Beacon Hills, está en problemas de nuevo y no lograran salir de ese lio sin la ayuda de una bruja y para suerte de ellos, les toco con una bruja muy diferente a las demás con la que pudieron toparse, con la bruja escarlata.
Cuando una serie de ase...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Dom trino en el aire y levante la mirada, nublado por las lágrimas. Él entre sus garras traía una de las rosas que mi abuela sembraba en el jardín, esas rosas eran únicas y a la vez extrañas. Se suponía que eran blancas pero en el borde de los pétalos había un color azul eléctrico que las hacía ver hermosas.
Sollozando vi como Dom depositaba la rosa sobre el pecho de Allison delicadamente, paso su cabeza sobre su mejilla y volvió a trinar, dando vuelo nuevamente. La mirada triste de Scott cayó en mí y no pude hacer más que volver a llorar.
Dom se había despedido de Allison Argent.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Seth apago el motor de camaro y se quedó en silencio. No hacía nada ni decía nada.
Por decisión propia había decido meterme en el auto y sacarme de allí, sin ni siquiera darme la oportunidad de decirle adiós a Allison o revisar que Stiles estuviera bien, había sido un acto cobarde pero sabía que nada en mundo podría hacerlo cambiar de opinión.
Era tan terco y testarudo como una mula.
Ahora nos encontrábamos frente a mi casa, con el silencio más abrumador que podría existir y odiaba eso.
También me odiaba a mí, por no ver hecho nada.
- Lo siento, Kharma –dijo después de mucho tiempo.
Tenía las mejillas llenas de lágrimas, así que creo que mi aspecto no debía ser el mejor.
Lo mire con los ojos aguarapados.- Tu no hiciste nada... -espete sorbiendo mocos, vi como su manos estaban manchadas de sangre, sangre de Allison.
- No te deje hacer algo por ella... -murmuro mirando el volante.
Levanto la mirada, mirándome y frunció lo labios. Era tan parecido a mí que a veces eso me asombraba, yo queriéndome sentir la última coca cola en el desierto y el pareciéndose a mí.
Abrió la puerta del auto y salió sin nada más que decir. Las imágenes de Allison muriendo pasaban por mi cabeza una y otra vez, repitiéndose cientos de veces. Por eso las lágrimas siempre volvían.
