Prólogo

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Disclaimer: Desde las profundidades siniestras de nuestra mente, hemos vuelto, con esta pasión prohibida, rompiendo con las parejas establecidas y desafiando los estándares de la sociedad mágica. Claro, los personajes le pertenecen a J.K. Rowling.

"Y ahora ya no tengo dudas. No tengo remordimientos, ya no tengo sombras, no tengo pecado, no tengo pasado. Sólo tengo unas ganas enormes de volver a empezar. Y de ser feliz. Contigo." - Federico Moccia.

*º*º*º

Draco alzó sus ojos hacia el cielo que alcanzaba a ver por aquella reducida ventana de concreto, la luna resplandecía hermosa sobre el manto estelar apenas opacada por aquellos horribles barrotes de hierro indestructible. Había estado en ese lugar, 3 años, 156 semanas, 1095 días con 3 horas, 20 minutos y contando, privado de su libertad, exiliado del mundo mágico.

Su apellido de alto prestigio y nobleza ahora no significaba nada, había caído en desgracia gracias a su pasado, a sus acciones que habían arrastrado esas consecuencias. Esto era el fondo, ahí era dónde se encontraba. Alejado de todo, incluso de su magia, sintiéndose peor que un squib rechazado. Sabía que no se había vuelto loco, pero poco había faltado... no se sentía humano en aquel lugar, pero ¿quién lo haría...? Todos los que estaban ahí se encontraban purgando sus crímenes.

Levantó su brazo dejando que la luz que se colaba iluminara los restos de la marca oscura, una horrible cicatriz, era lo que le restaba. Eso y los recuerdos, aquellos que no le dejaban dormir, que lo asaltaban y provocaban las peores pesadillas, haciéndole creer que por momentos se volvería loco.

Sus labios se jalaron hacia la comisura izquierda de su boca reseca, al ver aquel pequeño fénix descender y colarse entre los barrotes. Esa pequeña bribona siempre lograba escabullirse a su celda cada que se le antojaba. No entendía por qué iba a verlo, a veces se imaginaba que se trataba de uno de sus enemigos que iba a regocijarse de su miseria, pero otras veces la mirada ardiente del ave le hacía pensar que se trataba de alguien al que le importaba, pero era absurdo... ¿a quién podía importarle?

Los pocos amigos que aún lo visitaban eran sus abogados. Además no se tomarían la molestia de convertirse en esa imponente criatura sólo para visitarlo y a él no le agradaría saber que Blaise y Theodore estaban desarrollando un amor así de enfermo por él. No, no... en sus momento más oscuros, le gustaba pensar que esa ave o sólo era un animal o una bruja que superaba las expectativas en animagia.

-¿Por qué desperdicias tu libertad viniendo a un lugar como éste?

El ave no respondió. Claro que no lo iba a hacer y si lo hiciera es que él realmente había perdido la cabeza, peor aún que Lunática Lovegood. Jamás podría olvidar a esa chica que había sido encerrada en su hogar, la mirada que le daba cada vez que entraba a ese lugar... ella había visto demasiado de él.

-Tu color... me recuerda al cabello de alguien, es un color que no pasa desapercibido. Demasiado escandaloso y más en aquella persona.

Recargó su cabeza y cerró los ojos como si se estuviese esforzando en recordar. El ave chilló logrando que él volcara su atención de nuevo en ella.

-Sólo quería traer su recuerdo a mi mente, a veces pienso que la he olvidado, que mi mente la ha borrado por completo, pero no es así...

El tesoro más grande que tenías en un lugar como Azkaban eran tus recuerdos y tu mente, pues con ellos es que alcanzabas a sobrevivir en ese duro ambiente.

Él había aprendido Oclumancia, la cual le había servido para desligarse de sus emociones cuando era un mortifago y para cerrar su mente en los interrogatorios exhaustivos que le habían hecho los aurores, pues de haber descubierto lo que él tan celosamente escondía y sentía por Ginevra Wealey, su condena apenas sería su menor preocupación.

Un fuerte golpe en su puerta lo alertó. -¡Cállate princesito, esto no es un confesionario! ¿Sabes lo qué los ocurre a los locos? ¡Se suicidan!

La voz se alejó junto con una risa sarcástica que persistió entre las paredes. Draco apretó su mandíbula con fuerza, tragándose todos los improperios y maldiciones que quería soltarle a su carcelero. Si tan sólo tuviera su varita le daría una lección, pero no era el momento, no cuando estaba a nada de salir de ese infierno, una falta en su comportamiento y la agonía se alargaría.

Hizo un par de respiraciones para tranquilizarse, dirigió su mirada hacia la ventana buscando el ave pero ésta ya se encontraba volando libre en la noche luciendo como un cometa en el firmamento. Draco la observó hasta que sólo fue un punto en la lejanía, la sensación de soledad volvió a él cubriéndolo como una capa pesada y gastada, llenándolo de un frío que le calaba más que los huesos, el alma.

Dormir, eso es lo que debía hacer.

Así podría al menos olvidar por un momento sus demonios, hasta que estos lo encontraran de nuevo, volviendo sus sueños, pesadillas.

Se acomodó en aquel horrible camastro, pensando en su futuro.

Mañana, mañana sería el gran día.

La libertad lo esperaba, junto con una vida llena de posibilidades.

*º*º*º

¡Gracias por leer!

Hola, primero queremos decir que esta historia fue hecha para el Reto «Frases que inspiran» del Drinnyfest que se realizo años atrás y que no pudimos concluir a tiempo, ahora ese one shot se volvió esta historia. Para fortuna de todos, ya se encuentra casi terminada, a excepción de final. Serán un par de capítulos cortos y actualizaremos según nos lo pidan.

('¸.·*'¯'*»- - The darkness princess & Lady Muerte.

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