Beacon Hills, está en problemas de nuevo y no lograran salir de ese lio sin la ayuda de una bruja y para suerte de ellos, les toco con una bruja muy diferente a las demás con la que pudieron toparse, con la bruja escarlata.
Cuando una serie de ase...
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Crecí con el pensamiento de que somos inmortales, fuertes y libres. La abuela instruyo eso en mi desde pequeña, me enseño a ser fuerte y valiente, aunque es obvio que lo segundo muchas veces lo olvidaba porque mis ataques de pánico pero lograba hacer lo mejor para enorgullecerla. Todo era para ella.
No era para demostrarle a los demás que era mejor que ellos, era para demostrarle a mi abuela que todo lo que había hecho en mi había servido y dado frutos.
Mi cuerpo vuelve a sacudirse de nuevo en cuanto los recuerdos vuelven a invadir mi cabeza agobiándome demasiado y comienzo a llorar de nuevo. Duele y quema demasiado, me arde el pecho y siento que he perdido la vida, que me sacaron el corazón directamente sin anestesia.
Me siento muerta.
Lloro porque mis sentimientos son más grandes pero juro que si no no lo estuviera haciendo, realmente estaría muerta.
Había perdido, era obvio, me había dado en el punto mas débil y había logrado derrumbarme por completo.
Él me había ganado la batalla.
Cuando mi abuela dio su último aliento, la voz de mi madre me hizo sobresaltar. Había estado allí todo el tiempo, escuchando las últimas palabras que la abuela me decía, escuchando atenta. Minutos después, mi padre y hermano llegaron, llamaron a una ambulancia pero era demasiado obvio que ya era tarde, ella había muerto.
Ahora lo único que sé es que debemos planear un funeral y a lo mejor doble, porque Allison Argent apenas lleva unas horas muerta. Por un lado, mis padres salieron a acomodar todas las cosas para el funeral.
Grito de impotencia por no ver hecho nada, debí ver sido yo la atravesada con la katana, no ella.
Mi mente se desplaza a unos años atrás cuando apenas era una niña.
Estaba aprendiendo a montar bicicleta sin ruedas y como era una principiante sin buen equilibrio, caí de la bicicleta raspando mis rodillas. Estábamos en la casa de campo y era el lugar más tranquilo que jamás haya visitado, ella estaba enseñándome pero me había dejado hacerlo sola un momento y el resultado fue que me cayera.
- Volví, esta todo bajo control. Traje algunos instrumentos quirúrgicos y ya viene la ambulancia, no entres en pánico.
Sorbí mocos.- abuela, no te burles.
Ella limpio mis lágrimas con un pañuelo para luego limpiar las pequeñas heridas de mis rodillas. Desde pequeña siempre fui muy sensible y delicada, eso se desarrollo a base de que ella siempre me consintiera demasiado.
- Quisiera hacerlo... -suelta una pequeña sonrisa.- pero no lo haría, es una total tortura enseñar a los niños montar bici porque siempre terminan en el suelo, las primeras veces. Me rio de mi de hecho, solo he pasado esto una vez y fue con tu madre, hace medio siglo.
