Capítulo 2

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Liz tomaba su café en silencio, con la mirada perdida en el lugar que había ocupado Drake durante la tarde. No podía evitar perderse en sus pensamientos, rememorando cosas que habían quedado en el pasado. Después de todo, no pensó que tendría que volver a afrontarlas. No ahora, ni nunca, si era sincera.

Pero la vida era curiosa y ahí estaba, sintiéndose perdida, sin conocer la razón exacta. Porque bien podría culpar a Drake por su elección; y, aun así, esto iba mucho más allá.

Anne había sido una de las típicas chicas populares. Rubia, alta y hermosa... todos estaban locos por ella, incluido el mismo Drake. Liz lo había sabido aún antes de obligarlo a confesar que esa aparente indiferencia hacia Anne era solo eso, una apariencia. Y aun cuando había dolido, lo había dejado estar pues no parecía existir un futuro; Drake, después de todo, era guapo sí, pero no era el chico más popular de la escuela.

Nunca supo la razón. Fue un día cualquiera... no, no un día cualquiera. Como todos los años, ella iría al baile de San Valentín con Drake. Era lo que esperaba, si era totalmente sincera, la emocionaba la perspectiva más de lo que era recomendable. Porque era su mejor amigo, de toda la vida. Siempre lo había sido.

La mañana del doce de febrero fue a clase como de costumbre. Drake la llevó hasta el salón, estaba callado y eso era inusual, por decir lo menos. Lo fastidió hasta que él cedió... y la besó.

Fue intenso, inesperado y... lo empujó. Abrió mucho los ojos, no era algo que se lo esperara. Él era Drake, su mejor amigo, no un hombre cualquiera. ¿Qué rayos le sucedía? No podía siquiera mirarlo. Drake...

Él no tomaba bien un rechazo, aun cuando no lo fuera. Liz había intentado explicar, hablar con él, ¿consolarlo? Sin embargo, todo fue en vano. La última hora de clase del doce de febrero lo vio por última vez. No la esperó para ir juntos como de costumbre. No fue a verla en la noche. No la acompañó en la mañana del trece de febrero. Ni siquiera canceló nada.

Y ella había esperado, no sabía por qué, que este año nada cambiara. Drake no asistió a clase en todo el día, fue a visitarlo pero no la recibió, estaba francamente preocupada porque tampoco contestaba el teléfono. El día dio paso a la noche y Liz no pudo dormir. Se sentía terrible... y pensaba... ¿Qué tal si...? Podría ser Drake, ¿por qué no?

Con la decisión dibujada en el rostro, el catorce de febrero, tomó el camino hacia el lugar en que estudiaban. Esperó pacientemente en el salón, Drake entró y antes de que él hiciera nada más... ¡estúpida, estúpida Liz, lo había besado!

Y si, totalmente estúpida porque no había notado que Drake no venía solo. De hecho, Drake y su acompañante venían con todo un grupo de personas, que la miraban con curiosidad y... ¿lástima?

–Creo que... –Drake no la miraba directamente, vaciló antes de continuar. Suspiró– que no conoces a mi novia, Anne –concluyó, cuando la rubia se mantuvo firme a su lado, con una sonrisa burlona mientras los demás tenían similar actitud.

Liz esperó. Rogó que Drake dijera algo más, que le diera señales de que aquel chico que la había besado después de susurrar mil cosas existía, de que su mejor amigo y compañero de toda la vida la rescataría.

Sobra decir que no fue así. Ni un poco. Ella estaba sin habla, movía la boca sin lograr emitir un sonido coherente, que solo incrementaba la burla a su alrededor. Quería desaparecer.

A punto de correr, sintió una mano en su brazo. Era Drake quien la había sujetado. Esperó palabras que nunca llegaron, con lágrimas a punto de brotar se soltó de él y corrió. Más y más lejos... donde no existiera aquella sensación de opresión en su corazón.

Liz sabía que debía ir al baile porque no podía permitir convertirse en el hazmerreír de la escuela. Enderezó los hombros y se dirigió de regreso a la clase que había abandonado como una niña asustada. Haría lo posible por ignorar todo... y a todos.

Ese día no merecía recordarlo... si no fuera porque Drake lo había empeorado cuando ella había pensado que era imposible. Se había imaginado, era lógico, que él no iría al baile con ella. Drake tenía novia, así la había llamado y él no tomaba el término a la ligera. De hecho, no le conocía una novia, solo esa Anne.

¿Cómo había empeorado todo? Era sencillo, el transcurso del día le demostró que besar a su mejor amigo que tenía novia frente a la misma novia y todo su grupo no era nada comparado a lo que venía.

Drake se había sentido culpable, o eso había repetido cientos de veces después. Tal vez por eso, no había pensado con claridad, no había pensado en absoluto, si era más precisa. Porque arreglar una cita para ella, mediante su novia Anne... bueno, no había sido de sus momentos más "brillantes".

Y sí, la discreción no era el fuerte de Anne. Porque había sido un accidente, según Drake, y no era la culpable de nada. Mucho menos del rumor de que cualquier chico que se acercaba a ella había sido enviado por Drake... por lástima. Como bien había sido demostrado cuando ella se había echado en sus brazos y lo había besado en la escuela, frente a muchas personas, estaba enamorada de él y Drake... él tenía lástima de ella. Y hasta fastidio.

Así, Liz había pasado de ser una persona normal, ni popular ni rechazada, a estar en el centro de atención por ser una más de las niñas tontas que se morían por Drake, que de pronto, ahora era uno de los chicos más populares e inalcanzables de su mundo.

Lo había odiado, oh claro que lo había odiado. Pero era Drake, y él sabía cómo arreglar las cosas. ¡Le costó, eso sí!

Varios meses de incomodidad después, cuando ella lo escuchó, prometieron olvidar el baile e intentó convivir con Drake y su odiosa novia, aun cuando lo que menos quería Liz era mirarla... la odiaba, y mucho.

Suspiró sorbiendo el resto del café de su taza. Estaba frío e hizo un mohín al contacto, nunca le había gustado el café frío. Lo vertió para a continuación lavar con lentitud el recipiente. Estaba incrédula aún y sí, algo dolida por la elección de Drake. Para qué iba a negarlo, precisamente Anne. La había soportado por, prácticamente, un año entero. Ahora sería, para siempre.

Porque Drake había dicho boda. ¿Cabría la posibilidad que tan solo fuera un mal chiste? Suspiró nuevamente. No, ni una remota.

Trató de desviar su mente hacia otros temas. Tomó el folleto del Instituto al que quería asistir para aprender a esculpir. Sí, era una locura su vida y sus cambios, nunca seguía un rumbo por mucho tiempo. No obstante, así se sentía feliz... sin ataduras, sencillamente, libre.

Volvió a sentarse en la silla que había ocupado antes. Hacía unos meses que había roto una relación, no sabía bien por qué, solo que él le había pedido matrimonio y sabía que era momento de huir. No porque le temiera al compromiso, no era esa la razón, tan solo no era correcto. No estaban en la misma sintonía. No quería ese tipo de compromiso sin estar totalmente segura... no era suficiente.

Drake se había burlado diciendo que era ella quien tenía problemas para comprometerse con algo. Pero no era así, él no lo entendía. Nadie lo hacía. Necesitaba más... mucho más. Sobre todo si era algo que se suponía duraría toda la vida. Como una carrera... o un matrimonio.

No, no podía apresurarse a elegir. Aun cuando los años empezaban a pesar un poco. ¿Reloj biológico? Nunca creyó que tal urgencia fuera cierta, no creía sentirla. No antes de que Drake pronunciara matrimonio, de cualquier manera. Eso parecía haberlo disparado todo. Un caos.

Cerró los ojos y negó con la cabeza lentamente. Esto no podía estar pasando. Tenía que ser un mal sueño, una pesadilla digna de alguien que ha perdido la cabeza. Su mejor amigo y su peor enemiga. El hombre que había estado toda su vida a su lado y la mujer que esperaba no ver nunca más en las siguientes tres vidas mínimo. Todo un cliché y una pesadilla.

Cuando estoy contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora