Capítulo 6

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Yuri estaba harto

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Yuri estaba harto. Su compañero de clases Furukawa Reiji no lo dejaba nunca tranquilo. En la sala de clases, en los recesos, en la salida de la escuela, en todas partes andaba a la siga de él.

Lo peor era que no sabía cómo lo había logrado convencer de que le diera su número de celular y correo. Estaba arrepentido y aburrido de recibir mensajes del muchacho, incluso había pensado en bloquearlo, pero eso sería demasiado cruel.

Se sentía frustrado, no había podido ir al Ice Castle porque debía acompañar a toda su familia a despedir al aeropuerto a su tía Chiyoko y sus primos. Una parte de él se sentía aliviado porque al fin esa mujer y Kyouya se iban, pero otra sentía pena de no poder pasar más tiempo con su prima Yuriko.

Llegaron al aeropuerto, no entendía por qué su tía prefería gastar más dinero viajando en avión, siendo que le salía mucho más económico hacerlo en tren. Pero bueno, no iba a criticarla, sería muy hipócrita de su parte hacerlo cuando detestaba tanto que ella lo hiciera.

Abrazó fuertemente a Yuriko, mientras ella lloraba.

—Tranquila, de seguro nos veremos el próximo año.
—¡Eso es mucho tiempo, Yuri-onii-chan!

Yuri prefirió no decir nada y la continuó abrazando. Luego le tocó despedirse de Kyouya, a quien sólo le dio un apretón de manos.

—No olvides invitarme a tu boda cuando te cases con el letón ese.

«Me sorprende que conozca ese país» pensó Yuri.

Tocó el turno de despedirse de su tía Chiyoko.

—Cuídese mucho, tía Chiyoko.
—Tú también —respondió ella—. Por cierto, Yuri, creo que es tiempo de que dejes de perder tu tiempo en el patinaje y te dediques a ayudar a tus padres, ellos se esfuerzan mucho, no seas un mal agradecido —opinó.

Yuri se removió inquieto con lo escuchado y sólo asintió. Chiyoko y sus hijos se fueron.

Hiroko sintió pena de no pasar más tiempo con su querida hermana, a Toshiya le fue indiferente y sólo se dedicó a animar a su esposa, mientras que Yuri y Mari suspiraron aliviados.

—Voy a extrañar a Yuriko-chan —comentó Mari.
—Yo igual —comentó Yuri.
—¿También a su tía Chiyoko y Kyouya-kun? —preguntó Hiroko, sonriendo.
—Sí… —dijeron ambos con ironía.

Regresaron a casa, ya estaba anocheciendo. Yuri se tiró a su cama, miró los pocos posters que tenía en su habitación en los cuales salía Victor con su cabello largo. Las palabras de Chiyoko vinieron a su cabeza.

«Por cierto, Yuri, creo que es tiempo de que dejes de perder tu tiempo en el patinaje y te dediques a ayudar a tus padres, ellos se esfuerzan mucho, no seas un mal agradecido».

Yuri se removió inquieto en su cama. Ella podría tener razón, pero no quería dejar de lado el patinaje, lo amaba.

Decidió salir a trotar para enfriar su cabeza y tomar aire. No quería hostigarse de pensamientos negativos.

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