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Capítulo 4

Yuri tenía 17 años y había sido obligado por su familia a ayudar en el festival de una forma peculiar. Años anteriores habían participado, pero los clientes no habían sido muchos, por lo que decidieron preparar un plan para aumentar las ventas; se aprovecharían de la belleza de Yuri para atraer clientes masculinos, él tenía un buen cuerpo gracias a sus entrenamientos, combinado con su delicadeza de adolescente.

Yuri no estaba de acuerdo, pero finalmente aceptó. Usó una bella yukata rosada femenina, junto a una peluca negra que le llegaba hasta los hombros, con un poco de brillo labial y sin quitarse sus lentes. Fue todo un éxito. A partir de ese año, a pesar de que Yuri no volvió a ayudar de esa manera, las ventas de katsudon en el festival fueron en aumento.

Muchos clientes, tanto como hombres y mujeres, fueron a comprar encantados por la belleza del joven, quien los recibía con una sonrisa fingida.

—Te ves muy bien, Yuri-kun —dijo una voz femenina muy conocida para él.

Miró sonrojado e impactado a la mujer, era Nishigori Yuuko, su amiga de la infancia dos años mayor que él, quien lo miró con una sonrisa. Yuri, avergonzado, le devolvió la sonrisa y la saludó; su mirada se fue al gran bulto que había en el estómago de la mayor.

—¿Está bien que salgas a la calle con 8 meses de embarazo? —preguntó, preocupado.
—No me siento mal.
—Pero igual, son trillizas.
—Está bien, cualquier cosa la llevaremos de inmediato al hospital —comentó Takeshi, quien apareció de la nada abrazando por la espalda a su esposa, la cual soltó una risita.
—Ya falta muy poco —comentó con emoción. La pareja de casados comenzó a ponerse melosa, incomodando a Yuri.

Yuri desde pequeño había tenido un enamoramiento hacia Yuuko, pero cuando ella cumplió los 16 años empezó un noviazgo con Takeshi, con quien se terminó casando. Yuri poco a poco superó su amor no correspondido, enfocándose en el patinaje.

Luego de un rato, Yuuko y Takeshi se fueron, continuando su recorrido por el festival. Yuri siguió atendiendo a los clientes, soportando como más de uno trataba de coquetearle, él simplemente los ignoraba.

Dos mujeres amigas de Hiroko llegaron y comenzaron a conversar animadamente con ella.

—Yuri-kun está irreconocible —comentó una de las mujeres.
—Si hubiese sido niña de verdad, hubiese sido muy hermosa —comentó la segunda mujer.

Hiroko soltó una risita inocente, mientras que Yuri se tensó, sintiéndose avergonzado; se alejó un poco de ellas, pero siguió escuchando lo que conversaban.

—Es un buen chico —comentó la primera mujer, sonriendo.
—¿Cuándo termine la preparatoria te ayudará con el negocio familiar? —preguntó la segunda, mirando a Hiroko.
—Es lo más obvio —respondió la mujer anterior.

Yuri frunció el ceño con lo escuchado.

«No quiero dedicar mi vida a trabajar en las aguas termales», pensó, bajando la mirada.

—Se va a dedicar al patinaje artístico —respondió Hiroko, con una sonrisa orgullosa.
—¿De verdad? —preguntó sorprendida la primera mujer.
—¿De verdad estás de acuerdo con dejar que dedique su vida a eso? —preguntó la segunda mujer.

Yuri miró atento a las mujeres, esperando nervioso y asustado la respuesta de su madre, la cual no alcanzó a escuchar.

—Yuri te ves increíble —escuchó desde lejos una voz masculina.

El nombrado se sintió frustrado y fue hacia al dueño de la voz, era Reiji.

—Estoy de acuerdo con cualquier cosa que lo haga feliz —respondió Hiroko, sonriendo y sin ser escuchada por su hijo.