¿Hogwarts?

Cumple-Escapada.

Nada.

Eso encontró una y otra vez. No sabía bien cuantas veces había revisado ya aquel buzón ¿No se suponía que le escribirían? Sus cartas. Ese era el consuelo que había tenido todo el verano. Pero jamás llegaron.

Odiaba estar con los Dursley, en especial ahora que lo detestaban más que nunca. Es más, ahora se encontraba encerrado en su habitación —la cual por cierto, ¿debería agradecer?, ya no era el armario bajo las escaleras —, debía fingir que no se encontraba allí, gracias a que su "adorado" tío tenía la oportunidad de su vida: una cena con su jefe, y si todo salía bien, sería promovido.

¡Ja! Si fuera por él que les caiga pésimo la comida —de la cual no recibió bocado alguno. Como esperaba ansioso porque el calendario anunciara Septiembre 1, y así, poder escapar casi todo el año. Ahora no le importaba nada más que eso. Ni siquiera se entusiasmaba porque estaba cumpliendo sus ¡doce años!

Extrañaba a Chimuelo, a sus amigos...

Un estruendo lo sacó de sus pensamientos. Se levantó de su cama de golpe. Una criatura enana que jamás había visto apareció sobre su viejo escritorio. Pequeño, piel media grisácea, cabellos largos y negros, narizón, vestía harapos, y jugueteaba con sus mini manos de salchicha. Sus redondos y negros ojos lo observaban tímido.

—¿Pero ¿qué...?

—Branch se disculpa. —el castaño lo observó extrañado. —Pero, Branch debía advertirle.

—¿Advertirme? — el enano jugueteó nervioso con sus manos. — ¿De qué hablas?

—Branch prometió proteger a Hiccup Potter. Hiccup Potter, no debe volver a Hogwarts. —sentenció.

Al castaño casi le da un vuelco el corazón.

—¡¿Cómo qué no?! ¡Tengo que volver!

—¿Por qué?

—No me puedo quedar aquí.

—Hiccup Potter estar a salvo aquí.

—Tengo que volver. Mis amigos me esperan.

—¿Los que no le han escrito?

—Bueno... —rascó su nuca. — ¿Cómo sabes eso?

—Branch las escondió. —instintivamente tapó su boca con sus achichadas manos.

—¡¿Qué hiciste que?!

—Branch se encargó de hacer, así Hiccup Potter no tendría razones de volver, y estaría a salvo. —dijo en tono bajo y temeroso, gracias a la mirada asesina que el castaño le estaba brindando.

—¡Tengo que volver!

—¡Hiccup Potter no estar a salvo!

—Me importa un comino. —sentenció. —No me pienso quedar aquí, ¿no lo entiendes?

—Branch lo lamenta, pero Branch debe asegurarse que Hiccup Potter esté seguro.

—¿Qué vas a hacer... —el enano gris se dirigió escaleras abajo. — ¡No Branch!

El castaño salió tras de este con el corazón en la mano. Al llegar a la sala ya era tarde. Aquel enano había hecho de las suyas. El jefe del señor Dursley y su esposa estaban bañados con ponche y tarta de arándanos. Se veían furiosos ¡Adiós promoción! Todo era un desastre.

Y lo peor de todo...

¡Branch se había esfumado! Dejando al pobre niño de verdes ojos como el culpable de todo. Al parecer el plan del enano era que lo encerrarán de por vida... O algo así.