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Invierno suele ser una estación en la que la mayoría de las personas se enferma, aparece con las defensas bajas, o simplemente no tiene ganas de hacer nada que tenga que ver con moverse y juguetear alrededor. Podría decirse que invierno es una estación pasiva y fría, en la que las actividades se reducen un poco, y además de eso también aparecen las vacaciones largas de fin de semestre.

En invierno, Koutaro suele enfermarse con más frecuencia que en los otros tres trimestres que tiene el año, por lo que se la pasa yendo cuidadosamente de su casa al colegio, y viceversa. Para su mala suerte, el club tiene actividades normales, porque los deportistas como ellos no dejan un hueco libre a la hora de entrenar. Aunque haga frío, aunque haga un calor de muerte, ellos estarán ahí poniendo todo de sí para mejorar. Y aunque era algo que admirar, a Koutaro normalmente eso le traía consecuencias.

Su primera recaída fue en la primera nevada, el invierno estaba apenas llegando pero su cuerpo no pudo contra el frío ambiente, y tuvo que pasar dos días tirado en su cama, lamentándose por no poder ir a entrenamientos.

La segunda vez que estuvo enfermo fue en el festival de la nieve, luego de las festividades de diciembre y el año nuevo que fue recibido con fuegos artificiales y un montón de abrazos a sus familiares. En esos cuatro días que los pasó recostado sin nada que hacer, estaba comenzando a replantearse su utilidad en el tiempo y el espacio. Y es que hubieron ocasiones en las que creyó que enfermándose de la nada no podría hacer mucho por su equipo, o por sí mismo, ya que debía pedir los apuntes cada vez que algo así pasaba.

De igual manera que llegaban, los pensamientos se iban al instante cuando veía a Keiji aparecer en su puerta con un rico plato de oden bien calentito para él.

—Tu mamá está preocupada —casi siempre susurraba esa oración, ocupándose de no asustar al chico postrado en la cama ya que había aprendido que en la ausencia, su mayor pensaba mucho—. ¿Ya te sientes mejor?

En esa ocasión, cuando el invierno estaba terminando, Koutaro tuvo una recaída que le costó una semana entera en la cama, a base de sopas y nada de ramen, porque su madre y Akaashi decían que el ramen solamente iba a hacer que quisiera quedarse más tiempo bajo las sábanas.

Aunque los platos que le servían también eran fantásticos, siempre calentitos y hechos con el amor de su progenitora.

Había tenido la mala suerte de enfermarse apenas comenzaba marzo, la primavera estaba pronta y en lo único que pensaba era en ver las flores de cerezo salir de su capullo, por lo que asintió débilmente a la pregunta del menor. Cuando se dio cuenta, comenzó a hablar como era costumbre.

—Siento que si sigo así voy a morir —se quejó, sentándose lentamente para tomar la bandeja con sus manos y quitarle el peso a Keiji, quien parecía muy entretenido mirando a sus ojos con calma—. Deberías de dejar de venir a verme cuando estoy enfermo, podrías contagiarte.

El pelinegro rió, recordando con sutileza aquellas palabras que salían de la boca del ajeno cada vez que las cosas estaban dadas vueltas y era él el enfermo.

Mejor, así podré besarte —murmuró, encogiéndose de hombros y sentándose a su lado.



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hola. ♡
solo quería escribir esto,
como un... agradecimiento. ¿?
por las casi 6k leídas, y los 1k de votos.
bai~.

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