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Los reencuentros habían ocurrido dos veces en lo que llevaban de separación, esos seis meses se volvían pequeños una vez que podían volver a mirarse, besarse, o simplemente respirar uno a la par del otro. Esos reencuentros eran perfectos.

La última vez que tuvieron uno, fue cuando el verano llegaba a su fin, hace unos pocos días atrás. Las vacaciones cortas del receso fueron suficientes como para que Koutaro se hartara de la monotonía y corriera a los brazos de un chico pelinegro que le esperaba con la sonrisa ensanchada como nunca antes se le había visto. Originalmente habría sido una sorpresa, tan solo si el mayor no odiara tanto el estar separado de Keiji, podría haberse aguantado las ganas de decirle que iba al distrito por una semana.

También, cabe aclarar, fue la mejor semana de todas. Koutaro había estado estudiando con esmero y ahora se le notaba más fresco, más vivo de lo que antes ya estaba y con muchísimas energías. ¿La razón? Sus materias estaban milagrosamente promocionadas y no había tenido que estudiar durante más tiempo como se temía. Ahora solo le quedaba la otra mitad del año, y así, sus preocupaciones de sobre si podrá seguir la carrera se esfumarían en un instante.

Otra de las razones de la alegría del ex capitán del Fukurodani era saber que su novio lo estaba haciendo bien, tanto en el equipo como en los estudios de su último año y obviamente también en su vida. Estaba orgulloso, de cierta forma, y más fue su egocentrismo cuando Akaashi le dijo que la razón de su progreso había sido él mismo. Le daba tanta dicha saber que al inspirar a alguien, se llevó tan grata sensación en el pecho.

Veía a Akaashi sonreír más a menudo, y aunque sonara un poco egoísta de su parte, le habría gustado verlo él solo en esos momentos que estuvieron alejados, y no los chicos de primer y segundo año que parecían contagiarse de su felicidad.

De todas formas, él estaba también contento.

—Bokuto —la voz suave de Keiji siempre era la que cortaba sus momentos de pensamientos largos y certeros, donde imaginaba qué sería de su mundo sin alguien tan maravilloso como él, alguien que lo aguantara de tal forma.

(Kuroo no contaba, Kuroo era casi igual o peor que él en temas de extrovertismo, aunque el ex gato de Nekoma decía ser calmado, siempre se daba con que era el primero en realizar de sus típicas estupideces.)

Tanto había pensado, que ni enterado estaba de la falta de honoríficos en el habla de Akaashi.

—¿Qué pasa? —su pregunta sonaba tan distraída como él mismo.

—Gracias.

¿Gracias? Si antes estaba tan confundido, con esa aclaración se estaba tironeando los cabellos poliosos con ambas manos (de manera metafórica, porque Akaashi se habría preocupado). No entendía el porqué, si el que debía agradecer era él por tres años de incansables victorias y tanto cariño.

—¿Gracias?

Si bien su confusión era notoria, Keiji sabía que iba a encontrar una respuesta a su cuestión. Era obvio, todo lo que agradecía él era lo mismo que Koutaro quería hacer, pero se quedaba callado y disfrutaba de las cosas en silencio. En su silencio, en realidad, porque Bokuto siempre fue extrovertido y chillaba de emoción cada que era el pelinegro el primero en iniciar un beso.

Sí, en silencio. Justo como Akaashi había hecho con el pasar del tiempo con tanto esmero, que ahora necesitaba hablar. Pero al momento de abrir la boca simplemente la volvió a cerrar, creyendo que aquella simple palabra de gratitud había sido suficiente como para que el mayor le entendiera.

—Sí, gracias —murmuró, asintiendo—. Sabes a lo que me refiero.




F I N.


había dejado esto tan solo
y abandonado.
y siempre veo sus comentarios,
los votos.
me llenan de alegría.
quise plasmarlo aquí.
gracias a ustedes también. ♡

BokuakaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora