«¡Ustedes dos! ¡Despejen esa zona!», gritó el Oleg. Los hombres acataron aquella orden como si quien la dijera fuera su padre. Pero no era así, apenas lo conocían. Oleg les había salvado la vida, a ellos y al resto de su grupo, escasos días antes. Tal hazaña bastó para que ganara su confianza.
El lugar era un campo de batalla; entraron por un hueco en el muro, el mismo que los muertos vivientes usaron momentos antes; decenas de ellos. El que había abierto Alex momentos antes.
Personas corrían en desesperación intentando escapar a las desagradables criaturas. Gritaban y suplicaban. Pedían ayuda a Oleg y sus hombres, pero él no estaba ahí para salvarlos. Se arriesgó a entrar al lugar por una razón muy específica; momentos antes había visto a su sobrino estrellar un vehículo contra la muralla. Lo había visto bajar del mismo e iniciar una lucha. De inmediato, y aunque hubo alguno de sus acompañantes que intentó detenerlo, decidió seguirlo al interior, porque sabía que, si no lo hacía, Alex moriría.
Se abrió camino hasta el interior del edificio. Allí danzó solemnemente al compás de la melodía de la muerte, desafiando a la oscuridad más intensa que jamás presenció. Sorteó la densa lluvia de embestidas y emitió un vendaval de golpes letales, todo para seguir el camino de su sobrino. Solo por la posibilidad de que todavía existiera alguna esperanza.
Miró atrás y encontró a sus hombres. No pudo eludir la angustia; la inquietud de sacrificar a alguno de ellos, o quizá a todos y a él mismo. El rozar de la muerte ardió con fuerza hasta que decidió que si aquel iba a ser su final lo aceptaría sin reproche. Fue entonces que todo fue más fácil. Ascendió a un nuevo estado de conciencia. Sintió el frio del sudor corriendo por su frente y las partículas de sangre que salpicaban en su rostro. El peso de la enorme arma que cargaba pareció ausente y el placer de acertar un golpe potenciaba al siguiente.
Cuando destrozó lo que quedaba de la puerta, encontró a Alex inmóvil. Además de él encontró varios muertos vivientes. Una niña luchaba contra ellos.
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Z de Zia
Short Story«La gran mayoría de las historias son similares: Un héroe deja su hogar para salvar al mundo. Esta no es una de esas. Ya no hay ningún mundo que salvar, o mejor dicho, no hay muchos que puedan disfrutarlo, y los que aún están con vida quizá no lo me...