Tristan y el secreto Ruso

Ciervos de luz

Al despertarme pude escuchar claramente el canto de los pájaros que sobrevolaban cerca de mi ventana, el día estaba soleado a pesar de que acabáramos de entrar en invierno, abrí las ventanas y sentí el reconfortante viento cálido que batía mis cabellos hacia adelante y hacia atrás, me cambie de camisa y me puse las botas, mire mi reloj eran las 7:30 aún faltaban treinta minutos para el desayuno así que me puse a disfrutar de la brisa sentado en la esquina de mi cama; subí las escaleras como siempre hasta el comedor, me serví mi desayuno y me senté en mi butaca frente a Louis como de costumbre.

Estuvimos riéndonos y haciéndonos jugarretas durante el desayuno, todo parecía más alegre que el día anterior, el sol hace muchos cambios en el carácter de la gente, ayer el sol no salió por mucho tiempo pues las nubes taparon por completo su esplendor pero hoy todo se veía de diferente manera de una forma más alegre y divertida. Linden nos hiso un truco de magia convirtiendo mi cabello en atún que por consecuencia Kat y Jeremías me miraban de forma deseable.

Desde pues de tanto juegos y risas nos concentramos más en desayunar, la mayoría de los alimentos estaban fríos como mis hot cakes que están tan helados como un cubo de hielo.

Cuando todos terminamos nos levantamos al mismo tiempo cosa que nos dio risa a todos y nos despedimos, Jeremías me dijo que tuvo un problema y que iba a salir al centro para arreglar algunos asuntos, así que acompañe a Louis a dar una vuelta por la cuadra; al parecer la cuadra es un kilómetro de ancho por uno de largo, al caminar todo el kilómetro de forma horizontal a la entrada de la base-iglesia nos vimos en frente de un pueblito llamado ''El porvenir'' según me cuenta Louis aquí viven 700 personas y que nuestra iglesia les quedaba tan lejana que hicieron otra parroquia en el centro del lugar así que abandonaron la otra, después de unas décadas el coronel Santos compro el terreno e inicio la reconstrucción y modificación del edificio.

-¡Qué historia!- grito- Casi y ni me dormí.

-No seas así Tristán es algo que debes saber, de todas maneras si no lo escuchabas por mi seria por tu entrenador o por alguien más da gracias que a mí me gusta resumir las cosas.

-Si para ahorrarte las cosas y hacerlas fácil- murmure.

-Cómo eres de... sabes mejor vayamos a la plaza venden unos ricos jugos de rábano y apio que son para lamerse los dedos.

-¡Puag que asco como puedes comer eso!

-No me lo como me lo tomo, bueno entonces te gustara la nieve de chicle o de cacahuate.

-¿De cacahuate?-pregunte dudoso de que fuera real que hicieran tal cosa con los cacahuates.

-Claro, los cacahuates saben riquísimos en nieve te sorprenderás cuando los pruebes- dijo eufórico-¡Vamos por uno de una vez, quien llegue de ultimo paga!

Corrimos lo más rápido posible hasta llegar a la pequeña plaza, nos acercamos y pedimos dos nieves de cacahuate al final yo tuve que pagar, pero no era mucho de hecho fue menos de la mitad de lo que me cobrarían en la heladería que está cerca de mi casa. Y efectivamente la nieve de cacahuate es deliciosa tuve que comprarme un segundo cono, y mientras lo comíamos me enseño el lugar, lo recorrimos en menos de un par de horas, tenía muchas casas antiguas reconocibles por el estilo de las fachadas y que la mayoría de las paredes empezaban a cuartarse. Al terminar nuestras nieves entramos a la catedral católica, tenían un montón de santos que yo no conocía como Santa Inés o San Sebastián, nos sentamos en las butacas y nos quedamos viendo a la gran representación de Jesucristo en la cruz tallada en lo que al parecer era mármol.