El primer "Me gustas"

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Hace ocho meses planeaban una escena para otra parodia, él siempre participaba como escritor y guionista del canal por lo que el sillón rojo era su santuario al momento de escribir, para las parodias o para su propia historia "De zorros y hurones" entonces era su templo de creatividad por lo que interrumpirlo era la peor ofensa que podías hacerle a él.

- ¿Qué haces puta?

Cristian acababa de tumbarse a su lado moviendo todo lo que tenía alrededor incluyendo su paciencia, con su playera negra de Naruto y ese aroma que le caracterizaba, tenía esa cara que le parecía infantil, redonda pero sin parecer pelota, con la mirada altanera aunque no grosera, su sonrisa burlesca y a la vez contagiosa en fin, era él.

- ¿Qué pinches quieres culero?

- Molestar - a veces era cierto, solo quería enfadar - y cómo acabo de llegar del viaje y eres el único que me recibió pues te chingas.

- Estoy escribiendo Cristian, deja de estar mamando por favor.

- No seas aburrido Edgar - le picó una mejilla con el dedo.

- No empieces con tus mamadas - trataba de sonar molesto pero la risa se escapaba entre palabras - déjame terminar o te pongo en el peor papel de la parodia.

- Uy como me intimidas - respondió irónico - tanto como tú barba de hurón.

- Déjame wey - su cuello se estremecía con los toqueteos de Cris - me vas a hacer enojar.

- Mira como tiemblo - insistía con jalarle los pelillos en las mejillas.

- Ya chingao, déjame Cristian.

- ¿Te molesta?

- Me emputa.

- ¿Por qué te emputa?

Así era él, irritante, infantil, con ganas de molerlo a golpes y sin embargo nunca hacía molestar a alguien de verdad.

- Porque no me dejas escribir.

- Ah - se detuvo - pero siempre has escrito cosas buenas aunque te esté molestando.

- ¿Eso crees?

En todo este tiempo Cristian nunca había halagado su manera de escribir, aunque siendo honestos parecía como otra más de sus burlas, sin embargo sonó serio y convencido, algo no cuadraba.

- Si, por algo nuestros suscriptores crecen a diario, escribes bien.

- A... pues... gracias...

La situación estaba rara, Cris aún estaba a su lado tratando de jugar con su mejilla mientras Edgar había detenido su escritura pues lo que le acababa de decir no entraba en la categoría de "hacer la barba" ni de "es sarcasmo" y de algún modo le agradó que viniera de él.

- No te creas tanto pues a veces si te avientas cada mamada que tengo que actuar que quisiera madrearte - se quedó mirando fijamente el perfil de Edgar - pero en otras si te la mamas con las reflexiones perras que te avientas.

- ¿Te estás burlando? - aquello ya no parecía chiste de ningún modo - por qué si no es así... ¿quién eres y qué hiciste con Cristian?

- Uy perdón señor detective uno ya no puede ni decir un cumplido porque es sospechoso - ahora sí era burla - olvídate de las felicitaciones pues cabrón y ya ni te voy a decir lo otro.

- ¿Qué?

- No, pues no vaya a ser que quieras agarrarme a tehuacanazos porque parezco sospechoso.

- Ya wey, perdón pero es que siempre andas mamando y no sabía si creer en tus cumplidos.

- Uno ya no puede ser serio.

- Cristian ya dime - cerró la computadora y lo miró de frente - ¿qué era lo otro que ibas a decir?

- Pues ya neta wey, te iba a felicitar por tu novela de los zorros, está quedando con madres y está entretenida - parecía nervioso pues no podía sostener la mirada con Edgar - era todo.

- A... pues gracias Cris.

- De nada.

Se puso de pie para mirar a lo lejos a través de la ventana que tenía la mejor vista a la peor calle de toda la ciudad, pasó saliva que se sintió como masa que escurría por la garganta.

- Edgar no te vayas a molestar o algo pero...

El pelinegro lo escuchaba atento fijándose solo en la espalda de Cristian, era curioso que conservara es forma todavía de niño, por un instante le pareció lindo, diablos no debería pensar eso de su amigo.

- Ya wey dime.

- Me gustas - los ojos de Edgar se abrieron con exageración al tiempo que su color se fue de viaje muy lejos - y antes de que me llames puto o marica déjame aclararlo - se giró para ver a su amigo de lentes aún atónito por lo que le acababa de decir - me gustas como escritor, eres realmente bueno y no quiero que lo tomes a mal de hecho me parece que dentro de las otras muchas cosas qué haces el escribir se te da muy bien.

- Lo sé - empezó algo agitado aún por la sorpresa - soy una verga.

- No te crezcas pinche Edgar.

- ¿Por qué me lo dices aquí y ahora?, ¿por qué no cuando estamos en las juntas o reuniones?

- ¿Y que me digan cursi o lame huevos? No soy pendejo Edgar, es más si tú dices algo sobre esto considera tu funeral como algo que pasará pronto.

- Que dramático - se burló.

- Mira quien lo dice - le arrojó un muñeco que Ron tenía en un estante cercano - señor escritor.

- Ya wey, ¿quieres comer? - un cambio de tema rápido debería romper la tensión.

- No gracias, voy a recostarme al cuarto de Ron en lo que llegan los otros, sirve y que te dejo escribir.

- Como quieras.

Ambos cruzaron miradas una última ocasión y los dos sintieron que había más por decir que lo que en verdad hablaron sin embargo, cómo dejarían salir las palabras si era un terreno desconocido para ambos.

El sofá - Un fanfic de Cristian y EdgarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora