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El pensar en citas era algo que a Bokuto no le gustaba, sin embargo cada vez que podía invitaba a Akaashi a tener una. Se veía relajado, con seguridad y realmente genial cada vez que presentaba su invitación, y al pelinegro le gustaba. Pero la verdad era que lo que más sentía en su interior eran los nervios.

Por ejemplo, la primera cita para Koutaro no fue nada fácil.

Era un día extraño, a pesar de estar a mitad de la primavera, la lluvia atacaba con toda esa furia que no sabían de dónde había salido. Ese día, el chico de tercer año, capitán del equipo de vóley, faltó a Fukurodani solo por un tonto resfriado. Él era sensible, aunque no lo pareciera y también si lo negaba, no podía contradecir su naturaleza.

Aquel día, Keiji estaba del peor humor posible, algo que sus compañeros de salón jamás creyeron que iban a presenciar de parte de un chico tan lindo y calmado como él.

Ambos jóvenes se hablaban por mensaje de texto entre clases, mientras el bicolor estaba recostado en su cama con un pañuelo encima de la cabeza (cortesía de su amigo gatuno que solo fue a hacer eso), el menor estaba en su silla incómoda deseando que el receso no acabara. Y justo cuando la profesora venía entrando, su teléfono sonó una vez más. Recibió aquella mirada que mostraba reproche y un posible castigo si no guardaba el aparato, por lo que solo le quedó disculparse y silenciarlo, guardándolo al final.

La clase pasó con normalidad, otras dos más y era libre. No había visto el teléfono hasta que salió de la escuela, y ahí fue donde se encontró todos los mensajes que llenaban su casilla.

Todos ellos eran de la misma persona, con el mismo asunto y casi las mismas palabras.

"Perdona si molesto", "Helado" y "mañana" se leía en cada uno de ellos. Inconscientemente había comenzado a reír, y las personas alrededor solo levantaban las cejas con aquella notable confusión en sus rostros. Tampoco era normal ver a un chico, que supuestamente era calmado, chillar de furia y reír el mismo día.

Había decidido pasar por la casa de su novio antes de ir a la suya, con calma caminando por las calles y un camino que ya conocía a la perfección. Solo tenía que pasar de largo su propio hogar mientras saludaba a su perro con una mano, y seguir caminando.

Al llegar tocó la puerta y, como se esperaba, un Bokuto lleno de mocos y lágrimas salió del otro lado, sonriéndole un poco.

—Hola —había murmurado este, dejándole espacio.

Pero Keiji solo se negó, mostrandole los brazos alzados en un saludo y retrocediendo un poco antes de comenzar a hablar.

—Solo quiero decirte que acepto, y que te espero mañana a las cuatro de la tarde en la heladería del parque. Procura mejorarte antes de eso —le sonrió metiendo las manos en sus bolsillos, recargándose en sus propios pies inclinados solo para parecer genial—. No hay beso, sigues enfermo. Nos vemos, Bokuto-san.

Y así se fue, de vuelta por su camino inicial. Al pasar las cuatro cuadras divisó a su perro corriendo con felicidad hacia él y volvió a sonreír. Su humor ya estaba cambiado, tal como el clima de la mañana, y lo agradecía.

Por otro lado teníamos a Koutaro, un poco confundido pero reluciente. Debía tomar sus medicamentos si no quería fallar al siguiente día. Había sido más fácil de lo que creía, se burlaba de sí mismo por ser tan desconfiado.





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buenas tardes. ♡
he visto a gente nueva votando
y leyendo.
por lo que quise recompensar,
actualizando, sí.

gracias por leer.

BokuakaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora