra de la luz que fuiste en mi vida.
Emilia lo observó con culpa, aquellas palabras calaron hondo en su corazón, en el fondo sabía que toda la culpa había sido de ella y su maldito vicio, Rodrigo había sido un marido excepcional y merecía algo mejor que ella, una vida lejos de los excesos a los que ella ya se había vuelto adicta. Solo se mantenía limpia en los turnos, que por cierto cada vez eran menos.
―¿Cómo sigue mi paciente favorita?
Ambos se giraron en dirección a donde provenía esa voz, Emilia nerviosa y Rodrigo con ganas de matarlo ahí mismo.
―Como tienes cara maldito hijo de puta. ―dijo Rodrigo acercándose amenazante.
―Le recuerdo que agredir a personal médico está penado por la ley. ―Respondió Alfredo con su impecable delantal blanco.
―Te crees muy impune ¿verdad?
―No sé de qué hablas, pero vengo con gente que sí tiene mucho interés en oírte. Oficial... adelante por favor.
Rodrigo no se lo podía creer, las influencias de Alfredo eran increíbles.
―Buenas noches, soy el oficial de Carabineros Alexis Cifuentes, tengo la declaración del Doctor Palacios, en donde nos indica los actos de violencia que usted ejerció sobre la señorita Grez. Por lo que le solicito nos acompañe, se encuentra usted detenido.
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Corazón, Ven a Mí
Romance¿Qué hacer cuando un accidente se lleva al amor de tu vida? ¿Qué se puede hacer cuando solo queda el recuerdo? Julián Díaz, ha pedido al amor de su vida en un accidente de motocicleta. ¿Se puede vivir con la culpa? Luz Serrano ha partido al mundo de...