Epílogo

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14 de febrero del siguiente año


Liz puso los ojos en blanco cuando escuchó que, probablemente, las flores que había pedido no eran las que tenía. Por lo menos eran del mismo color, le habían dicho, pero eso no era suficiente.

Sonrió. Drake temblaba cada vez que ella decía que algo no era suficiente. Si la escuchara, pensaría que podía cancelar la boda solo porque no eran las flores que quería. ¿Lo pensaría?

Es que solo a él podía ocurrírsele que la fecha perfecta para su boda era catorce de febrero. ¡Cursi! –le había acusado. Sin embargo Drake había explicado que el trece de febrero había decidido que volvería a arriesgarse y el catorce de febrero ella le había dicho que también lo amaba.

Liz se había limitado a sonreír. ¿Realmente había sido trece y catorce de febrero? Como cuando habían sido adolescentes y todo había salido terriblemente mal. No obstante, esta vez, no. Drake...

–¡Liz, dime que es una broma! –gritó Drake entrando como un torbellino–. ¿Unas flores? ¡Siguen siendo flores aunque sean diferentes!

–Drake... –Liz sonreía levemente.

–No, Liz. No vamos a postergar la boda porque las flores no son las que querías o porque no hubo lluvia cuando era lo que deseabas y...

–Yo no quiero lluvia, Drake –Liz se acercó a él lentamente.

–¡Liz, tiene que ser hoy! –insistió Drake y ella lo abrazó.

–Feliz Día de San Valentín, increíblemente guapo y neurótico futuro esposo.

Drake la miró con una sonrisa encantadora. La estrechó con fuerza y suspiró contra su cabello.

–Feliz Día, mi amada Liz –contestó.

–¿Me permitirás corregirte esta vez y decir que no he considerado postergar la boda? –sonrió Liz y él la miró–. No, ni por un instante.

–¡Gracias a Dios, Elizabeth! –rió Drake y Liz elevó una ceja al escuchar que la llamaba así–. No es como si no supiera tu nombre completo –bromeó.

–Jamás lo habías usado –Liz observó–. ¿Por alguna razón en particular?

–Sí. Porque hoy, mi querida Liz... te convertirás en mi esposa.

–¿Y eso que tiene que ver?

–Nada en particular. Me gusta cómo suena tu nombre.

–Hummm... Drake, creo que siempre te he llamado igual. ¿Crees que por ser nuestra boda debo buscar un nombre diferente?

–No, me gusta cómo suena mi nombre en tus labios.

–Drake... –Liz lo miró.

–¿Sí?

–Te amo.

–¿Me prometerías algo tú?

–Por supuesto.

–Nunca dejes de decirlo, Liz.

–Lo prometo –susurró contra sus labios.


FIN

Cuando estoy contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora