La fiesta de Otto.

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                                               |cody en galería|





Nadie dudaba de Otto. Otto podía ser impulsivo, algo callado y muchas veces un pesado, pero jamás mentiroso. Cody lo acababa de comprobar. Tomó la caja con cervezas como si de sus hijos se tratara. Conseguir alcohol últimamente era muy difícil para ellos. Junto a sus amigos habían tratado de todo, hasta robar del cajón escondido de la madre de Cody, pero no resultó de todas maneras. Otto era la respuesta final. Otto era el gran rey.


Los ojos marrones de Cody miraron a Marlon con lujuria. Le lanzó una cerveza y tomó una para él.





—¿No amas tanto a Cody como yo lo hago por darte esto? —alzó sus cejas al preguntar y meneó la caja emocionado. Cody era así.


—No lo sé, Cody. Para mi que Otto le puso algo —Cody parecía un bebé con un juguete. Marlon sólo quería fastidiarlo. Abrió la botella y bebió un poco, luego la escupió sorpresivamente —¡Te dije! Esto es agua.


—¿¡Qué!?





Con ese pequeño grito, Cody abrió su botella con desespero y la bebió. Achinó sus ojos y miró al lado. Una vez más cayó en el juego de Marlon. Tragó todo de golpe y empujó a su amigo levemente.





—Muy gracioso, Marlon. En serio, te luciste —relamió sus labios y se dirigió a las escaleras —No jugaste para nada con mis sentimientos. Absolutamente no.





Ambos rieron.





—Qué nena, Cody —lo tomó del hombro y ambos empezaron a bajar las escaleras —¿Tú crees que venga alguien más de segundo? Veo sólo de tercero.


—Son a penas las ocho, la gente estará llegando —no mentía. Pero en el fondo lo hacía —Además, ¿faltar a la fiesta de Otto? Vamos, eso es muy año pasado.





Le sonrió a Marlon, quien dio un largo sorbo de la cerveza y alzó sus cejas creyéndole.











**








Cleo se apegó a Bruna y la miró incomoda.





—Bruna, dime de nuevo que fue buena idea traer el conjunto de mi madre.


—Cleo —dijo Bruna, viéndola de arriba hacia abajo —Te ves estupenda. Tu madre era una chica ochentera de maravilla. Créeme que hasta mi padre le coqueteaba en la escuela.


—¿A quién no le coqueteaba tu padre? —alzó tres dedos —Tu madre, mi madre y escuché por ahí que hasta a la madre de la madre de Estefanía.





Bruna hizo una mueca. Su padre y las miles de historias tras él.





—Ew, no necesito saber más, Cleo.





Momentos así eran los que Cleo quería de vuelta y lo estaba logrando. Apretó la mano de Bruna y caminaron por un pasillo en la casa de Otto. No podía creer que ya estaba en una fiesta, luego de su vuelta. Por un lado le causaba algo de nervios, sabía que iba a estar la mayoría de la escuela y aún no lograba quitar la mirada de desaprobación de ellos. Pero por otro lado, pensaba que era lo mejor. Estaría despistada, con Bruna y con música bastante buena.


Llegaron a lugar central en poco. Vieron a las personas bailando, algunas bebiendo quien sabe qué y otras sentadas conversando. Estaba tranquilo, normal. Miró a Bruna con calidez y apuntó con su cabeza a cierto lugar.





1990.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora