Beacon Hills, está en problemas de nuevo y no lograran salir de ese lio sin la ayuda de una bruja y para suerte de ellos, les toco con una bruja muy diferente a las demás con la que pudieron toparse, con la bruja escarlata.
Cuando una serie de ase...
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- Vas a morir sola –murmuro Nathan sentado en el sillón frente a mí con su celular en mano.
- ¡QUE NO ME HAGAS SPOILERS! –espete mandándole un cojín, este aterrizo en toda su cara precisamente.
Nathan era realmente insoportable cuando se lo proponía, lo mire despectiva y volví la vista a mi libreta de dibujos.
Después de unos cuantos minutos Nathan volvió a hablar.
- ¿Por qué estas nerviosa? –pregunto Nathan pasando un paquete de gomitas.
Seguro se lo había quitado a su hermanito pero bueno, eso significaba tregua.
- No estoy nerviosa...
- ¿Sabes que ellos van a volver, no? No te preocupes tanto...
Si supieras, Nathan.
Que ellos no volvieran era una de mis mayores preocupaciones en mi larga lista.
Le regale una sonrisa fingida y fui a la ventana, ya estaba de noche y se podía ver perfectamente la luna y las estrellas.
La luna llena o en este día, eclipse lunar, era en menos de cuatro horas. No sabía si los chicos ya habían despertado pero tenía algo en la cabeza que no me dejaba tranquila.
Tenía nervios, apestaba a ansiedad y eso me perturbaba, tenía tanto miedo de que la bruja mayor diera con mi paradero que no sabía qué hacer.
Mis padres, sabía perfectamente que ahora estaban buscándome pero simplemente no podía darles la cara, estaba tan aterrada que no quería hacerles daño.
Sacudí la cabeza alejando esos pensamientos y fui a la sala a recoger mi mochila, si la bruja iba a quitarme los poderes haría muchas cosas más antes de que ella me encontrara, les ayudaría a la manada de Scott, esa era la razón por la que Alan nos llamó, ellos necesitaban nuestra ayuda y eso era lo que haría.
- Ve con Scott, encuéntralo y ayúdalo, Scott siempre tiene un plan –ordene caminando hacia la puerta con Nathan siguiéndome.
- ¿Kharma, estás segura? –me gire.
- Haz lo que digo.
Asintió y tomo las llaves de su motocicleta. Salimos de su casa tan rápido como pudimos y nos subimos en su motocicleta.
- ¿Te puedes colocar el casco?
- Soy inmortal, imbécil, maneja rápido.
Gruño y arrancamos dejando atrás su casa dirigiéndonos a la veterinaria.
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