Bajo la piedra

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Al mirar de nuevo el hueco que quedo de la piedra algo centello y me agache para examinar que era, parecía un collar de oro con el dije de un escorpión e incrustado en sus ojos un par de rubíes rojos, tenía colgado también una llave dorada con un rubí en forma hexagonal color rojo, se veía muy nuevo pero por más que quisiera devolverlo sería imposible encontrar al dueño, lo más probable es que haya pasado por aquí y se le haya caído.

Volví a mi lugar y le enseñe la cadena a Tasha.

-Mira estaba bajo la piedra.

-Quédatelo- dije mientras ella observaba detenidamente los dijes.

-No como crees tú lo encontraste, además es para niño.

-Pero la llave no lo es- retire de la cadena el escorpio y se lo entregue- Mira tú te quedas con la cadena y la lleve y yo pongo este escorpión en mi cadena- saque de entre mi suéter de la escuela la cadena de plata que me había regalado mi padre a los 10 años y colgué el dije.

-Muchas gracias Tristán- dijo mientras intentaba colocarse en collar, yo me pare y la ayude a ponérselo.

Al volverme a sentar mi vista recayó en mi reloj, eran las 9:16 am.

-Oye, ¿no iras a la escuela?-pregunte al recordar de que en las escuelas se entra a las 8:00 am. Y por su mochila que trae cargando se nota que iba en dirección a la escuela cuando se tropezó.

-No, es que no quiero ir soy nueva y me da miedo que se burlen de mi- su mirada mostraba miedo, sus labios dejaron de lado la sonrisa que lucían y dieron paso a una mueca de duda o seria de miedo, realmente no lo sé pero veremos cómo puedo ayudarla, además no creo que se burlen de ella por ser nueva eso no suena muy lógico.

-Nunca se burlarían de ti, tú eres muy simpática.

-Pero no lo se me da miedo que se rían de mí por ser diferente, por no ser de este lugar, porque descubran mi secreto...- sus ojos dorados empezaron a quebrarse poco a poco las lágrimas salían y su mirada se perdió entre ellas- Tengo miedo de que sepan que tengo... problemas.

Me acerque lentamente a ella y le di un abrazo, poco a poco ella respondió a mi abrazo y rodio mi dorso con esos escuálidos brazos blancos, era el primer abrazo que daba en años que me hacía sentir bien, descansado, querido. Podía sentir sus lágrimas que bajaban de sus mejillas y se impactaban en mi playera, después de unos minutos nos separamos, busque de nuevo en mi mochila el paquete de pañuelos y se los entregue, no sabía que era pero ella me daba una sensación de confortabilidad, de aprecio mutuo, algo me decía que ella era como yo, una chica que teme sentirse ser apartada y que prefiere alejarse para prevenir burlas, para mí era tarde yo era el payaso, el raro de la escuela pero ella aun podía evitarlo.

-Nadie se va a burlar de ti eso te lo prometo-le dije.

-¿Me lo prometes?

-Si te lo prometo-le conteste levantando mi mano.

-¿Tú en que escuelas estas?

-Yo hace semanas que no he ido a la escuela... pero estoy en esa que esta por haya-apunte a la escuela que desde aquí solo te tomarías tres minutos en llagar.

-Pero, ¿porque?- se secó lentamente las lágrimas que aun brotaban de sus ojos, respiro profundo y se volvió a mis ojos.

-Bueno, lo que pasa es que... se burlan de mí por mi marca de nacimiento, dicen que de seguro me lo pusieron para saber que no me deben tocar por lo feo que soy.

Tristan y el secreto RusoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora