Capítulo 5

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NICOLE

Estoy oficialmente arrepentida. En ningún momento tuve la intención de matar al profesor ni siquiera si hubiese sido el responsable de la muerte de Bianca. De ser ese el caso, lo habría controlado mentalmente para que confesase ante la policía y punto final.

Entonces, ¿por qué prácticamente le he convencido de que su vida está en mis manos? Ni idea. Creo que me dejé llevar por el momento y se me fue la pinza. En fin, como se suele decir "a lo hecho pecho".

Sentada sobre la cama de André espero con calma a que él encuentre el libro. Según parece es un libro escapista pues no estaba donde se suponía que debía estar, porque claro está que la suerte no está de mi parte en el día de hoy.

— ¡Aquí está! —exclama él descolgándose del armario. ¿Quién hubiese imaginado que estaría ahí arriba?

André aterriza en el suelo y parado en el centro de la habitación rebusca entre las muchas páginas que lo componen.

— Sabía que lo había visto antes —dice él satisfecho entregándome el libro abierto.

Mis dedos acarician las viejas y amarillentas páginas. En la parte inferior de una de ellas se encuentra el mismo símbolo que cubría el tobillo de Bianca. Cojo mi móvil y me aseguro de que sea exacto y, en efecto, lo es. Acompañando al dibujo hay un largo texto de escritura minúscula.

— ¿Qué idioma se supone que es este? —pregunto mirando las inentendibles palabras.

Incluso acabo de descubrir letras que no sabía que existían. Giro el libro pensado que igual lo he cogido al revés pero parece que ni de ese modo puede ser leído.

— No tengo ni idea. Mi abuela estaba un poco loca así que jamás entendí por qué me regalo un libro que no pudiese leer.

— Esto no es de mucha ayuda —me quejo pasando las páginas. Sorprendida vuelvo a la página que acabo de voltear creyendo haber visto mal. Pero no, ahí está el símbolo tallado sobre mi anillo... el anillo que me permite caminar bajo la luz del día —. ¡Madre mía! Creo que ya se lo que es este libro.

— ¿Qué? —pregunta André con el ceño fruncido.

— Un grimorio

— ¿Un qué?

— Es un libro donde se recogen hechizos y encantamientos —explico.

— ¿Hechizos? ¿Cómo los de las brujas y magos?

Asiento todavía incrédula ante la maravilla que sostengo. Jamás había visto uno, ni siquiera he conocido a una bruja de verdad. Salvador fue quien me entrego el anillo que ahora poseo... fue él quien me lo consiguió.

Sin un objeto encantado los vampiros estaríamos condenados a vivir en las sombras con la noche como nuestro único aliado. Conseguir que una bruja te haga uno es difícil y sé que hay muchos vampiros que no lo tienen. Ellos deben permanecen ocultos durante la luz del día para evitar convertirse en un montón de cenizas humeantes.

— ¿Sabes de dónde lo sacó tu abuela? —pregunto curiosa.

— Según me contó lleva en la familia varias generaciones

Cierro el pesado libro de tapa dura. El olor a cuero es intenso y por un segundo me pierdo delineando las arrugas de su cubierta tostada. Elevo la vista y miro a mi amigo con nuevos ojos. ¿Es posibles que no lo sepa?

— ¿Qué cosas raras decía tu abuela?

— Bueno... le diagnosticaron demencia así que supongo que es normal que perdiese la capacidad de distinguir la realidad de la fantasía. A veces se ponía a hablar en latín... o lo que yo creo que era latín. Decía que ella era una bruja muy poderosa.

Era lo que yo estaba pensando. Su abuela era una bruja y, por lo tanto, él lo es también. ¿Convencerle de ello? Eso va a ser difícil.


***

— ¿Estás diciéndome en serio que soy una bruja?

— Brujo, eres un brujo.

— Está claro que estás un poco perturbada por lo de la muerte de tu compañera, así que voy a perdonarte por las tonterías que estás diciendo.

Resoplo. Llevamos más de quince minutos de esta forma. Yo intentando convencerle de que es un brujo y él diciéndome que debería ir a descansar. Mi paciencia tiene un límite y si no abre los ojos pronto voy a comenzar a tirarme de los pelos.

— Sé que es muy difícil de creer pero te estoy diciendo la verdad. Tu abuela, que en paz descansé, era una bruja. El poder se pasa a través de la sangre.

— De verdad me estás preocupando ¿te encuentras bien? —dice él posando una mano sobre mi frente.

Aparto su mano molesta y le doy la espalda. No quería tener que hacer esto pero... Plan B. Me giro y lo enfrento. Con cara seria y determinación confieso:

— Soy un vampiro

Durante unas milésimas de segundo él se queda parado, después... se ríe.

— Muy buena... en serio... graciosísimo —consigue decir entre carcajadas.

— ¿Nunca te has preguntado por qué no consigues sorprenderme? ¿Por qué desaparezco en mitad de la noche cuando salimos? ¿Por qué salgo a la calle sin chaqueta cuando está helando? ¿Por qué aparento tener 17 años en lugar de 22? ... Soy un vampiro, André.

Su risa se detiene y me mira fijamente.

— Vale... creo que deberíamos ir al hospital...

No quería tener que llegar a hacer esto pero dado que André se niega a aceptar la realidad, me veo obligada a utilizar métodos menos... sutiles.

Camino hasta su escritorio donde hay desparramados varios cuadernos y lapiceros. Alcanzo uno de ellos. El típico lápiz de rayas amarillas y negras, con el extremo rojo. Con mi dedo índice acaricio su afilada punta.

— ¿Qué estás haciendo? —pregunta André confundido.

Su pregunta se transforma en un grito de horror cuando sin pensarlo demasiado atravieso la palma de mi mano con el instrumento de escritura. Una de sus manos vuela hacia su boca y la tapa intentando contener su sonido. Su pecho sube y baja de forma rápida con cada respiración y sus ojos fijos en mi mano, muestran el pánico que comienza a invadirle.

Clavarse un lápiz en la mano no es muy bonito. Mi mano tiembla sacudida por las descargas de dolor que se extienden desde el centro donde el objeto de madera atraviesa mi carne de lado a lado. Varias gotas de sangre caen al suelo tiñéndolo de rojo oscuro. Con mi otra mano lo agarro del extremo y, ante la atenta mirada de André, lo deslizo poco a poco hasta sacarlo.

Una vez fuera, inclino mi mano mostrándosela a mi amigo. Sus ojos se van abriendo conforme el agujero en mi palma se cierra y, cuando la piel vuelve a su estado original como si nada hubiese pasado, André se desploma sobre el suelo.


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Pobre André, eso ha tenido que doler XD ¿Te gusta el capítulo? Vota y comenta.

En el siguiente capítulo: ¡Nuestro querido Kilian aparece por fin! ¿Tienes ganas? ¡¡ Yo sí !!

Starving of BLOODDonde viven las historias. Descúbrelo ahora